Referéndum constitucional: fracaso de la cocina

Por Camilo Parada

Por segunda vez en un corto lapso de tiempo, se rechaza la propuesta constitucional, esta vez con un mecanismo aún menos democrático que el anterior, que incluía con comisión de expertos, corta fuegos para impedir la participación de independientes o de opciones por fuera del arco político del régimen, limitantes de lo discutible, etc. Sin embargo, ambos procesos fallidos surgen del Pacto por la Paz y la Nueva Constitución, es decir, del acuerdo parlamentario en los momentos más definitorios de la rebelión de octubre 2019, para encauzar las demandas de la protesta social, por el carril de la institucionalidad, otorgando además, un piso de apoyo para el entonces presidente S. Piñera, responsable político de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, como respuesta del Estado a las movilizaciones masivas más importantes desde el retorno a la democracia.

Los resultados marcaron un 55.76% para el En Contra, lo que corresponde a 6.894.287 votos; la opción A Favor concentró el 44.24% con 5.470.025 votos, con 480.730 votos nulos y 169.921 votos en blanco. Recordemos que, en el proceso anterior, el Rechazo consiguió el 61.9%, el primer dato comparativo, es que esta última elección, si bien hay 11 puntos de diferencia entre las dos opciones plebiscitadas, otro dato de esta última elección, es que, en la población joven y mujeres, son las que votaron masivamente por la opción En Contra.

En contra de la cocina

Lo cierto es que el resultado era el esperable, la mayoría de encuestas daban por ganadora a esta opción. Lo otro que parece ser un guión preparado, son las primeras reacciones de los partidos del gobierno, que haciéndose eco del Presidente Boric, salieron inmediatamente a expresar, que durante el período que le queda al gobierno, no se repondrá ningún proyecto para una nueva constitución; por el lado de la derecha, el discurso también es el esperable, Macaya, salió raudamente a declarar el los resultados, demostraban que Chile quiere preservar la Constitución de la dictadura civil militar, cierto reformada por Lagos, lo que no borra su genealogía ilegítima y carente de cualquier aval democrático. En este sentido, la vieja Concertación, en la línea de la derecha, repite en todos los escenario, que la actual constitución no es de Pinochet, sino de Lagos, por tanto, es una constitución democrática. Todas estas primeras declaraciones, se inscriben en la naturaleza misma de quienes las emiten. El gran perdedor de todos modos, es José Antonio Kast y el partido Republicano, representantes de la extrema derecha conservadora, quienes tenían mayoría absoluta en el Consejo Constitucional, y redactaron un texto que profundizaba la matriz neoliberal de la constitución actual y tenía una fuerte marca anti-derechos, sobre todo en lo referente a derechos de las mujeres y personas menstruantes, derechos sindicales, sociales, pueblos originarios y migrantes. Es decir, se trataba del programa político de la extrema derecha, ultraliberal en lo económico, ultraconservador en derechos para las grandes mayorías. La primera lectura es que Kast sale debilitado como la figura presidenciable de la derecha, no obstante, estas primeras conclusiones deben ser acompañadas de matices, tomando en cuenta que la concentración de votos a favor de ese texto es de 5.470.025. Y que si bien el resultado triunfante por el En contra, da aire al gobierno referenciado en esa opción, pero no es ningún cheque en blanco para el próximo período en el cual siguen sosteniendo el modelo que afectan a las mayorías sociales.

La cocina del régimen que nace de la Rebelión del 2019 para mantener el castillo de naipes estructural que asegura la continuidad del modelo, una vez que fracasa en los dos procesos propuestos por el poder constituido, ahora intenta sacar un relato legitimador de la constitución de Pinochet, pilar neurálgico del modelo extractivo neoliberal de saqueo. Lo que queda son las señales de continuidad entremedio de la galopante necesidad de transformación estructural, por un lado, para asegurar derechos sociales hoy inexistentes, por el otro, por la lacerante realidad ecosocial, en un país con ecosistemas frágiles, puestos en peligro por un sistema extractivista que lo devora todo, partiendo por las zonas de sacrificio, el sello de muerte de este sistema.

Retomar el camino de las calles y organizar una nueva dirección política

Los resultados expresan por otro lado, un rechazo patente al régimen político y sus representantes, lejos del cuento de revestir la constitución vigente con ropajes democráticos, existe una crítica clara en el conjunto de los procesos, además, despeja las dudas sobre los mecanismos de la clase trabajadora, de las y los explotados, de las y los oprimidos, de quienes nunca han gobernado, para conseguir derechos y acumular experiencias para dar vuelta todo, y esa herramienta sigue siendo la independencia de clase, la auto-organización, la movilización y la huelga general, para conseguir los derechos que nunca han sido regalados por una casta política enquistada en un modelo hecho a medida, la eterna transición, no como figura retórica, pero como declaración de principios del arco político parlamentario, una declaración de continuidad con el modelo impuesto por un sanguinario golpe de estado, a la cual contraponemos la lucha por una sociedad socialista, democrática, donde todas y todos decidamos sobre todos los resortes de la vida, al servicio de la grandes mayorías.

Es notorio en el mundo y nuestro país no es la excepción, que la democracia burguesa, esa que supuestamente tenía la respuesta a todos los males, se está volviendo cada día más represiva. No alcanza ya con pensar salidas al servicio de las mayorías en sus estrechos márgenes, es momento de retomar con fuerza la crítica sistémica en el camino de organizar una fuerza política que agrupe a las mayorías populares bajo un programa con salidas de fondo. Un programa que ataque los privilegios de los ricos y los poderosos, que tenga en el centro los derechos de las mayorías y el planeta, que sea capaz de contemplar nuevos mecanismos políticos para que la fuerza de la movilización no termine en los oscuros callejones de la institucionalidad caduca. Por eso trabajamos desde el Movimiento Anticapitalista, apostando que las nuevas movilizaciones que más temprano que tarde cuestionaran el modelo vigente, nos encuentren en la primera línea. Te invitamos a sumarte.