A 48 años del golpe. Análisis y lecciones para el presente

Por Maura Fajardo y Camilo Parada, Movimiento Anticapitalista

Se cumplen 48 años del golpe de estado que terminó por barrer a punta de fusil el proyecto de la “vía pacífica al socialismo” impulsado por el gobierno de la Unidad Popular. Un genocidio que fracturó la vida de millones de personas que vivieron directamente los embates del terrorismo de Estado el cual cimentó las bases del modelo país que vivimos hoy, el Chile capitalista neoliberal de los 30 años. Nuestros análisis de un proceso que aún sigue teniendo historias por contar.

El proyecto de Allende

La década del 60 en América Latina estuvo marcada por la tónica de la revolución cubana, generando simpatía y radicalización en amplias franjas de la población, luego la influencia en el 68 con el mayo francés impulsó la fuerza de radicalidad del movimiento estudiantil y la unidad con los sectores obreros, así vivimos el Cordobazo en Argentina y olas de manifestaciones por toda la región. Aquello en nuestro país fue diagramando la necesidad de cambios estructurales y las ideas del socialismo fueron tomando fuerza en amplios sectores de una sociedad que acumuló decadas de experiencia al calor de la organización obrera. En 1967 se producen importantes procesos de movilización estudiantil por la reforma universitaria, en el campo el ascenso de la organización campesina cobraba fuerza al fragor de la consigna “tierra para quien la trabaja”, mientras que la organización de las y los trabajadores motorizaban cientos de huelgas. Comienza el declive del proyecto político de la DC por la acelerada experiencia que se realizaba con su gobierno y empieza a tomar musculatura la Unidad Popular (proyecto que desde sus bases conformó nacionalmente los comités de la UP, que tras la elección fueron disueltos). Así, luego de presentarse a 4 elecciones consecutivas en 1970 Allende llega al poder con el fin de construir “la vía pacífica al socialismo”.

La UP era un conglomerado donde convivían partidos tales como el Radical, MAPU (Ruptura por izquierda de la DC), API de Rafael Tarud, (partidos reformistas pequeños burgueses), por su parte el PC y PS que en ese tiempo contaban con un importante base social en la clase obrera, en el campesinado y en el movimiento estudiantil, eran los partidos de mayor influencia dentro del conglomerado. El programa de la UP enfatizaba que “la única alternativa verdaderamente popular y, por lo tanto, la tarea fundamental que el Gobierno del Pueblo tiene ante sí, es terminar con el dominio de los imperialistas, de los monopolios, de la oligarquía terrateniente e iniciar la construcción del socialismo en Chile”. [i]


Te puede interesar: Entrevista a Tomás Pizarro Meniconi, presidente Cordón Industrial Recoleta en 1973


El anclaje real del programa en los sectores populares, de la clase trabajadora y como estos intentaban llevarlo a fondo se expresaban a contrapelo de los intereses de la dirección política que desviaba la importancia de estos sectores y el protagonismo de sus formas de organización para respaldar la institucionalidad burguesa, así, se fue poniendo a prueba el proyecto de la UP y los limites de la vía pacifica.

En palabras de Allende: “se nos mira con afecto fraternal y combativo por millones de hombres, mujeres y jóvenes en el mundo, que ven en la experiencia nuestra la tentativa consciente de un pueblo que abre un poderoso cauce de transformaciones a través de la vía eleccionaria. Dentro de la democracia burguesa vamos a encontrar los resortes que nos permitan realizar los cambios fundamentales que modifiquen a fondo la vida política, económica y social de nuestro pueblo. Hemos ganado por los cauces legales. Hemos vencido a través del camino establecido por el juego de las leyes de la democracia burguesa, y dentro de estos cauces vamos a hacer las grandes y profundas transformaciones que Chile reclama y necesita. Dentro de la propia Constitución modificaremos esa Constitución, para dar paso a la Constitución Popular, que expresa auténticamente la presencia del pueblo en la conquista y ejercicio del poder.”[ii]

Pero la confianza en esa institucionalidad estaba tocando fondo y se manifestaba cada vez con más fuerza la necesidad de terminar con ellas y poner en pie otras nuevas, sobre bases completamente diferentes.

Lo que no avanza  retrocede

Los días previos al golpe eran álgidos, la intervención descarnada de EEUU, el desabastecimiento impulsado por el empresariado, los paros patronales de camiones, el tanquetazo como anticipo más que evidente de lo que venía, corría a contrapelo de las enormes movilizaciones de amplios sectores de la población defendiendo al “compañero presidente” del intervencionismo. La respuesta de la organización de las y los trabajadores en los cordones industriales para contrarrestar el lockout patronal, salvaguardar el gobierno de la UP y mantener la producción sin dudas fue la experiencia más destacable. Se comenzó a ver los gérmenes de una nueva institucionalidad amparada en los órganos democráticos de autoorganización obrera, instancias decisivas no solo para enfrentar la reacción, sino también para ser resortes de una nueva sociedad. Todo lo anterior había constituido una verdadera caldera social que definiría el curso histórico de nuestro país. La UP pasaba la compleja prueba de definir si seguía confiando en la institucionalidad de la democracia burguesa o avanzaba de una vez por todas en medidas de fondo, sobre este punto el trotkismo latinoamericano expresaba durante la época de los 70’: “lamentablemente en Chile no existe ningún partido ni organización revolucionaria, que haya hecho un análisis correcto de la situación y, por lo tanto, haya elaborado una estrategia y una táctica consecuente y coherente[iii]. La decisión fue la primera por parte del gobierno, ratificando hasta el final el carácter  del proyecto político y así comenzó una fractura sin precedente para la historia de nuestro país.

Seis días antes del golpe, los Cordones Industriales que agrupaban a cerca de 700.000 trabajadores solo en la RM (en un país donde la población total era de 10 millones de habitantes), enviaban una carta categórica al presidente Allende. “Ha llegado el momento en que la clase obrera organizada en la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Único de Trabajadores en conflicto ha considerado de urgencia dirigirse a usted, alarmados por el desencadenamiento de una serie de acontecimientos que creemos nos llevará no sólo a la liquidación del proceso revolucionario chileno, sino, a corto plazo, a un régimen fascista del corte más implacable y criminal… En primer término, compañero, exigimos que se cumpla con el programa de la Unidad Popular, nosotros en 1970, no votamos por un hombre, votamos por un Programa… Los trabajadores sentimos una honda frustración y desaliento cuando su presidente, su Gobierno, sus partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de la voz de avanzar. Nosotros exigimos que no sólo se nos informe, sino que también se nos consulte sobre las decisiones, que al fin y al cabo son definitorias para nuestro destino… pero sabemos, tenemos la certeza absoluta, que en los últimos tres años podríamos haber ganado no sólo batallas parciales, sino la lucha total.”[iv] La profundidad política de este documento, demuestra el nivel de claridad de la clase trabajadora respecto a la situación, su rol y el destino de nuestro país. El llamado de los Cordones industriales, quienes defendieron y mantuvieron funcionando la producción contra los embates de la burguesía, no fueron escuchados. Empezaba así el capítulo de una carnicería sangrienta y se cerraba el de la fracasada vía pacífica al socialismo, demostrando que es imposible avanzar en cambios estructurales en los marcos de la institucionalidad burguesa.


Te puede interesar: 50 años del triunfo de Allende


Recapitular este debate tiene una vigencia histórica que se enlaza con el proceso experimentado el 18 de octubre del 2019, donde la fuerza de las masas irrumpe de manera descomunal. Al no haber una organización revolucionaria capaz de llevar a fondo las demandas populares se abrió paso la lógica del régimen y sus partidos cuajando el pacto por la paz. Sin hacer calcos y mirando el pasado para encontrar puntos de contacto, si la organización más avanzada, democrática y creativa de América Latina en los 70’, los cordones industriales, hubiera estado organizada en un partido revolucionario la historia de nuestro país y de nuestro continente probablemente habría sido diametralmente distinta. Hoy la ausencia de una dirección revolucionaria se expresa en la capacidad de los partidos del régimen en haber salvado a Piñera y desviar a los canales institucionales la fuerza callejera, aunque aún hay capítulos por contar en esta historia que estamos viviendo.

El golpe instala en nuestro país la sangrienta dictadura cívico militar. Una política concentrada en hacer desaparecer, ejecutar, torturar, mutilar, aplicar violencia político sexual a las y los militantes de partidos políticos de izquierda, un plan orquestado desde la escuela de las américas para América Latina. Pero la dictadura chilena no sería solo el horror de una masacre sin precedentes a toda una camada de cuadros políticos para borrar de cuajo la experiencia revolucionaria que configuró la creatividad sustantiva de la clase trabajadora, fue mucho más allá y apunta de genocidio e impunidad se cimentaron las bases del capitalismo neoliberal, modelo sustentado en la privatización de todos los derechos sociales y el saqueo de los bienes comunes, pero para todo eso, también hacía falta una constitución a la medida.

Breve reseña del horror

1973-1978 Se prohíben los partidos políticos y comienza el genocidio dirigido por la DINA focalizado en militantes del MIR, PC y el PS y otros partidos de izquierda. Se abren campos de exterminio en todo el país.

1978 se decreta la Ley n°2191, la cual amnistiaba a todas las personas implicadas en actos delictivos ya fuera en calidad de autores, cómplices, o encubridores desde el 11 de septiembre del 73’ al 78’.  Disuelven la sangrienta DINA, para crear la sangrienta CNI.

1979 se lleva adelante el plan laboral para atomizar las organizaciones de lxs trabajadores y cercenar el derecho a huelga.

1980 se promulga la Constitución del 80’ luego de un proceso plebiscitario conocido como el “fraude de la historia”. 

1983 paro general convocado por la Confederación de Trabajadores del Cobre, primera jornada nacional de protesta contra la dictadura. Entre 1983 y 1986 ocurren más de 20 movilizaciones en contra del régimen.

1985 en medio de las jornadas de protesta contra los crímenes de la dictadura, el 15 de agosto se firma el acuerdo nacional para la transición a la democracia plena firmado por el Partido Socialista, la Democracia Cristiana, el Partido Radical, Izquierda Cristiana, el Partido Liberal, Movimiento de Unidad Nacional, Partido Nacional, Partido Republicano entre otros. Es decir 3 de los partidos que conformaron la UP ahora pactaban con los partidos que les asesinaban.

1986 el FPMR lleva adelante el atentado fallido contra Pinochet.

1987 El papa Juan Pablo II visita Chile

1988 plebiscito del Si y el No, triunfo del NO, se crea la Concertación de Partidos por la Democracia.

1989 noviembre cae el muro de Berlín, diciembre gana las elecciones presidenciales el DC defensor del golpe de estado Patricio Aylwin Azócar.

Cronología de la sangre y el despojo para allanar el camino del Chile de los 30 años.

El tiempo del post horror, la profundización del modelo

“ Pinochet ha sido derrotado en el plebiscito del 5 de octubre. Se justifica la alegría por este triunfo electoral de las masas chilenas. El enviado especial de correo internacional a Chile Subraya al mismo tiempo en su informe, que a pesar del triunfo del NO siguen en pie los organismos institucionales que le cierran el paso a una democracia profunda: Las FFAA siguen y seguirán ocupando preponderante en la vida política del país. Y el plan económico de sometimiento al imperialismo, dictado en acuerdo con el FMI, con los mismos resultados de hambre y miseria que soportan todos los pueblos de América Latina, seguirá en vigor con el pleno apoyo de todos los partidos que encabezaron la campaña del NO”[v] .

Síntesis de una dictadura que no caía por vía de la movilización de las masas, sino de un pacto de partidos que fraguaba una institucionalidad para garantizar llevar adelante el plan económico, social y laboral que organizó la dictadura. Chile ya no era sólo el único país del mundo que constituía la “vía pacifica al socialismo”, ahora también tenía “la vía pacífica” de salida de una dictadura que iba a “respetar” la votación popular para que Pinochet asumiera el mismo cargo que tuvo previo al golpe, comandante en jefe del ejercito y luego por derecho constitucional senador vitalicio de la república.


Te puede interesar: El control obrero y la experiencia de los cordones industriales


Los 30 años que vinieron son la expresión de un modelo de despojo, saqueo, miseria, precarización, privatización, impunidad, violencias y terrorismo de estado, administrados por la Concertación, la Nueva mayoría y la derecha.

La impunidad sobre los autores materiales e intelectuales del genocidio fueron la base fundamental para profundizar el plan económico de la dictadura, cárceles especiales para torturadores hechas por el gobierno del PS, reformas constitucionales para garantizar la privatización, “privatizar todo lo que pueda ser privatizado” impulsaba el socialista Ricardo Lagos. Mientras tanto, cerca de 1200 agentes de la CNI se asimilaron al ejército, la comisión Valech garantizaba el derecho al silencio y el terrorismo de estado se abría camino en los territorios ancestrales para facilitar el saqueo transnacional.

Las movilizaciones del 2006 en adelante cambiaron el orden del tablero y durante los años que vinieron la masividad comenzó a volverse norma en las demandas estudiantiles, feministas, en contra del sistema de pensiones, por el derecho a la naturaleza, la vivienda. Todas ellas cuestionaban la base de reproducción del modelo, ninguna de ellas fue resuelta.

La revancha histórica

El viernes 18 de octubre no explotaron 30 pesos, el pueblo decía que eran 30 años (para nosotres muchos más) los que nos hicieron salir a la calle en busca de nuestra revancha histórica, el oasis capitalista neoliberal se derrumbaba ante los ojos del mundo y mientras las calles se volvían marea de gente, la tortura, la muerte, la prisión, la mutilación, la violencia política sexual volvían a abrirse paso, porque siempre tuvieron el camino liberado.

La fuerza de nuestro pueblo demostró que el viejo verso del “no se puede”, el “no hay condiciones” eran eso, palabras vacías que se rompían en el cemento, para volverse “fuera Piñera” y la exigencia de una nueva constitución para debatir el país que queríamos,  consignas de la rebeldía, expresando que la fuerza social es central para toda transformación al servicio de las mayorías, pero también es fundamental que a su vez se desarrolle la movilización democrática en las calles y la autoorganización social como factores decisivos.

Es necesario poner en pie una alternativa anticapitalista y revolucionaria, no por mero gusto, sino porque los tiempos que vivimos de decadencia capitalista y rebeliones nos demuestran que es profundamente necesaria una herramienta política de los pueblos y la clase trabajadora para que en los momentos definitorios podamos ir por todo y acabar de una vez por todas con la política de lo menos malo. Una tarea que está pendiente y los balances históricos nos deben servir para avanzar en ese camino, hoy luego de la rebelión del 18 de octubre estamos en mejores condiciones para afrontar ese camino en un horizonte para transformar todo, para construir lo que hizo falta ayer y lo que hace falta ahora y poder tomar el cielo por asalto.

Por eso, este 11 de septiembre volvemos a repetir, que no perdonamos, no olvidamos y que JAMÁS nos vamos a reconciliar, exigiendo el juicio y castigo a los violadores de derechos humanos de ayer y de hoy, fuera Piñera y por la libertad de las y los presxs políticos. Contra la impunidad de ayer y hoy marchamos proponiendo alternativa anticapitalista y revolucionaria en unidad desde el Movimiento Anticapitalista y TP, porque nuestro legado será borrar toda la herencia del pinochetismo. Con toda esa fuerza y tomando el hilo rojo de nuestra historia te invitamos a marchar junto a nosotres este sábado a las 10 AM desde el monumento Los Héroes. Súmate con nosotres


[i] Programa de la Unidad Popular

[ii] Discurso en el XXIII Congreso General Ordinario del Partido Socialista de Chile de La Serena Pronunciado el 28 de enero de 1971.

[iii] Revista de América numero 10. Edición de Marzo-Abril 1973

[iv] Carta de los cordones industriales a Salvador Allende 6 de septiembre 1973

[v] Correo internacional año V N° 37 noviembre 1988