Las últimas semanas se ha tensado a nivel social la discusión sobre los acontecimientos represivos en los establecimientos educativos. Los medios de comunicación y los representantes de los partidos del régimen salen en defensa de la política autoritaria de Aula Segura. Todo un dispositivo desmovilizador hacía un sector que ha sido vanguardia de lucha en la última década en nuestro país, política que suma el antidemocrático intento de imponer un toque de queda juvenil. La juventud, un sector fundamental para la transformación social: enfrentar y proponer, nuestra estrategia para dar vuelta todo.
Nos quieren sin futuro, les respondemos sin miedo.
El municipio de Santiago con el RN Alessandri, encontró a través de Aula Segura la libertad para encomendar las políticas represivas de la Ministra Cubillos de la mano de una definición global del gobierno: la utilización de la fuerza para desmantelar toda posibilidad de acción democrática y de movilización del estudiantado, telón de fondo que constituye la violencia de las fuerzas especiales al interior del Instituto Nacional, en el Liceo 1, entre otros establecimientos. Un eslabón dentro de un proceso mayor que apuntala a la juventud a base de un aleccionamiento, disciplina autoritaria y control. Constituyéndose como una normativa complementaria a leyes como el Estatuto Laboral Joven que somete a condiciones de contrato basura a los menores de 30 años.
A su vez, se intensifican los diversos ataques a la educación escolar, parvularia y universitaria, piezas del trayecto del régimen en su intención de aumentar ganancias a costa de derechos tan básicos y elementales como son la educación y el trabajo. Aquel esquema se refuerza con la mediática apuesta criminalizadora hacía la juventud de 8 comunas en una consulta para validar el toque de queda a menores de 16 años, nostalgia de la dictadura, tal como Aula Segura. Su “democracia”, la del 1%, le está significando un escollo en su ofensiva, ya que saben que las y los secundarios en particular y los jóvenes en general, son y serán reactivos para desbaratar esta hoja de ruta del gobierno, pudiendo contagiar al resto de la sociedad, algo que temen.
Lo vivido en nuestro país es sintomático de un panorama mundial en un momento de inestabilidad económica, situación que motoriza a los representantes del capital para recuperar las tasas de ganancias como misión numero uno en toda la orbe, siendo la juventud una reserva social para aumentar sus beneficios, así nos ven. Entonces, necesariamente confrontamos intereses antagónicos, de clases. La burguesía, banqueros y sus representantes frente al 99% de la población, demostrando lo anti-social de un sistema que vive a costa de las mayorías. Sin embargo esto activa rebeldías, nuevas experiencias callejeras que se interponen a estos planes, un motor internacional que ponen a la juventud en primera fila. En Francia con los chalecos amarillos haciendo retroceder las políticas de Macron y a la policía. En Brasil mujeres, disidencias y juventud enfrentan al protofascista de Bolsonaro, empalmando con trabajadores que ya demostraron su fuerza al paralizar en una primera huelga general en el gigante sudamericano, siendo los jóvenes fuerza auxiliar en cada corte de ruta. Además, somos la fuerza social que constituye al feminismo que cuestiona todo. Somos también l-s jóvenes quienes ponen las voces de alarma contra el cambio climático, demostrando que existe resistencia en cada lugar y que es posible detenerlos y pensar nuevos horizontes. La ofensiva del capital perfilará necesariamente nuevas resistencias, característica de la etapa que transitamos.
Experiencias y limites, aprendizajes para una generación anti-sistema.
Si repasamos la historia reciente de nuestro país veremos que la reacción juvenil ha sido una marca central de rebeldía y lucha, logrando re-diseñar el mapa político desde el 2006 – 2011, fenómeno permitido gracias a empalmar con amplios sectores sociales y así imponer debates a fondo como fue la educación gratuita, una consigna que rebalsó a los dirigentes del momento. Fueron aquellas conducciones políticas que también se cuestionaron como parte del problema, el Partido Comunista al ser clave en la parlamentarización y limitar el proceso hasta abandonarlo, priorizando acuerdos para lograr entrar al gobierno de Bachelet y fomentando figuras para el Congreso, entre ellas Camila Vallejo. Una situación similar vemos ahora con el Frente Amplio, estos últimos con 20 diputados -gran parte de dirigentes proveniente de aquella experiencia- quienes además cuentan con mayoría en las federaciones universitarias. Contando con este caudal no han querido jugar un rol protagónico a favor de la movilización, decayendo en simplezas institucionales por fuera de cualquier decisión democrática que asumen quienes se están movilizando. Una traba para el desarrollo del proceso al priorizar acuerdos con la “oposición” en vez de reforzar las protestas con su tribuna parlamentaria y activando las federaciones universitarias.
Sin dudas, sería otra la situación si dejaran atrás aquella pasividad apoyando a los secundarios contra la represión, a los profesores y educadoras de párvulo por sus mejoras laborarles, fomentando a través de las federaciones universitarias enfrentar el cambio curricular que deja fuera a historia y ed. física. Un diagrama social de sectores en lucha que plantean la posibilidad de levantar un gran movimiento para salir de la crisis de la educación y debatir a fondo con la fuerza callejera un nuevo modelo educativo. Aquella dicotomía entre la voluntad de las masas en confrontar en las calles y las limitancias de las direcciones políticas hay que superar como una principal tarea.
Por nuestra parte, opinamos la necesidad central de fomentar cada organismo de base, en dónde sean las instancias fundamentales de decisión colectiva que emanen cada medida, en asambleas, nutriendo y proponiendo permanentemente el recambio cada vez que sea necesario de los dirigentes, así impedir las decisiones cupulares. A su vez y complementariamente, disponerse en la construcción de una fuerza de mayorías como política sustancial para frenar los intento del gobierno, anteponiendo demandas sentidas socialmente para constituir confluencias que motoricen la movilización de masas, empalmar con sectores en lucha y solidarizarse con las que surjan.
Aquellas tácticas son parte de nuestra ruta como Movimiento Anticapitalista, aprendiendo de las lecciones de otros procesos y proponiéndonos en la disputa política, sin suplantar los movimientos sociales, gremiales ni sindicales, aunando con voz propositiva y dialogando sin imposiciones para la unidad de las fuerzas que se dispongan democráticamente en la movilización. Todo esto como perspectivas de nuestra organización.
Construir una juventud anticapitalista organizada para dar vuelta todo.
El periodo que transitamos pone a la juventud en un eje central que motoriza la resistencia, al ser una reserva de rebeldía y voluntad transformadora. Por su parte, gran parte está decepcionada de quienes dicen haber representado sus intereses, formando parte de la institucionalidad burguesa sin cuestionarla. El posibilismo de quienes nos pregonan que es “infantilismo” y “utópico” desmantelar el sistema, por lo tanto es impracticable una militancia revolucionaria, el PC y el Frente Amplio sus fieles representantes en nuestro país. Cuestionar a fondo dichas direcciones, sus motivaciones y resultados es un movimiento positivo para una generación que asume el enfrentamiento directo contra la represión, revitalizando lo mejor para dar vuelta todo.
Es por todo este potencial que la juventud juega un papel protagónico, fundamental, tal como lo ha demostrado la historia en reflejarse como fuerza auxiliar para los cambios sociales en unidad con las y los trabajadores. Su irrupción y la disposición de fomentar una política revolucionaria junto a la clase y con el 99% es sustancial para la confrontación directa contra el capitalismo, porque sabemos que disponen medios de comunicación, fuerzas represivas e instituciones que carecen de espíritu deportivo, por lo tanto no nos engañamos con el pacifismo ni con las medias tintas. También sabemos que no nos bastará con el actuar individual que propone el anarquismo, tampoco cedemos sobre la política de “humanizar el capitalismo” como lo plantea el posibilismo del PC y el FA, ya que es un sistema caduco, partero de crisis y revoluciones. Todo lo contrario, disponer nuestras fuerzas en construir una nueva alternativa política que hace falta en nuestro país para dar vuelta todo: socialista, feminista, ecologista e internacionalista, que nutra a nuestra organización con la voluntad de muchas y muchos para no tan solo resistir, sino pasar a la propuesta y ocupar la política. Te invitamos a sumarte a dialogar junto a nosotras y nosotros, impulsar una fuerza política revolucionaria en nuestro país con el Movimiento Anticapitalista y en el mundo junto a la Liga Internacional Socialista.
Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista.