Un 5 de septiembre de 1973, la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales envió una carta al Presidente Allende, exigiendo medidas concretas ante el inminente golpe que preparaba la derecha junto a los militares. A 50 años del Golpe militar, reproducimos este documento histórico, ya que la conciliación y el diálogo con la reacción que la Unidad Popular priorizó con la Derecha, la DC y con parte de las FFAA fueron hallando el camino a la dictadura militar.
En contraparte, existía una organización obrera y popular fortalecida que anunciaba la posibilidad de enfrentar, tal como lo expresa la Carta, evitando el golpe y avanzando en un camino concreto y ofensivo en defensa de los intereses de la clase trabajadora.
Las lecciones de este periodo son fundamentales: la creación de organismos de autodeterminación de la clase obrera es central para las transformaciones revolucionarias, incipientes organismo duales de poder. Ese es el valor histórico de los Cordones Industriales. Pero también es importante extraer lecciones de los límites del reformismo, ya que no solo implica la desmovilización para adaptarse a los límites de lo posible, sino que permitió el desarrollo de la reacción fascista sin enfrentarla directamente, abriendo paso a la dictadura.
A continuación dejamos la Carta y puedes conoce más de los Cordones Industriales en nuestra sección “A 50 años del golpe militar: de la resistencia a la propuesta anticapitalista y socialista para transformar todo”.
5 de septiembre de 1973
A su Excelencia el Presidente de la República Compañero Salvador Allende:
Ha llegado el momento en que la clase obrera organizada en la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Único de Trabajadores en conflicto, ha considerado de urgencia dirigirse a Ud., alarmados por el desencadenamiento de una serie de acontecimientos que creemos nos llevará no sólo a la liquidación del proceso revolucionario chileno, sino, a corto plazo, a un régimen fascista del corte más implacable y criminal.
Antes teníamos el temor de que el proceso hacia el socialismo se estaba transando para llegar a un gobierno de centro, reformista, democrático-burgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurreccionales de tipo anárquico por instinto de conservación.
Pero ahora, analizando los últimos acontecimientos, nuestro temor ya no es ese; ahora tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo.
Por eso procedemos a enumerarle las medidas que, como representantes de la clase trabajadora, consideramos imprescindible tomar.
En primer término, compañero, exigimos que se cumpla con el programa de la Unidad Popular. Nosotros en 1970, no votamos por un hombre, votamos por un programa.
Curiosamente, el capítulo primero del programa de la Unidad Popular se titula «El Poder Popular» . Citamos, página 14 del programa:
«…Las transformaciones revolucionarias que el país necesita, sólo podrán realizarse si el pueblo chileno toma en sus manos el poder y lo ejerce real y efectivamente…»
«…Las fuerzas populares y revolucionarias no se han unido para luchar por la simple sustitución de un presidente de la República por otro, no para reemplazar a un partido por otros en el gobierno, sino para llevar a cabo los cambios de fondo que la situación nacional exige, sobre la base del traspaso del poder de los antiguos grupos dominantes a los trabajadores, al campesinado y sectores progresistas de las capas medias»… «Transformar las actuales instituciones del Estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder»…
…«El gobierno popular asentará esencialmente su fuerza y autoridad en el apoyo que le brinde el pueblo organizado»…
Página 15 «A través de una movilización de masas se construirá desde las bases la nueva estructura del poder»…
Se habla de un programa, de una nueva constitución política, de una Cámara única, de la Asamblea del Pueblo, de un Tribunal Supremo con miembros designados por la Asamblea del Pueblo. En el programa se indica que «se rechazará el empleo de las Fuerzas Armadas para oprimir al pueblo»…(página 24).
Compañero Allende, si no le indicáramos que estas frases son citas del programa de la Unidad Popular que era un programa mínimo para la clase, en estos momentos se nos dirá que este es el lenguaje «ultra» de los Cordones Industriales.
Pero nosotros preguntamos, ¿dónde está el nuevo Estado?, ¿la nueva Constitución política, la Cámara única, la Asamblea Popular, los Tribunales Supremos?
Han pasado tres años, compañero Allende, y Ud. no se ha apoyado en las masas y ahora nosotros, los trabajadores, tenemos desconfianza.
Los trabajadores sentimos una honda frustración y desaliento cuando su Presidente, su Gobierno, sus Partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de la voz de mando de avanzar. Nosotros exigimos que no sólo se nos informe, sino que también se nos consulte sobre las decisiones que al fin y al cabo son definitorias para nuestro destino.
Sabemos que en la historia de las revoluciones han habido momentos para replegarse y momentos para avanzar; pero sabemos, tenemos la certeza absoluta que en los últimos tres años podríamos haber ganado no sólo batallas parciales sino la lucha total; haber tomado en esas ocasiones medidas que hicieran irrevocable el proceso, después del triunfo de la elección de regidores de 1971, el pueblo clamaba por el plebiscito y la disolución de un Congreso antagónico.
En octubre, cuando fue la voluntad y organización de la clase obrera la que mantuvo al país caminando frente al paro patronal, donde nacieron los Cordones Industriales, en el calor de esa lucha; y se mantuvo la producción, el abastecimiento, el transporte, gracias al sacrificio de los trabajadores y se pudo dar el golpe mortal a la burguesía, Ud. no nos tuvo confianza. A pesar de que nadie puede negar la tremenda potencialidad revolucionaria demostrada por el proletariado, le dio una salida que fue una bofetada a la clase obrera, instaurando un Gabinete cívico-militar, con el agravante de incluir en él a dos dirigentes de la Central Única de Trabajadores que al aceptar integrar estos Ministerios hicieron perder la confianza de la clase trabajadora en su organismo máximo.
Organismo, que cualquiera fuese el carácter del gobierno, debía mantenerse al margen para defender cualquier debilidad de este, frente a los problemas de los trabajadores.
A pesar del reflujo y desmovilización que esto produjo, de la inflación, las colas y las mil dificultades que los hombres y mujeres del proletariado vivían a diario, en las elecciones de marzo del 73, mostraron una vez más su claridad y conciencia al darle un 43% de votos militantes a los candidatos de la Unidad Popular.
Allí también, compañero, se deberían haber tomado las medidas que el pueblo merecía, merecía y exigía para protegerlo del desastre que ahora presentimos.
Y ya el 29 de junio, cuando los generales y oficiales sediciosos, aliados al Partido Nacional, Frei y Patria y Libertad se pusieron francamente en una posición de ilegalidad, se podría haber descabezado a los sediciosos, y apoyándose en el pueblo y dándole responsabilidad a los generales leales y a las fuerzas que entonces le obedecían, haber llevado el proceso hacia el triunfo, haber pasado a la ofensiva .
Lo que faltó entonces, en todas estas ocasiones, fue decisión, decisión revolucionaria; lo que faltó fue confianza en las masas, lo que faltó fue conocimiento de su organización y fuerza, lo que faltó fue una vanguardia decidida y hegemónica.
Ahora los trabajadores no solamente tenemos desconfianza, estamos alarmados .
La derecha ha montado un aparato terrorista tan poderoso y bien organizado, que no cabe duda que está financiado y dirigido por la CIA… Matan obreros, hacen volar oleoductos, micros, ferrocarriles.
Producen apagones en dos o tres provincias, atentan contra nuestros dirigentes, contra nuestros locales partidarios y sindicales.
– ¿Se les castiga o apresa?
– ¡No, compañero!
– Se castiga y apresa a los dirigentes de izquierda.
– Los Pablos Rodríguez, los Benjamines Matta, confiesan abiertamente haber participado en el «tanquetazo».
– ¿Se les allana y humilla?
– No, compañero.
Se allana Lanera Austral de Magallanes, donde se asesina a un obrero y se tiene a los trabajadores de boca en la nieve durante horas y horas.
Los transportistas paralizan el país dejando hogares humildes sin parafina, sin alimentos, sin medicamentos.
– ¿Se los veja, se los reprime?
– No, compañero.
Se veja a los obreros de Cobre Cerrillos, de Indugas, de Cemento Melón, de Cervecerías Unidas.
Frei, Jarpa y sus comparsas financiadas por la ITT llaman abiertamente a la sedición.
– ¿Se les desafuera, se les querella?
– No , compañero.
Se querella, se pide el desafuero de Palestro, de Altamirano, de Garretón, de los que defienden los derechos de la clase obrera.
El 29 de junio se levantan generales y oficiales contra el gobierno, ametrallando horas y horas el Palacio de la Moneda, produciendo 22 muertos.
– ¿Se les fusila, se les tortura?
– No , compañero.
Se tortura en forma inhumana a los marineros y suboficiales que defienden la constitución, la voluntad del pueblo y a Ud., compañero Presidente.
Patria y Libertad incita al golpe.
– ¿Se les apresa, se les castiga?
– No , compañero.
Siguen dando conferencias de prensa, se les da salvoconductos para que conspiren en el extranjero.
Mientras se allana SUMAR, donde mueren obreros y pobladores, y a los campesinos de Cautín se les somete a los castigos más implacables, paseándolos colgando de los pies en helicópteros sobre las cabezas de sus familias, hasta darles muerte.
Se le ataca a Ud. , compañero. A nuestros dirigentes, y a través de ellos a los trabajadores en su conjunto en la forma más insolente y libertina por los medios de comunicación millonarios de la derecha.
– ¿Se les destruye, se les silencia?
– No, compañero.
Se silencia y se destruye a los medios de comunicación de izquierda, el Canal 9 de Televisión, última posibilidad de voz de los trabajadores.
Y el 4 de septiembre, el tercer aniversario del gobierno de los trabajadores, mientras el pueblo, 1.400.000, salíamos a saludarlo, a mostrar nuestra decisión y conciencia revolucionaria, la FACH allanaba MADEMSA, MADECO, RITTIG, en una de las provocaciones más insolentes e inaceptables, sin que exista respuesta visible alguna.
Por todo lo planteado, compañero, nosotros los trabajadores, estamos de acuerdo en un punto con el señor Frei, que aquí hay sólo dos alternativas: la dictadura del proletariado o la dictadura militar.
Claro que el señor Frei también es ingenuo, porque cree que tal dictadura militar sería sólo de transición, para llevarlo a la postre a él a la presidencia,
Estamos absolutamente convencidos de que históricamente el reformismo que se busca a través del diálogo con los que nos han traicionado una y otra vez, es el camino más rápido hacia el fascismo.