Por Camilo Parada Ortiz, candidato independiente a constituyente por el Movimiento Anticapitalista
La pasada semana, impulsado por RN y acompañado por un amplio abanico de partidos se aprobó en la cámara de diputadas y diputados el proyecto que habilita al gobierno a militarizar la Araucanía. Ayer, se le sumó a esto la extensión del toque de queda. Con el apoyo de una parte de la oposición y la “abstención” de otra, el pacto entre los partidos del régimen contra el pueblo sigue funcionando a toda máquina. La democracia a punta de pistola y la necesidad de transformarlo todo en defensa propia.
Una vez más el pacto
Cualquier persona que lea estas líneas podrá sentirse lógicamente ante una repetición, pero no es un problema de estilo literario, si no la trágica constatación de una dinámica política represiva que apunta a desmontar todos los elementos que estallaron caóticamente en octubre del 2019.
El pacto entre los partidos del régimen es el marco, el acuerdo al que cínicamente llamaron “por la paz” que salvó del derrumbe al gobierno de Piñera y generó las condiciones para que sea este y sus perros de presa, las fuerzas represivas, quienes encabecen la reacción violenta contra las fuerzas populares movilizadas. No se un error de cálculo, ni “lo que se podía hacer en aquel momento” fue un acuerdo para resolver las disputas por el poder en el marco del régimen, excluyendo la movilización popular de la ecuación y garantizando un intercambio “ordenado” entre las facciones que o defienden abiertamente los intereses de las minorías privilegiadas o creen que no es posible cambiar nada y por lo tanto buscan algún cambio pequeño a la medida de su corta vista. Cuidado, estos “espacios” políticos no se encuentran en una sola coalición, sino repartidos entre los partidos de los 30 años, es por eso que los elementos desestabilizantes son tildados de terroristas, que la movilización les merece repudio y la quema de estatuas les lastima el corazón más que el asesinato, la tortura y las mutilaciones.
Así se vio en la votación de esta última avanzada represiva contra walmapu, no solo por quienes votaron a favor la derecha más clara, si no también por aquellos que acompañaron desde la “oposición” votando a favor o incluso absteniéndose. ¿De que se abstienen? ¿Por qué no votan en contra de militarizar los territorios de los pueblos originarios dando vía libre a la acción de quienes no han dudado en provocar masacres contra el pueblo? ¿Todas y todos se equivocaron de botón?
No, la respuesta más lógica es generalmente la más sencilla: por un calculo electoral no se atreven a quedar pegados a la votación que impulsa la derecha, pero sin dudas desean que sea Piñera el que “pacifique” la Araucanía, desmonte la movilización popular, cargue con la culpa del baño de sangre, para luego no tener que encarar ellos esa ingrata tarea.
La extensión del Estado de Excepción y la continuidad del toque de queda, extorsión mediante, es otro paso en este sentido. Las declaraciones de los ministros anunciando que si no se aceptaban sus medidas se retirarían el IFE y el bono COVID mostraron la miserable actitud del gobierno y también la actitud cómplice de la oposición. Los metros atestados, la vuelta a clases sin cuidados y la alta circulación en horario laboral son, a los ojos de estos administradores de la violencia, menos problemáticos que la libre circulación en horas de la madrugada. No tienen problemas con las aglomeraciones, solo con las aglomeraciones que les reclaman sin cesar un Chile diferente.
Mientras tanto siguen vendiendo que son distintos en sus campañas a la constituyente, prometen un Chile distinto, florido y esperanzador, sin sacarle los dedos del gatillo a los asesinos de siempre.
Izquierda pour la galerie
El rol del Partido Comunista, el FA y demás integrantes del conglomerado de “izquierda” en el parlamento es directamente obsceno. Desde las bancas ensayan y los estrados se muestran críticos de las políticas oficiales (al menos algunas veces, ya que el FA votó la ley anti capuchas en pleno proceso del estallido). Sin embargo, han atado de pies y manos a las organizaciones sindicales y sociales que ellos dirigen, sacándolas de las calles y actuando decididamente como garantes de la institucionalidad criminal. La CUT, el colegio de profesores, el movimiento No + AFP se han volcado de lleno al camino electoral, supeditando a las organizaciones de base de las y los trabajadores a las candidaturas. No solo no han convocado a marchar y parar ante los flagrantes casos de violaciones a los derechos humanos que se repiten sin parar, tampoco lo han hecho ante las medidas anti populares y antisanitarias aplicadas por el gobierno durante toda la pandemia. Dieron la mano en el parlamento y en las calles a la ley de “protección” del empleo e incluso su máxima estrella electoral, Daniel Jadue, se ha expresado en diversas opiniones por la continuidad del asesino Piñera en su cargo y ha condenado “la violencia” de los manifestantes, igualándola a la brutalidad de los pacos.
Incluso hay candidatos que proponer “plebiscitar” que se hace con la estatua de Baquedano, un asesino que, no en vano, recibe desde hace años la hostilidad del pueblo movilizado en la Plaza Dignidad.
Esto no puede ser tomado como una “táctica” brillante que apunta a disputar electoralmente para luego provocar transformaciones, si no más bien como un anuncio de lo que vendrá con esta izquierda amarilla en la Constituyente y en el gobierno. No se puede enfrentar a la derecha sin aplastar sus herramientas, sin anular sus armas, sin desmontar el régimen carabinero heredado de la dictadura. Quien juega a ese juego no hace más que sostener las armas que siempre, siempre terminan apuntando a los ojos del pueblo. Más que claro lo ha dejado la historia.
Enfrentar la represión y pelear por transformarlo todo
El proceso de movilización detonado con la revolución de octubre de 2019 se encuentra inconcluso, los partidos del régimen actúan para contener y encausar la fuerza y por esa vía han permitido que la represión lejos de cesar se profundice. La derecha criminal presiona para estabilizar la situación a punta de pistola y su orientación la refuerza en su base social mientras que quienes hablan de enfrentarla no han hecho más que facilitarle la pega.
La Constituyente que ya nació atrapada en los márgenes del pacto va camino a convertirse en una gran puesta en escena, en un trampolín para las elecciones presidenciales de fin de año. Este escenario colabora más con la estrategia de Chile Vamos y la derecha que a la del reformismo, mostrará la impotencia de quienes no tienen la voluntad ni el proyecto de transformarlo todo, pues en el fondo temen perder los privilegios que han conquistado.
Quienes nos presentamos con una motivación distinta, la de cambiar de raíz el modelo, no podemos más que señalar nuestra más profunda oposición a cualquier movimiento represivo, en Wallmapu y en cualquier lugar del territorio, sosteniendo que no hay transformación posible sin desmontar los resortes que sostienen este Estado a favor del 1%. Entendemos que no alcanza tampoco con no destinar “ni un peso más para los pacos” como plantean algunos compañeros, lo necesario es disolver esta institución podrida y criminal y reorganizar la seguridad desde el punto de vista social y comunitario. Juzgar a todos los violadores de derechos humanos, los que jalaron y jalan el gatillo y quienes dan las órdenes. Para los pueblos originarios hay que garantizar la auto determinación y el control de sus territorios, apostando a construir junto a las y los trabajadores, la juventud y el pueblo un Estado plurinacional. Para lograrlo no existen los atajos, necesitamos construir una nueva fuerza política cuyo programa contemple estos pasos y no esté adaptada a lo que hay. Eso nos proponemos desde el Movimiento Anticapitalista, por eso peleamos día a día, por eso damos también la batalla electoral, porque es mentira que no se puede, si nos organizamos, si nos animamos a patear el tablero es posible transformarlo todo y, además, es necesario. Nuestro pueblo lo ha demostrado sobradamente. Sumate a construir con nosotros y nosotras.