Encuentro socioambiental internacional de la LIS: Sí mirar hacia arriba. No hay planeta B

La magnitud de la crisis climática planetaria ya no deja margen al negacionismo. Las élites y poderes económicos mundiales se apropian del concepto de transición ecológica como un plan de distracción ante el creciente grado de conciencia popular frente al desastre socioambiental. En mega-cumbres empresariales con envoltorio ecológico, se alientan planes de incentivo presupuestario con dinero público para la reconversión sustentable de corporaciones contaminantes. Son variantes de capitalismo verde en manos de aprendices de brujo. Frente a este panorama, desde el Comité Ejecutivo de la Liga Internacional Socialista convocamos al Primer Foro Internacional Socioambiental en el mes de septiembre con participación de referentes de colectivos, activistas y representantes de países de los 5 continentes. Desde Sudamérica y Europa Occidental hasta África. Desde Australia hasta Centroamérica. Desde el Este de Europa hasta Asia del Sur, pasando por Medio Oriente. Porque nosotros y nosotras, sí miramos hacia arriba. 

Por Mariano Rosa Coordinador de la Red Ecosocialista de Argentina

El año pasado Netflix estrenó “No mires arriba”, protagonizada por Leonardo Di CaprioEl argumento de la película es bien simple: un grupo de jóvenes científicos descubre a través de cálculos astrofísicos que un asteroide va a chocar en seis meses contra la Tierra y provocar una extinción masiva. La historia expresa tres ideas que rescatamos para presentar un paralelismo con el panorama planetario actual, real, no cinematográfico: 

  • El colapso es inevitable, científicamente comprobado con anticipación. 
  • Los poderes político y económico promueven la desinformación, la confusión y las salidas a bajo costo económico para grandes empresas capitalistas. 
  • Vemos el tamaño del desastre, pero, aun así nos lo quieren ocultar. 

A contracorriente del sentido común que instalan los que mandan, el grupo de jóvenes científicos combaten la idea de “no mirar hacia arriba”, es decir: combaten el escepticismo en condiciones de extrema minoría. 

Por supuesto que no vamos a romantizar esa película ni recomendar acríticamente ningún producto cultural de Netflix con toda su carga ideológica. Pero sí tomamos un mensaje subyacente como orientación y fundamento de la convocatoria a nuestro Ier Foro Internacional Socioambiental: sí, miramos hacia arriba, con los ojos bien abiertos. Porque no hay planeta B. 

Ni un minuto más 

El libro «Perdiendo la Tierra», de Nathaniel Rich plantea una tesis inapelable: en 1979 ya sabíamos prácticamente todo lo que hoy conocemos sobre el cambio climático. La ciencia del clima en los 70 y 80 anticipó las coordenadas centrales de la dinámica que hoy se está cumpliendo casi milimétricamente en orden al efecto invernadero. Esperar, postergar, negar, distraer, es la respuesta que los poderes capitalistas del mundo desplegaron desde entonces hasta hoy. James Hansen, climatólogo de la NASA, publicó en 1981 un artículo al respecto en la revista Science y compareció en 1988 ante el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado de los Estados Unidos. Presentó evidencia categórica apuntando a una conclusión nítida: las emisiones de CO2 derivadas principalmente del uso masivo de combustibles fósiles provocan un aumento de la temperatura media del planeta en forma ascendente.  Dio una contundente voz de alarma en el corazón del poder político imperialista. Fue estigmatizado y perseguido. Condenado al ostracismo científico. 

Más todavía, en la ya prehistoria del movimiento socioambiental, sabemos hoy que científicos de la empresa petrolera Exxon predijeron con exactitud en 1982 los niveles de CO2 en la atmósfera a los que llegamos de forma reciente. Con ese insumo como precioso instrumento social en la mano, la corporación optó por ocultar todo y destinó millones de su presupuesto en publicidad a fomentar un negacionismo climático militante descarado. Después de todo eso, se sucedieron informes del IPCC que desde 1990 hasta el último de hace pocas semanas, se fueron verificando y respaldando con solidez científica todas las hipótesis de Hansen y de los climatólogos de hace ya 50 años. Pero para finalizar este tramo del artículo, un dato que cuantifica las consecuencias del retardo capitalista a las medidas urgentes: desde 1992 hasta la actualidad se han emitido a la atmósfera el 50% de todas las emisiones de CO2 de la historia de la humanidad. Impresionante. 

Aprendices de brujo buscando la cuadratura del círculo 

Conforme la curva de emisiones fue creciendo año a año, la necesidad de medidas estructurales y a escala mundial se fue haciendo evidente. Esto acorrala al capitalismo global y a su dinámica económica que presiona hacia una permanente reproducción ampliada y petrodependiente. Para el salvataje de emergencia del 1% llegan siempre a tiempo los voceros a sueldo de la ciencia climática para ofrecer soluciones tecnológicas innovadoras. Desde hace unos años, pocos, se nota claramente la intervención de estos personeros de la ciencia indigna en los informes de IPCC plagados de siglas diversas: 

  • BECCS (Bioenergía con captura y almacenamiento de carbono).  
  • DAC (Captura directa de aire). 

Estas soluciones novedosas permitirían hacer compatible el capitalismo y la reducción de emisiones. Son las llamadas «tecnologías de emisiones negativas», y su propósito sería eliminar el CO2 que ya existe en la atmósfera. Por lo tanto, entonces, ¿qué consecuencias tiene la acción de estos descubridores de la cuadratura del círculo?: 

Se puede seguir quemando combustibles fósiles durante más tiempo. 

Operar una descarbonización más lenta y olvidarnos de los engorrosos planes de reducción drástica. Incluso podemos superar temporalmente los límites de calentamiento de 1.5 o 2ºC para luego volver a estabilizar el clima por debajo. 

Aunque lo anterior parezca incurrir en cierto exagerado tecnicismo, en realidad, es lo que ocultan los eslóganes de «cero-neto», «compensaciones de carbono» y «soluciones basadas en la naturaleza» que dominan las políticas climáticas oficiales en el mundo. 

Ahora bien, ¿cuál es el pequeño y secundario detalle? Nunca fueron probados ni el funcionamiento, ni la viabilidad de estas tecnologías. 

En definitiva, como en el film de Di Caprio, en lugar de desviar el asteroide, el rumbo de las políticas climáticas oficiales del capitalismo dominante quiere arriesgar la suerte de toda la civilización a carísimos e inciertos instrumentos tecnológicos capaces de resolver todo a última hora. Se los décimos a gritos: ¡de ninguna manera! 

Con los ojos bien abiertos: entender, actuar, cambiar lo que sea necesario 

Hace 20 o 30 años, posiblemente el negacionismo tuviera más margen de acción e influencia potente. Pero a medida que los impactos del calentamiento global se fueron haciendo más visibles, la conciencia social aumentó. En especial con la ola verde de movilización juvenil pre-pandemia que puso en agenda con contundencia la gravedad y urgencia del asunto con importantes protestas internacionales. Por lo demás, el centro de atención ahora está puesto en las medidas de rescate eco-social para nuestra civilización. 

Y en ese plano, las y los anticapitalistas y ecosocialistas de la LIS, tenemos mucho de qué hablar: por experiencia de luchas, por elaboración teórico-política, por tener efectivamente los ojos bien abiertos para entender, actuar y transformar todo lo que sea necesario. 

Desde esa perspectiva, a la izquierda de toda la llamada comunidad internacional cooptada por las corporaciones, convocamos al I° Foro Internacional Socioambiental, y hacemos especialmente un llamado a las juventudes que luchan en todo el mundo contra las atrocidades que provoca la matriz productiva capitalista y que amenaza el futuro de la vida planetaria. 

Con el propósito de arribar a conclusiones comunes y organizarnos de forma consciente, vamos a proponer deliberar en paneles con expositores de diversos países sobre varios ejes temáticos estratégicos, con participantes de los 5 continentes.

Por encima de las fronteras. Con la tarea histórica de activar el freno de emergencia. 10 y 11 de septiembre. Porque no hay Planeta B.