Boric, Aylwin, derechas y polarización. Proponer izquierda anticapitalista

La ceremonia para inaugurar la estatua del golpista Aylwin fue un claro ejemplo de la hoja de ruta del gobierno de Gabriel Boric. En simultáneo se profundiza la polarización social y política a partir de la profunda crisis económica. La derecha se postula, hace falta responder por izquierda. Nuestro análisis y propuestas.

Por Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista

Gabriel Boric y el retorno a la Concertación

A inicio del mes de noviembre se citó al cónclave de los partidos oficialistas, tanto de Apruebo Dignidad con el Frente Amplio y el Partido Comunista, y los partidos de la ex Concertación de Socialismo Democrático, en dicha convocatoria la ministra del interior, Carolina Tohá (PPD), planteó a la prensa que “el tema no se trata ni se relaciona con realismo sin renuncia; se trata de los desafíos de Chile hoy día y la necesidad de transformar esta forma particular en que se han generado los apoyos al Presidente Boric”, aludiendo al retorno de la medida de lo posible o el realismo sin renuncia de los gobiernos de la ex Concertación ante el estancamiento concreto que vive el oficialismo al no contar con el relato que brindaba la posibilidad de un cronograma institucional que sumara en la postergación de expectativas, lo que permitía la narrativa de la Nueva Constitución y que posterior al plebiscito se esfumó.

El rechazo al borrador de la Nueva Constitución dejó sin relato al gobierno de Boric al quitarse del mapa el órgano que ordenaba la fábula de un “posible cambio”, mientras que aún se aplica y se seguirá aplicando el programa de la crisis comandado por el empresariado, dicho de otra forma, el relato propagandista se agotó antes que se agotara los golpes contra la clase trabajadora en un contexto de inestabilidad signado por la nueva etapa abierta en el país tras la rebelión el 2019 que, más allá del nuevo momento que transitamos, las fisuras con la institucionalidad de los 30 años y los representantes de los partidos del bloque gobernante no logra cerrar. En dicho tono el cónclave buscaba encontrar acuerdos y también fue una medición de perspectivas posterior al revés del plebiscito del 04 de septiembre, es decir, rearmarse para la política de “normalización pre-estallido” y a su vez implementar una serie de medidas para afrontar la crisis económica que se profundiza en el país en virtud de garantizar la acumulación neoliberal.


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Fue de esa forma que el ajuste de carteras ministeriales se apresuró en el desembarco casi total de la ex Concertación tras el rechazo y el reacomode auto justificado con el plebiscito se manifestó, en palabras de Boric, que no se puede “ir más rápido en las transformaciones de lo que el pueblo entiende”, así se movió íntegramente a las coordenadas de los 30 años. La derecha por su parte toma ofensiva, aunque el acuerdo común de los representantes del régimen es la necesidad de una nueva legalidad que garantice un nuevo re-impulso de acumulación capitalistas, razón de la actual negociación de un nuevo acuerdo constitucional que busca pactarse a puertas cerradas, debate aún presente como prioritario del partido del orden.

Esta definición marca las coordenadas del gobierno de Boric que a diferencia de la socialdemocracia clásica está lejos de concebir en su proyecto reformas progresivas y a su vez no cuenta con una bonanza económica que permita cierta estabilidad social como se vio beneficiada la ex Concertación durante los 90’. El ciclo de bonanza de los precios de los commodities impactó de lleno con la crisis mundial del 2008 y en la actualidad se suman antecedentes de mayor profundidad en los índices decrecientes a nivel global acelerados por la pandemia y la guerra en Ucrania, Chile es sintomático de la crisis económica que recorre a nivel mundial.

Es por eso que, a casi un año desde las elecciones de primera vuelta presidenciales, Apruebo Dignidad es más garrote que zanahoria e incluso borra con el codo las mínimas propuestas positivas del programa que agitó en campaña el Frente Amplio y el Partido Comunista, mientras que el sello de garantía al capital implicó el giro discurso para dejar atrás la tónica de “progresista” para transformarse en una nueva narrativa de la derrota del posibilismo ajustada a la frase que patentó el sello del gobierno de la transición de Patricio Aylwin sobre las reformas y la “justicia en la medida de lo posible” en relación a los violadores de DDHH de la dictadura, frase insignia para la democracia pactada de los 30 años. Dicha lógica no es menor para develar el proyecto del Frente Amplio y el PC  y como ajustan sus ruta de acción, es así que, ceremonia de por medio, Gabriel Boric junto a ex presidentes, incluido Piñera, inauguró la estatua al DC Patricio Aylwin, agitador del golpe pinochetista y garante de la perpetuación del modelo capitalista neoliberal y la impunidad durante la transición, las palabras de Boric son ejemplificadoras: “Si alguna vez se nos recuerda a los Cariola, Jackson, Vallejo, Boric de la actual generación como hoy se recuerda a Aylwin, Frei, Leighton, Tomic, Fuentealba, sin lugar a dudas habremos cumplido nuestro cometido”, una mención de sinceridad de la nueva camada de administradores del capital con domicilio en el FA y el PC.

Los ejemplos de esta deriva a nivel político son claros y se expresan con reformas claves del gobierno como en pensiones que ratificó la capitalización individual reciclando las AFP; al igual que la validación de los nuevos tratados coloniales como el TPP; mientras asedian militarmente el territorio mapuche y asumen como suya la represión y defensa de la impunidad para los violadores de DDHH, en tanto la prisión política se mantiene luego de tres años de la rebelión. Así mismo, el presupuesto 2023 generó un amplio recorte en los derechos sociales básicos. Boric tiene un récord en la aplicación de cada iniciativa al son de la derecha.

Polarización social y las derechas

El trayecto del gobierno de Boric hasta acá implica la continuidad de la política de los 30 años, ajuste y represión, involucrando una acelerada experiencia con su mandato que es potenciada por la brutal crisis económica que cae sobre quienes vivimos de nuestro trabajo. Es el gobierno del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, es decir, más allá de las diferencias entre los partidos burgueses, el actual mandato encarna el intento de pacificar los ánimos sociales, tal como lo expresamos en el punto anterior. Evidentemente el mandato tiene muchos problemas por la inestabilidad económica y la profundización de la polarización social y política.

El triunfo del rechazo, sin ir más lejos, en parte se explica por la nula respuesta con medidas concretas para afrontar la crisis, rumbo ratificado hace pocos días por el propio Boric que planteó que es imposible la congelación de precios ante la histórica crisis inflacionaria. Este punto es central como problema del gobierno y el régimen lo sabe, es por eso que, si bien es un proyecto de relativa unidad del bloque en el poder, los sectores de derecha experimentan en la polarización. La movilización del gremio empresarial de camioneros y el apoyo intrínseco del aparato policial es una expresión de aquello, así posicionan iniciativas ultraderechistas para presionar aún más en la agenda empresarial.

En ese sentido, la noche del lunes 28 de noviembre se logró destrabar el lock-out empresarial del gremio de camioneros con los llamados “descolgados”, grupo que presionaba con mantener los cortes de carretera pese a que días previos otro sector ya había negociado con el gobierno. La clave del acuerdo fue la intromisión directa del gran empresariado a través del líder de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Juan Sutil, justamente él permitió el avance del gobierno en aceptar un mayor acuerdo con los empresarios camioneros. El subsecretario de gobierno Monsalve planteó en ese momento que “el gobierno insistió desde el principio que el aumento del costo del combustible que impacta en el costo del transporte, era un problema de tarifas y que el gobierno no fijaba las tarifas, que los que fijan las tarifas es el sector empresarial, y finalmente hoy vimos que durante la tarde, la CPC estuvo sentada con los dirigentes y llegaron a un acuerdo para garantizar que cuando suban los combustibles, aquellos pequeños o medianos camioneros que no tienen un trato justo, lo tengan, lo que tiene que reflejarse en tarifas justas”, expresando la complicidad gubernamental en los negociados del gran capital.


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Gobernar con un programa de derecha alimenta la presentación política por derecha de los sectores más reaccionarios de la burguesía frente a la creciente carestía y precarización social. El gremio empresarial de los camioneros es parte de aquello, al igual que latifundista como el APRA en el sur, aunque su expresión política experimenta postulaciones con el Partido Republicano y Kast, al igual de populismos como el Partido de la Gente y también se expresa en los coqueteos de Pamela Jiles con estos partidos para asumir políticas parlamentarias con oscilaciones discursivas confusas. En simultáneo, es una realidad que la orientación del régimen es evitar la polarización e intentar seguir encauzando vía la actual institucionalidad de partidos estables (en crisis) que brindó el “oasis latinoamericano”, es por eso que se celebró el desbarranco del Partido de la Gente como una nueva Lista del Pueblo, es decir, de no profesionales de la política (esta vez por derecha), impugnando cualquier tipo de outsider y por su parte, los partidos clásicos de derecha, la UDI y RN,  también se posicionan en orden de un discurso normalizador parar las presiones al interior del Congreso, ganando peso en los nuevos reacomodes con la DC, la habitual “centro-derecha”. Aunque por otro lado, también es una realidad que la polarización social y política seguirá profundizándose por el contexto económico y la ausencia de izquierda anticapitalista es una carencia que aporta a la acumulación del descontento por expresiones populistas.

Enfrentar al gobierno y frenar a la derecha impulsando izquierda anticapitalista

La falsa ideología que agitan los dirigentes del Frente Amplio y del Partido Comunista es plantear que la correlación de fuerzas en el Congreso no les permite avanzar, además del relato sobredimensionado de las fuerzas armadas y gremios como los camioneros, con el mantra del “no se deben provocar”. Así justifican que gobiernan con un programa de derecha y a su vez ayudan al fortalecimiento de las alas más nostálgicas del pinochetismo. La movilización empresarial de los camioneros fue un ejemplo, aunque y peor aún, es la política del gobierno para mantener la continuidad de Ricardo Yáñez a manos de carabineros, el mismo que comandó la represión con Piñera durante la rebelión. El gobierno sabe que para aplicar el ajuste necesita del garrote represivo y señales a la burguesía vía estatuas para mantener la unidad del bloque gobernante.

Claramente el gobierno del Frente Amplio y el PC junto a la ex Concertación no tiene nada que ver con los intereses del 99%, cada día crece la decepción en estas variantes del “no se puede”, dejando espacio tanto a derecha como izquierda frente a la desilusión social. A su vez es un aprendizaje que apunta a sacar conclusiones: gobernar y confiar en los parámetros de la actual institucionalidad deriva a la adaptación al régimen burgués, la experiencia de Boric y en otra medida con la Convención Constitucional expresan esta situación, la última abandonando toda participación social y embaucados en el negociado de pasillos, no solo no se logran cambios con esta orientación, también abre espacio al avance de la derecha sin oposición. 

Un proyecto transformador requiere otra institucionalidad amparada en la mayor democracia social junto a la movilización, midiendo las fuerzas en las calles. La rebelión dejó una rica experiencia que es posible transformar todo, esa experiencia es lo que ganamos como pueblos: auto-organización, auto-defensa y movilización. Lo que hizo falta fue una alternativa que no pacte y vaya por todo, el objetivo ahora es anticiparnos para los nuevos momentos de la lucha de clases construyendo organización con una estrategia revolucionaria, ese desafío nos proponemos como Movimiento Anticapitalista en Chile y en más de 30 países con la Liga Internacional Socialista.

A partir de las lecciones y los desafíos del presente es fundamental retomar la ofensiva para frenar el avance de la agenda empresarial y el fortalecimiento de los sectores más nefastos de la derecha y sus populismos, contraponiendo un verdadero programa económico y social de salida para la clase trabajadora. Con dicha base opinamos que hace falta más que nunca un amplio diálogo entre la izquierda anticapitalista, movimientos sociales y sindicatos de lucha para impulsar un gran movimiento político y social que se postule como alternativa radical, oponiéndose con organización y movilización a las medidas anti mayorías del gobierno, así también poner freno a la derecha que se alimenta del descontento. Es posible si, más allá de las diferencias, las diversas organizaciones con perspectivas transformadoras podamos poner por delante un método democrático para que primen los acuerdos y podamos trazar una hoja de ruta común para que la crisis la paguen los capitalistas.

Desde nuestra organización buscamos colaborar en dicho camino unitariamente y para hacer fuertes estas ideas te invitamos a sumarte con nosotras y nosotros en el Movimiento Anticapitalista y la LIS.