Por Camilo Parada, Movimiento Anticapitalista
El fenómeno Kast, que sale a relucir con los últimos resultados electorales y que parece levantar un temor justificado por ciertas condiciones subjetivas relacionadas con la reciente historia de barbarie reflejada en nuestro país por la dictadura cívico militar de Pinochet. Es una expresión del resurgimiento de la extrema derecha, no es un hecho aislado, por el contrario, se inscribe dentro de una dinámica global de polarización, donde el discurso ultra-conservador se aúna con la defensa férrea del modelo capitalista neoliberal en crisis severa desde al menos 2008.
Es necesario para abordar el problema preguntarse: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de fascismo en pleno siglo XXI? No cabe acá hacer un historial del fascismo, pero si detenerse a indagar de qué hablamos, qué entendemos y qué entiende la opinión pública al respecto, contextualizando el espacio temporal, el fascismo en tanto que ideología política se caracteriza por su prisma totalitario donde se pone en el centro la patria, el origen nacional y/o raza, los “chilenos/as bien nacidos/as” con aquellos que no lo somos. lo que puede conllevar (como en el caso de la Alemania nazi) a la estigmatización, represión, y eliminación de minorías. El fascismo político surge en la Primera Guerra Mundial y se impregna de un fuerte espíritu de disciplina militar, jerarquías y obediencias, si bien, sus postulados defienden una cierta autarquía, es decir la autosuficiencia económica de un territorio nacional, en la práctica, son funcionales a los grandes capitales.
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En el caso específico que nos incumbe, es decir, Kast, es más adecuado hablar de extrema derecha o de proto-fascismo, en el sentido de un discurso que siembra las condiciones para la factibilidad de un proyecto fascista. Si nos referimos a Mussolini o Gentile, el sentido clásico del fascismo aboga por un Estado autoritario fuerte y expandido en cada rincón de la nación, visto desde el presente y en relación a las ideas vehiculadas por el candidato de extrema derecha Kast, tenemos un Estado Autoritario pero débil en su accionar económico y social, es más, Kast defiende la reducción máxima del Estado, la ya típica monserga de “desengrasar”. como buen alumno del neoliberalismo pinochetista importado desde la Escuela de Chicago. Sin embargo, quedan ciertos elementos identitarios propios de la ideología fascista, una concepción idealizada y determinante de la nación, un rechazo visceral a la migración, donde se focaliza en la persona migrante todos los males (cesantía, crisis, enfermedades, delincuencia, etc.), transformándola en un chivo expiatorio, su surgimiento también es correlativo a momentos de crisis económica, social y de régimen, es decir una crisis multidimensional.
A diferencia de Europa, cuna del fascismo, en nuestras tierras mestizas y latinoamericanas, el tema identitario pareciera ser menos evidente, el Estado Nación en esta parte austral del mundo, es resultado de guerras de independencia coloniales, donde, en la gran mayoría de casos, son lxs criollxs, hijxs de los propios colonos, quienes, inspiradxs en cierta forma por la ilustración, levantan proyectos nacionales, para emanciparse de la colonia, en nuestro caso del Reino de España, sin embargo, los nacionalismos locales son fuertes, están arraigados culturalmente, tanto así que existen variadas expresiones de izquierda nacionalista, por contradictorio que pueda parecer en términos marxista esta expresión.
Lo que tenemos en Chile es una combinación de factores que además tienen una génesis, donde vemos ciertos vasos comunicantes con el fascismo clásico, pero también algunas diferencias fundamentales. Una de las relaciones desde la genealogía: son fenómenos que surgen en un contexto de fuerte crisis social y económica, la crisis actual del capitalismo abierta desde el 2008 conjugada con crisis climática y representativa (es decir crisis del medio que hace posible la vida y crisis del régimen político de la democracias burguesas liberales), que se condice con la crisis de caída bursátil y la deflagración de 1929, ambos terrenos favorables para expresiones de la reacción, los nacionalismos más rancios e ideologías autoritaria. Es necesario además, entender que el fenómeno Kast, no es un fenómeno aislado, se inscribe dentro de una ola conservadora internacional, donde en nuestro continente, hemos tenido expresiones como Bolsonaro en Brasil, anteriormente Uribe en Colombia y Trump en Estados Unidos, donde se combinan elementos retóricos del nacionalismo conservador clásico combinado con un neoliberalismo a ultranza, dicho esto, podríamos decir que se trata de un reacomodo de viejo fascismo a la realidad y los contextos actuales, cambia quizás la figura del chivo expiatorio, ya no es el judío, es el migrante y siempre seguirá siendo la izquierda, en el sentido clásico del término.
Otra característica de las expresiones de la extrema derecha por estos lares, es la oposición patológica hacia la conquista de derechos de las mujeres y las diversidades sexuales y/o sexogenéricas, lo que se expresa en un odio visceral hacia cualquier realidad que salga de lo cis-género y heteronormado, pero también hacia los pueblos de la tierra, les migrantes, y todas las personas precarizadas y/o oprimidas.
Por lo tanto, es necesario tener claro ¿a qué y a quiénes hacemos frente? ¿cuáles son las diferencias y similitudes entre fascismo y extrema derecha contemporánea? Pero, sobre todo: ¿cómo derrotar a la bestia parda de hoy y en todos los espacios? Para poder responder es necesario analizar, aprehender, organizarse, movilizar, accionar.
Es necesario ser lo suficientemente claras y claros, Kast representa una expresión ultra del neoliberalismo fracasado, su programa no va en defensa de las mayorías sociales, por el contrario se opone a cada una de las conquistas sociales y de la clase trabajadora, se opone a la organización popular y territorial, se opone a la mínima dignidad de lxs trabajadorxs, una vez dicho esto, es importante determinar el origen de su votación, una primera respuesta es el espectro Rechazo, el pinochetismo local, que ronda en torno al 20% ( en la primera vuelta, no existió un aumento significativo de estos votos en relación al plebiscito), a esto hay que sumarle datos geo-referenciales, zonas agrícolas y forestales con gran concentración de riquezas en manos de minorías capitalistas y altas tasas de pobreza, discurso anti-política, discurso del orden, grupos fundamentalistas cristianos, etc. La pax neoliberal se acabó, es tiempo de presentar una alternativa real que despliegue todas las fuerzas contra el peligro de la extrema derecha, para eso la voluntad es insuficiente, se precisa un programa claro en pos de la defensa de las conquistas y el desarrollo de los derechos para todas, todos y todes. Para combatirlo, contrariamente a la artificiosa vox populis que nos intenta imponer los grandes medios de comunicación y parte importante del reformismo, no se necesita consenso ni moderación centrista, lo que se precisa es anticapitalismo feminista y disidente combativo que ofrezca alternativa a las mayorías sociales.