Nuestro compañero Camilo Parada Ortiz, hijo de José Manuel Parada militante del PC que fue secuestrado y asesinado por carabineros hace 38 años junto a Santiago Nattino y Manuel Guerrero en el llamado Caso degollados. Ese mismo año, un mismo 29 de marzo, eran ejecutados los hermanos Vergara Toledo y Paulina Aguirre en la comuna de Estación Central, jóvenes militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), por ellas y ellos se conmemora el Día del Joven Combatiente.
Son 38 años del 29 de marzo de 1985 y han pasado 50 años del golpe cívico-militar que intentó borrar el hilo rojo de nuestros pueblos, mientras que los gobiernos de la transición aún mantienen vigente el modelo pinochetista. Es por eso que el homenaje de nuestro compañero Camilo es una impugnación para el presente cuando las violaciones de derechos humanos siguen en la actualidad y el gobierno autodenominado progresista ampara a las instituciones represivas, fomenta la impunidad con leyes de gatillo fácil, militariza los territorios, firma tratados neocoloniales y promueve una farsa constitucional para relegitimar el modelo de los 30 años protegiendo las fronteras del modelo heredado de la dictadura, este camino abre paso a lo peor del pinochetismo. Minutos antes de la intervención de nuestro compañero fue justamente el propio presidente Gabriel Boric quien hizo uso de la palabra en el acto que conmemora a los compañeros del Caso Degollados, un intento de lavado de imagen luego que el mismo día, un 29 de marzo, avanzara con la Ley de Gatillo Fácil y diera riendas sueltas a la represión. Por lo tanto, las preguntas ¿Qué es ser de izquierda?, ¿Qué es la izquierda por la que luchaban los compañeros y compañeras? y ¿Qué entendemos por derechos humanos? Que Camilo Parada relfexiona en su discurso más que nunca cobran una vital importancia. Reproducimos el texto y compartimos el vídeo del homenaje militante revolucionario y anticapitalista de nuestro compañero a su padre y a las y los combatientes de ayer y hoy.
Hoy, nos reunimos acá, realizando este ejercicio de memoria, que año a año organiza la comunidad latinoamericana, profesores, tías y tíos, ex alumnas y alumnos del aquel Colegio Latinoamericano de Integración, pero también les jóvenes de hoy. Nos reunimos todas las generaciones, año a año en esta esquina para recordar, para no olvidar, para pasar por los cuerpos y por el alma a los compañeros secuestrados hace 38 años aquí mismo: al tío Manuel Guerrero Ceballos, papá de América, de la Manu y de Manuel, profesor del Latino; al apoderado José Manuel Parada Maluenda, papá de la Javi, del Juanjo, del Toño, mi padre; al tío Leo, hay que decirlo y hacerle cada día un homenaje de amor, porque no solo es uno de los organizadores de este acto, sino que fue la persona que salió a defender, que puso el cuerpo para que no se llevaran a José Manuel y a Manuel, recibiendo un balazo que casi le costó la vida, gracias tío Leo. Recordar también al diseñador gráfico don Santiago Nattino, secuestrado un día antes en las inmediaciones de su casa. Santiago, Manuel y José Manuel, como nos iluminan las bancas que ven acá, tres militantes comunistas, que fueron brutalmente torturados y asesinados, con alevosía, haciendo de la crueldad y del crimen un mensaje mediático de terror, no por un grupo desquiciado de psicópatas, sino por funcionarios del estado, carabineros, agentes de Estado, pagados por los impuestos de todas y todos. Recordar también a Paulina Aguirre Tobar, una joven luchadora revolucionaria acribillada por un comando de la CNI en su casa en el Arrayán; a los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo, ultimados por carabineros en la comuna de Estación de Estación Central, estos tres jóvenes asesinados pertenecían al Movimiento de Izquierda Revolucionaria. 9 años antes de 1985, otro 29 de marzo, pero de 1976, era detenido por agentes del Comando Conjunto, José Weibel, subsecretario general de las Juventudes Comunistas. Todos ellos y ellas, están presentes, presentes en el aquí y en ahora, todos estos compañeros y compañeras tenían un rasgo común, a parte de la juventud, era militantes de izquierda, entonces, más allá de las palabras, de los apelativos calificativos, de los nombres, de los adjetivos, tenemos que hacer el ejercicio si queremos disputar la memoria hegemónica, si queremos hacer de la memoria, una resignificación del presente y un salto al futuro, tenemos que preguntarnos: ¿qué es ser de izquierda?, ¿qué es la izquierda por la que luchaban los compañeros y compañeras?, que no solamente tienen la dimensión, por cierto real de víctimas, pero que eran militantes por un mundo de justicia social, de equidad, de derechos, por un mundo donde por una vez por todas gobiernen las y los desposeídos, las y los obreros, las y los campesinos, las y los trabajadores, y como no decir, aquí y ahora, las mujeres, los pueblos originarios, las disidencias, les migrantes. Las y los compañeros militaban por ese mundo, por el comunismo, por el socialismo y eso significa, que anteponían la solidaridad, lo colectivo, al individualismo competitivo, luchaban por superar este mundo mercantilizado, no solamente en relación a la producción, sino también a nuestras vidas, a los derechos, a los equilibrios ecológicos. No se puede ser de izquierda y no ser anticapitalista, no se puede ser de izquierda sin ser antipatriarcal, porque capitalismo y patriarcado forman un nudo que retroalimenta opresiones, pero tampoco se puede ser de izquierda y no ser internacionalista, darse cuenta que este sistema necrológico que es el capitalismo, que nos bombardea con la palabra libertad, una libertad de vitrina, de escaparate de supermercado, es un sistema mundial, un sistema mundo, que engloba y absorbe todo, hasta nuestras relaciones humanas, un sistema que necesita homogenizar deseos de compra y venta, un sistema que tiene instituciones que hacen política imperial, como el FMI; el Banco Mundial, como los Tratados de Libre Comercia que van quitándonos soberanía, la más genuina libertad; sistemas de transacciones bancarias planetarias, que imponen justamente el valor mercantil sobre el valor de uso, las necesidades de todes incluidos los ecosistemas. Entonces ser de izquierda es darse cuenta, que solamente en la unidad de les trabajadores a nivel internacional, podemos responder y forjar una alternativa real a este modelo, que hoy en día no solamente golpea la dignidad de quienes vivimos del trabajo sino también las condiciones mínimas para que la fragilidad de la vida sea posible, a través de las políticas extractivas que destruyen los equilibrios ecológicos, como es el caso de la megaminería, del monocultivo foresta y agrotóxico, de las salmoneras, para dar unos ejemplos. Ser de izquierda es militar por el goce de la vida, por el tiempo libre genuino, real, efectivo, es decir, por la reducción del tiempo laboral para el beneficio de la clase trabajadora y no del capital, sin letra chica, sin trampas y subterfugios en torno a horas compensadas y horas extras que no hacen más que continuar la senda de la explotación laboral, sin gradualidad en su implementación para permitir a los explotadores seguir con el abuso, sino con tiempo libre real, para gozar, para amar, para pensar, para debatir, para crear, para bailar. Y eso nos lleva a un punto fundamental y que ha sido yo creo, una de las problemáticas más enquistadas en nuestro campo: ser de izquierda debiera significar ser profundamente democráticos, como hace siglos nos enseñó la experiencia de la Comuna de París, no la pantomima de democracia representativa, donde a veces da la impresión que se realizan pequeños cambios para que nada cambie, no una democracia de efímera superioridad moral, en un país donde la militancia en partidos políticos no sobrepasa el 2% del universo total de personas, por tanto una democracia real, donde todas y todos decidamos, en función de las necesidades reales de la sociedad y de la ecología: qué, cómo y cuánto se produce, una democracia desde abajo, inversa a esta disfraz que nos imponen, que nos cuestionemos sin temores el tema de la propiedad de los grandes medios de producción. Ser de izquierda es que podamos discutir todo sin una cancha rayada en alguna cocina palaciega, discutir todo de manera libre, sin bordes impuestos por intereses creados de los poderosos, sin comisiones de expertos presididas por representantes de la barbarie, sin la tutela paternalista de los poderes constituidos sobre el poder constituyente, porque si no este ejercicio, este ejercicio que intenta históricamente encausar la rebeldía, se transforma en el lamentable ejercicio de la restitución del régimen, de ese régimen violador de derechos humanos, con instituciones represivas de Estado que no dudan ni un segundo en disparar a los ojos, en ejercer violencia político sexual, en quemar las cosechas de trigo, la comida de las comunidades mapuche, en seguir disparando como hace unas semanas a comuneros que luchan por la restitución y defensa ecológica de sus tierras históricas, porque la violencia de quienes tienen el monopolio de las armas está grabada en su ADN cuando se trata de defender los intereses del fundo, por eso, ser de izquierda es pelear por otra institucionalidad, por la disolución de todas las fuerzas represivas, porque como decía un viejo revolucionario: “el obrero, convertido en policía al servicio del Estado capitalista, es un policía burgués y no un obrero”. Necesitamos instituciones de seguridad, preventivas y no represivas, democráticas, sin escalafones, con participación y control social, con revocabilidad inmediata de quien viole los derechos humanos, es decir sin gatillo fácil, una institucionalidad cuyo primer mandato ha de ser prohibición de reprimir la protesta social. La agenda de seguridad pasa por asegurar un sistema para todes, no para unos pocos, jamás pasa por más gatillo y más impunidad.
Por último, nuestra lucha tiene que ser por los derechos humanos de hoy: por salarios dignos, por derechos laborales, por derechos sexuales y reproductivos, por educación, vivienda, cultura, por el derecho a la autodeterminación, sin copamiento uniformado de los territorios, sin paquetes de leyes represivas que sirvan luego de justificación cuando el día de mañana nos vuelvan a disparar, por el derecho a la información y a la protección de datos, por el derecho a ser migrante sin fronteras militarizadas, por memoria, justicia, verdad, contra toda impunidad, por la apertura de todos los archivos de la dictadura, por el fin de los pactos de silencio, por los derechos ambientales y del conjunto de seres vivos, sin zonas de sacrificio, por el derecho al amor, sin importar la orientación, el género, es decir por derechos humanos universales, en todo el mundo, no solamente cuando nos conviene, por la libertad de todas y todos los presos por luchar y eso es todo lo contrario que aplicar la agenda de la derecha, de arrojarse el derecho de decidir por nosotres, esa es la agenda de la reacción que nos pide dar vuelta la página, no demos vuelta la página, escribamos a partir de nuestras historias nuevas páginas, páginas de emancipación, donde no les salga gratis violar impunemente los derechos humanos, y que solo digan “está avisado” dentro de un contexto de campaña donde todo se vuelve política del espectáculo pero después nos damos palmaditas en la espalda, o votamos un 29 de marzo, día marcado a fuego en la memoria popular, la ley gatillo fácil, cuyas consecuencias son garantizar la impunidad en los casos de abuso policial y de asesinatos de una policía que guarda intocable su estructura medular desde la dictadura. Los posibilismo y los populismo que se autodeclaran de centro-izquierda ya han demostrado en nuestro continente, ser el camino más corto al populismo de extrema derecha, aquella que no dudó en dar un golpe de Estado hace 50 años al proyecto de la Unidad Popular, es importante poner sobre la mesa el tema la seguridad, atacando sus causas y no dando respuestas simples para recibir la sonrisa de los cómplices pasivos y activos de la tiranía. Hay que generar programas de inclusión, asegurarnos que toda la juventud pueda acceder a educación, salud, a un trabajo genuino que les permita vivir y desarrollarse plenamente.
Porque para la primera línea que son les oprimides tenemos que luchar, ese es mi homenaje, ese es el homenaje que quiero compartir contigo papá, con Manuel, Santiago, Paulina, José, Eduardo, Rafael, Pero también con las víctima del incendio de Kayser: Manuel Muga, Andrés Ponce, Yoshua Osorio, Julián Pérez, Luis Salas, también sus familias que viven la injusticia de la impunidad. Con Francisca Sandoval, con Joan Florvil, Camilo Catrillanca, Emilia Bau, Víctor Manuel Mendoza Collio, Macarena Valdés. Con ellos quiero compartir, también con Uds. Esto no se resuelve con falsas ideologías, con la medida de lo posible, que ya demostró sus límites y nos llevó al Octubre de 2019, no lo resuelven los pacos, ni un general director que campa a sus anchas en total impunidad después de lo vivido en la rebelión de octubre, porque tengamos claro que las razones que llevaron al estallido social están todas acá y no se han resuelto, que nuestro homenaje sea el amor por una sociedad donde impere la justicia social, cultural, económica, ecológica, sexual y de cuidados, el derecho a la más profunda democracia, por eso lucharon las y los compañeros, que nuestro homenaje, sea la permanente rebeldía.
Tú vencerás,
te digo,
porque la dignidad
no pisoteada
vivirá siempre toda
en tu victoria.
Camilo Parada,
23 de marzo 2023.