Desmonumentar a los genocidas y derrumbar a los violadores de Derechos Humanos

Por Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista

En octubre de 2019 se viralizaron videos de las estatuas de Pedro de Valdivia y otros “próceres” de la sangrienta conquista cayendo de sus pedestales a manos del pueblo. Imágenes similares se vieron durante el año pasado con las estatuas de los esclavistas en EEUU, el Reino Unido y otros países atravesados por el levantamiento iniciado en Mineapolis tras el asesinato de George Floyd. La histórica Plaza Dignidad es el centro hoy de un nuevo debate sobre la estatua de Baquedano. Un debate que abarca mucho más que algunas toneladas de hierro y cemento.

La historia la escriben los que ganan …

Sobre la masacre cruenta de las mayorías, los vencedores erigen sus monumentos. Sentados sobre briosos caballos los asesinos nos recuerdan que vencieron y son revindicados por aquello. Los bronces y el papel moneda, los manuales escolares y los himnos, constituyen un complejo entramado que apunta a fijar en la memoria de quienes fueron derrotados que no solo pagarán con su sangre, si no también con años de escarnio público. Que cada vez que sus hijas e hijos recorran una plaza, una ciudad o compren el pan para el desayuno, allí estará presente la mirada del opresor, vigilando su caminar o permitiendo comprar algún producto.

No se trata de un problema arquitectónico o estético, más bien, se trata de una arquitectura y una estética que refuerza un estado de cosas, un modelo económico y social, una y la única forma de vivir posible. La que impuso a sangre y fuego, por tomar el caso que nos toca, el capital.

Baquedano, Roca, Rauch, Pedro de Valdivia, entre otros son pedazos de un engranaje de opresión brutal y por eso el régimen los defiende, de uno y otro lado de la cordillera, los “restauran”, nos quieren hacer creer que son héroes de la nación, de todos y todas, lo que nos unen como pueblo, lo que tenemos en común frente a los “otros” aquellos salvajes que no respetan las estatuas ni las paredes, que se trepan al caballo para ondear sus lienzos futboleros o muestran las tetas sin pudor ante la vacía mirada del metal.

Aquí no hablamos de estatuas, no se confundan, estamos hablando del poder, de la continuidad de un modelo, del recuerdo enaltecido de los asesinos del pueblo y por eso, no hay medias tintas en el debate. Lamentamos la tristeza de quienes ven sobre el caballo una figura estéticamente simétrica, proporcionada, magistralmente trabajada, artesanal. Desde nuestro punto de vista ahí no hay más que sangre, dominación y opresión. Por eso, porque queremos discutirlo todo, porque nos sentimos con el derecho de transformarlo todo, no queremos dejar en pie ni uno solo de los monumentos de los asesinos, ni sus instituciones, ni sus leyes, ni su podrida manía de seguir resfregando sus victorias del pasado en nuestras caras. Es verdad que la historia la escriben los que ganan como lo dice la canción, pero también es cierto que hay otra historia y en todos los rincones de este país estamos peleando por escribirla.

El elenco da cuenta de la obra ¿Quién fue Baquedano y por qué lo homenajean torturadores?

El coro de represores y pinochetistas nostálgicos que se sumaron a protestar ante el incendio del metalífero caballero en cuestión no deja dudas. Alguien puede creer que esos personajes que no dudaron en sesgar las vidas de obreros y obreras, de pobladores y pobladoras, de una juventud que luchaba por otro mundo posible tiene algún criterio estético atendible, qué los motiva la belleza de las formas o la referencia arquitectónica justa.

La estatua fue instalada en 1928 bajo el gobierno del militar Carlos Ibáñez del Campo, mismo que fundó la nefasta institución de carabineros. Baquedano es un símbolo de las gestas anti mayoría que trabajamos y anti mapuches que erigió el poder.

Manuel Baquedano participó la Guerra del Pacifico como Comandante en Jefe del Ejército de Chile encabezando episodios que ejemplifican lo poco honorable del personaje, fue así que en las batallas de Miraflores y Chorrillos (1881) en contra de un ejercito peruano ya rendido realizó saqueos, violaciones y ultrajó a más no poder al pueblo de Lima, una crueldad bajo ordenes de la jerarquía militar proporcionada por Baquedano.

Su carrera prosperó como gendarme del poder y su papel fue decisivo en aplastar las rebeliones de 1851 y de 1859 contra Manuel Montt, cruzada que terminó en una masacre para defender el autoritarismo de la oligarquía criolla. Diez años más tarde. en 1869 como general de brigada del Ejército de chile, fue quien encabezó el proceso de Ocupación de la Araucanía, dando vida a uno de los capítulos más nefastos de la historia en un proceso sangriento en contra las y los mapuches. La campaña duró cerca de siete años y el propósito fue la expansión del capitalismo al sur del territorio, pero la guerra dura hasta hoy, es por eso que días atrás vemos como Piñera apoyado por el parlamento impulsó sin escrúpulo la militarización del WallMapu.

Este breve repaso puede responder el porqué se gastan millones de pesos en reparaciones tras cada viernes de movilización en Plaza Dignidad y esa guardia permanente de los pacos para cuidar el monumento. Se explica también, el porqué un conjunto de torturadores, entre ellos Labbé, acuden a brindarle homenaje y que, tras su remoción, militares en ejercicios estuvieran presentes despidiendo su referencia a seguir. De torturadores a torturador se podría llamar la escena de los últimos días.

Defendiendo la estatua defienden sus privilegios, sus victorias sangrientas contra las mayorías a lo largo de los tiempos, muestran su miedo a perderlo todo y está bien que así sea, porque este pueblo no va solo por la estatua, busca transformarlo todo y así lo demostró en intensas jornadas de movilización ¡Eso sí que es poesía!

Recuperar la estética de los pueblos, el arte de la revolución, la arquitectura de las mayorías

Hay una nueva batalla en curso entonces, no es nueva desde sus intenciones y objetivos, desde sus necesidades, pero si lo es desde lo comunicacional. Ese señor metálico ha sido identificado como enemigo de nuestro pueblo, por años nos ha mirado desde lo alto, pero esa ya no es su plaza, es la Plaza Dignidad, la plaza del pueblo, de las mujeres, de la juventud, nuestra plaza. Como la Alameda es nuestra, como son nuestras las plazas y los edificios, las poblaciones y las escuelas, los hospitales y las fabricas y debemos pelear por recuperarlas.

Las mayorías ven en Baquedano a Piñera y su régimen de sangre y explotación, ven allí subido a su caballo al carabinero que se llevó centenares de ojos, al que nos aplasta con sus tanquetas israelíes y nos lanza sus gases de guerra. Allí, en su caballo, ve a quienes se quedan con el agua y cierran los caminos de montaña, los que privatizan la tierra y se roban el cobre. Sentado en la grupa de Baquedano están los dueños de las AFP que expropiaron las pensiones de nuestros abuelos y abuelas. Allí, en esas toneladas de bronce están condensadas centenares de matanzas contra los pueblos originarios. Por eso peleamos por que se vaya y nunca más vuelva, que se funda en las fraguas de la historia y retorne recordado como lo que fue: un asesino.

Aquella voluntad está en una encrucijada, los mismos de siempre se presentan como opción en la convención y sus socios de “izquierda”, el Frente Amplio y el PC, nos dicen que no nos movilicemos y que confiemos en el proceso que será de unos pocos. Pero la historia demuestra lo contrario, pactar con la derecha es cederles todo y sin movilización no hubiéramos dicho Chao Baquedano, es por eso que para que no vuelva lo viejo y se terminen de derribar todo lo que representan es que nos proponemos a participar con nuestras candidaturas a la constituyente con Camilo Parada Ortiz en el D10 y con Maura Fajardo Gálvez en el D12, independientes y anticapitalistas, para ir por todo y claro, con la fuerza de la movilización y la autoorganización. Por eso nos conformamos y queremos construir una gran fuerza transformadora, una tarea que sin duda requiere de muchas y muchos, súmate con nosotras y nosotros para construir el Movimiento Anticapitalista e ir por más.