Pasaron las elecciones de la FECH y se consolidó la pata estudiantil del gobierno en su dirección, tras un amañado Congreso Refundacional que expresa la crisis de representatividad en la Federación. A continuación, compartimos nuestra perspectiva y opinión sobre los desafíos que enfrenta la organización universitaria.
Por Abril C., Movimiento Anticapitalista
Elecciones FECH y crisis de representación estudiantil
Hace años, la FECH arrastra una profunda crisis de representación, manifestada en la falta de participación en las votaciones de la federación desde 2017. La falta de quórum para conformar la mesa directiva es sintomática de un vacío en la democracia activa de las organizaciones políticas que han liderado la FECH. Fueron justamente las direcciones del Frente Amplio y el Partido Comunista, hoy en el gobierno, quienes han utilizado las organizaciones estudiantiles como motor de carreras políticas y ápices del gobierno de turno para actuar “a medida de lo posible” para conseguir mínimas migajas. La historia reciente de la FECH lamentablemente es una manifestación de esa deriva que ha culminado en una profunda crisis de representación.
Repasemos, en 2011, la FECH estaba encabezada por Camila Vallejo del Partido Comunista, quien hoy es vocera del Gobierno. En pleno apogeo de la movilización estudiantil, la estrategia política del PC consistió en desviar la movilización hacia el Congreso, desarticulando así la expresión más significativa de fuerza que el movimiento estudiantil estaba mostrando en las calles. Posteriormente, la presidencia de la FECH la ocupó Gabriel Boric del Frente Amplio, quien actualmente es el presidente del país. Siguiendo una lógica similar a la del PC, contribuyó a negociar con Bachelet la Beca Gratuidad, que está lejos de garantizar la gratuidad universal que se exigía en las calles. Esta medida fomenta una aproximación que concuerda con la lógica de reproducción del neoliberalismo en la educación, es decir, transferencias directas a privados a expensas de un derecho fundamental, expresión de como gobierna el conglomerado de Apruebo Dignidad en la actualidad.
Para lograr estos objetivos, evidentemente necesitan dinamitar cualquier instancia democrática de participación estudiantil, transformando las instancias estudiantiles en un espejo de las instituciones de la burguesía, donde unos pocos, en nombre de la «democracia», toman decisiones que van en contra de la mayoría. De esta manera, impulsan sus carreras políticas por un lado y, por otro, resultan beneficiosos para los empresarios del sector educativo.
Como consecuencia, convirtieron la FECH en un cascarón vacío y utilizaron la fuerza del movimiento estudiantil para que los dirigentes negociaran con el parlamento y los gobiernos de turno, tanto con Piñera como con Bachelet. Esta misma lógica ha sido seguida por los organismos estudiantiles, como la Confech, durante el gobierno de Boric. Desde marzo del año pasado, han mantenido una mesa de negociación con el Ministerio de Educación y se han negado a llevar a cabo movilizaciones, en un contexto de crisis educativa y una profundización del modelo y la persecución represiva, es así que las respuestas han venido de las y los secundarios y en paralelo se han desarrollado movilizaciones de docentes y educadoras de la fundación Integra, la ausencia de las federaciones universitarias expresa el rol del PC y el FA que frenan las fuerzas contenidas a nivel universitario. Ellos fueron los que llevaron la federación a la crisis en la que se encuentra.
¿La FECH como vocera de gobierno o representante estudiantil?
Desde el principio, fuimos críticos del Congreso Refundacional del año pasado por considerarlo antidemocrático. Una expresión de esto fue la cantidad de congresistas, y planteamos que deberían ser delegados mandatados, elegidos por las asambleas de base, en una proporción mucho mayor. Además, argumentamos que, al regresar después de la pandemia que eliminó los espacios comunes de debate y movilización de los estudiantes, el congreso debía centrarse en la lucha y la organización, con prioridad en la deliberación en las asambleas. Esto chocaba con la postura de las juventudes del gobierno, que siempre se opusieron a ello. La tarea de recuperar la FECH para sus estudiantes, docentes, trabajadores y la comunidad sigue pendiente, y sólo se logrará mediante una fuerza organizada independiente de los gobiernos de turno.
Tras alcanzar el quórum en mayo de este año, se llevaron a cabo las elecciones en las que la lista ‘Súbete a la FECH’, compuesta por las Juventudes Comunistas y Convergencia Social, obtuvo la primera mayoría y formó la mesa directiva.
Cabe destacar que lo que marcó las elecciones de 28 y 29 fue el temor a no lograr la participación necesaria del 25% del padrón para conformar mesa directiva como la última vez, la justificación del Congreso amañado. Después de una década de inactividad en la FECH, durante la cual no se fomentó la democracia ni se promovió la acción desde las bases, los estudiantes no ven en su gremio un espacio de organización sólido.
Recuperar la organización universitaria, construir una nueva izquierda anticapitalista y revolucionaria
De los notorios ausentes de las calles en los últimos años ha sido el movimiento universitario, lo cual refleja la relación funcional de las juventudes del gobierno con el poder de turno. Esta lamentable situación diluye la posibilidad de activar en un contexto social en el cual, debido al progresismo neoliberal y sus políticas de continuidad de los «30 años», se ha allanado el camino para que la ultraderecha se postule. En este escenario, se promueve un proceso constitucional antipopular, se implementan leyes represivas y, a 50 años del golpe militar, se reaviva la agenda de «a medida de lo posible». El Frente Amplio y el Partido Comunista no solo no hacen frente a la derecha, sino que gobiernan siguiendo su programa.
Pero el movimiento estudiantil sabe de luchas. Las grandes movilizaciones por la gratuidad, la ola feminista, la rebelión y las luchas contra la represión nos han nutrido de experiencias para hoy defender la independencia política de nuestros espacios deliberativos.
Es en este marco que las fuerzas que se vienen oponiendo a las políticas neoliberales que intentan aplicar los gobiernos tenemos que profundizar nuestra articulación. Teniendo en claro que la lucha que se viene no será por un cargo o por un centro, sino por la defensa de la educación, las condiciones laborales de nuestrxs profesores y funcionarios, por la condonación del CAE y por la gratuidad universal en la educación. Por la democratización, y el acceso irrestricto a la universidad por el derecho a la educación. A la modificación de los planes de estudios al servicio de la necesidad de las mayorías sociales y no del empresariado. Contra la represión hacia les estudiantes y movimientos sociales. En definitiva, transformar nuestra organización universitaria en una expresión de acción deliberante constante y combativa para transformar la universidad en un espacio de las y los estudiantes al servicio de nuestra clase. La educación como derecho y no como un privilegio.
Esa es la lucha que se viene, y nos tiene que encontrar fortalecidos en la unidad. Sin sectarismos ni oportunismos, construyendo en la diversidad con acuerdo y matices, muy al contrario de lo que suele hacer el PTR, que previo a las elecciones convocó a asambleas partidarias en un “llamado abierto”, para luego escribir un artículo que acusa al conjunto de la izquierda revolucionaria que activamos en la Universidad de Chile al no acudir a su instancia que actuamos “en un acto de profunda mezquindad y sectarismo” para rematar con que “esta ubicación, en los hechos, lleva a dejar en manos del reformismo y las burocracias la consciencia, organización y movilización de grandes sectores de estudiantes y de la sociedad”. La situación convierte en un doble chiste y se explica solo. Para aquellos que toman en serio la disputa política, resulta sospechoso afirmar que el 99% de las organizaciones son «sectarias», mientras la excepción es para los periodistas de Izquierda Diario y su ala estudiantil. Esta autoproclamación sobredimensiona sus propias capacidades y, al mismo tiempo, obstaculizar cualquier posibilidad de diálogo. Esto ejemplifica por qué la política universitaria a menudo se ha convertido en una caricatura.
Les hacemos un llamado a que reflexionen, porque las futuras luchas no serán por puestos institucionales, sino necesitarán de la amplia unidad, sin eufemismos ni oportunismos, para afrontar los embates del gobierno de Boric y la derecha y poder reconstruir una verdadera alternativa transformadora de las y los estudiantes.
Para eso, es necesario construir organización revolucionaria, democrática y consecuente. Que luche y se organice en cada lugar de estudio, de trabajo y en las calles. Para conquistar la educación pública, gratuita y de calidad, pero también para defender y conquistar más derechos, entendiéndonos parte de batallar por un cambio radical a nivel social desde una perspectiva anticapitalista. A 50 años del golpe de Estado, abramos el dialogo y sumemos voluntades para recuperar el hilo rojo de nuestra historia y aportemos en la reconstrucción de la izquierda revolucionaria en la universidad y en todo el país. Súmate con nosotras y nosotros.