Hoy conmemoramos 54 años de la Revuelta de Stonewall, que tuvo lugar un 28 de junio de 1969 en Nueva York, marcando lo que conocemos internacionalmente como el Día del Orgullo, un hito crucial en la lucha por los derechos LGBTIQA+.
Por Camilo Parada y Abril C., Movimiento Anticapitalista
En la madrugada del 28 de junio de 1969, la policía de Nueva York realizó un nuevo allanamiento al bar Stonewall Inn, ubicado en el Greenwich Village. La respuesta de la comunidad disidente no se hizo esperar, poniendo en aprietos a la feroz represión policial que, hasta ese momento, estaba normalizada por la moral burguesa imperante en Estados Unidos. Esta histórica revuelta tuvo lugar en un contexto marcado por movimientos de protesta, antagónicos al sistema y de agitación social, como el mayo francés de 1968, donde obreros y estudiantes buscaron desafiar las normas establecidas y luchar por una mayor igualdad y libertad. Estos movimientos se caracterizaron por protestas masivas, huelgas, ocupaciones de fábricas y universidades, pero también por la brutal represión estatal.
La figura de Marsha P. Johnson es fundamental en la revuelta de Stonewall. Marsha, una mujer trans, afrodescendiente, bisexual y valiente activista, desempeñó un papel unificador en la revuelta, encarnando el espíritu antisistema y la lucha anti-represiva del movimiento. Marsha era conocida por su incansable activismo y su lucha por los derechos de las personas trans-travesti y de la comunidad LGBTIQA+. Su participación en la revuelta representa el espíritu disidente, profundamente antisistema, de resistencia y lucha por la libertad sexual.
En muchos lugares del mundo, la recuperación neoliberal, ya sea reaccionaria o reformista, con su constante ‘pinkwashing’, hace todo lo posible por borrar el carácter subversivo y disidente del Orgullo, es decir, su marcado origen antisistémico. En Chile, esto queda patente con los autos de la policía adornados con la bandera arcoíris, camiones de marcas presentes en las marchas, y la dirigencia del MOVILH limitando sus reclamos al matrimonio homosexual y desviando la atención del carácter revolucionario del Orgullo a una mera marcha festiva para intentar despolitizar la lucha disidente. Parecen olvidar que la revuelta fue un punto de inflexión en la lucha contra la represión. La comunidad LGBTIQA+ resistió durante tres intensos días la violencia policial y la opresión sistemática, que hasta entonces era la norma, dando un hermoso ejemplo de autoorganización desde abajo, con una respuesta enérgica y colectiva que se convirtió en un llamado a la resistencia internacional. Es importante destacar que nuestra comunidad no es homogénea, y que las personas racializadas y de bajos recursos, como Marsha P. Johnson, enfrentan opresiones adicionales basadas en la discriminación racial, de género y social.
La revuelta de Stonewall plantea cuestionamientos y debates que siguen vigentes 54 años después, sobre las estructuras sociopolíticas y la moral dominante inherente a un modelo y organización social determinados. El capitalismo, el patriarcado y la moral burguesa son sistemas opresivos que reproducen y perpetúan la discriminación y la represión hacia la comunidad LGBTIQA+. Estas opresiones también se entrelazan con aspectos de clase, género y origen étnico. Nuestra lucha por la libertad sexual, los derechos y contra la opresión incluye una crítica al sistema económico y a las normas culturales que limitan la expresión de la identidad y la sexualidad. Estas opresiones se centran principalmente en la población trans-travesti, las mujeres y los cuerpos feminizados.
Desde la revuelta de Stonewall, se ha avanzado significativamente en la lucha por los derechos LGBTIQA+ en muchos países, pero aún persisten desafíos y profundas discriminaciones y opresiones. A nivel mundial, las personas con disidencias sexuales y de género enfrentan diferentes niveles de reconocimiento y aceptación, pero también de opresión, siguiendo una lógica de desarrollo desigual y combinado. Algunos países han implementado leyes y políticas progresivas, aunque aún insuficientes, mientras que en otros, la represión, la criminalización y la discriminación continúan siendo moneda corriente. A la fecha, hay 64 países con leyes que tipifican las relaciones entre personas del mismo sexo como delito, muchas de estas normas y leyes son herencia de la colonización europea. En algunos países, la situación es catastrófica, como Brunéi, Irán, Mauritania, Arabia Saudí, Yemen o Uganda, y en los estados del norte de Nigeria, donde incluso en pleno siglo XXI se castiga con pena de muerte a personas LGBTIQA+. La discriminación a nivel mundial no se limita únicamente al ámbito jurídico, sino que incluye la limitación de acceso a la salud, dificultades para encontrar empleo, acoso u hostigamiento en el lugar de trabajo, en el entorno educativo, en los hogares y en la calle.
Este año, el Orgullo antisistema tiene un significado especial en nuestros territorios, porque además se cumplen 50 años de la histórica protesta disidente chilena, conocida como «Las Locas del 73», la cual tuvo lugar durante el último año del proyecto de la Unidad Popular, a pocos meses del golpe de Estado civil-militar y la contrarrevolución neoliberal. Este hito marca nuestro propio Stonewall, donde las personas con disidencias sexuales se organizaron para luchar por sus derechos y se convirtió en un momento clave para la comunidad trans chilena.
Sin embargo, a pesar de los avances en la igualdad de género y los derechos de las personas trans en Chile, aún existen desafíos importantes para todos quienes luchamos por romper con este sistema de opresiones. El acceso a la atención médica adecuada sigue siendo un desafío para muchas personas trans en Chile, si bien la Ley de Identidad de Género establece el derecho de las personas trans a recibir atención de salud integral, incluyendo tratamientos hormonales y cirugías de afirmación de género, no se ve respaldada por una voluntad política real que sostiene un sistema de salud anclado en el beneficio empresarial y no como un derecho social con perspectiva de género. La disponibilidad y el acceso a estos servicios son limitados, especialmente fuera de las principales ciudades, y a menudo se enfrentan a la burocracia y a la moral burguesa imperante. La discriminación y la violencia continúan siendo una realidad para las disidencias en Chile, afectando el acceso al empleo, la educación y la vivienda. Además, las personas trans enfrentan un alto riesgo de ser víctimas de violencia física y verbal, lo que impacta su seguridad y bienestar. La falta de oportunidades laborales adecuadas contribuye a la exclusión social y a la vulnerabilidad económica de esta comunidad.
Desde el norte hasta el sur, de este a oeste, el capitalismo y el patriarcado forman una alianza criminal: una doble hélice que se retroalimenta. Son sistemas de explotación, opresión, desigualdad y violencia. Les anticapitalistas disidentes debemos reivindicar el espíritu transformador de la revuelta de Stonewall y de Las Locas del 73. Estos son hitos cruciales en la lucha por todos nuestros derechos, que se producen en un contexto global de protestas y movimientos sociales, como el Mayo Francés o la Unidad Popular. La revuelta representa hasta nuestros días un desafío al sistema y a las estructuras de poder, cuestionando claramente al capitalismo, al patriarcado y a la moral burguesa.
Aunque se han logrado avances en algunos países en la lucha por la igualdad y la libertad sexual, todavía queda mucho por hacer para alcanzar una verdadera igualdad y protección para las disidencias sexuales en todo el mundo, sobre todo en un contexto de aguda crisis económica en dónde los gobiernos atrincheran cada día más los derechos básicos y fundamentales para mantener el beneficio de algunos pocos, fomentando así la agenda de la derecha que se intenta imponer en diversos lugares del globo.
Desde el Movimiento Anticapitalista, sección chilena de la Liga Internacional Socialista, nos organizamos para destruir este doble sistema de opresiones y para construir una sociedad justa e igualitaria desde abajo, con la mayor democracia. Luchamos por una sociedad genuinamente socialista, donde todos los derechos sean para todas las personas, para que la vida valga la pena de ser disfrutada. ¡Súmate a activar con nosotres!