El 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de lxs Detenidxs Desaparecidxs, una realidad que sigue dejando marcas en nuestras tierras y que persiste en muchas partes del mundo, calificada como crimen de lesa humanidad.
Por Camilo Parada, Movimiento Anticapitalista
Tanto en Chile como el conjunto de países latinoamericanos que sufrieron dictaduras en la segunda mitad del siglo XX, la practica de la desaparición forzada en manos de agentes del estado fue una forma sistemática de represión y violaciones a los derechos humanos para eliminar a militantes de izquierda, incluso con operaciones coordinadas entre las dictaduras, como el Plan Cóndor. Todas estas acciones representan crímenes de lesa humanidad, es decir, golpean al conjunto de la comunidad y deja una huella indeleble en compañeros y compañeras de lucha y familiares, debido a la incertidumbre del paradero y la suerte corrida por la persona querida, como una tortura permanente, al no poder contar con un cuerpo para enterrar y hacer el duelo, es decir, el duelo se suspende en el espacio temporal.
A partir de la búsqueda incesante de familiares se fueron creando agrupaciones, grupos de solidaridad y apoyo, principalmente formado por mujeres, para buscar a las y los desparecidos, con la pregunta permanente de ¿Dónde Están?, de esa lucha surge la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), por ejemplo, generando acciones de denuncia, muchas veces reprimidas a su vez por la dictadura.
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En este contexto, desde los años 80, la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM) posiciona el 30 de agosto para visibilizar esta brutal realidad compartida, a la vez de posicionar las demandas por verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición efectiva frente a la desaparición forzada. Se calcula que solo en nuestro continente hay más de 90.000 personas desaparecidas por motivos políticos, sabemos que la realidad es aún mayor, si tomamos en cuenta los recientes éxodos migratorios, las desapariciones forzadas en el norte de México, donde las víctimas son principalmente mujeres, el conflicto de más de cincuenta años en Colombia, etc.
En nuestro país existe una deuda histórica de justicia al respecto debido a los pactos transicionales, a la impunidad de los 30 años, a la justicia en la medida de lo posible, que son el sello del negociado de traspaso de poder de la dictadura a la democracia heredada de Pinochet, impunidad de ayer que permite la impunidad de hoy.
Las demanda permanente de verdad, de justicia plena y reparación siguen vigentes, y se crea un puente macabro con las violaciones a los derechos humanos cometidas bajo los gobiernos democráticos, ya sean de la ex Concertación, Nueva Mayoría, los gobiernos de derecha de Piñera y ya empezamos a verlo en el gobierno de Boric y pacto Apruebo Dignidad (FA-PC), donde la brutalidad policial no ha cesado, por el contrario, quienes luchamos, nos movilizamos permanentemente por justicia, por la libertad de lxs presxs, por las demandas de la rebelión, seguimos siendo violentades por los aparatos represivos del Estado. Sin ir más lejos, ayer, 29 de agosto, se desplegó una violencia policial feroz contra estudiantes secundarias y secundarios que luchan por educación pública gratuita, de calidad, no sexista, laica; las mismas demandas que levantaron las grandes movilizaciones estudiantiles del 2011 que erigieron a los líderes políticos del posibilismo que hoy gobiernan y mandan a reprimir a las nuevas generaciones.
La impunidad no cesa, porque existe continuidad política con la impunidad perpetuada por los gobiernos de los 30 años, perduran los viejos pacto de silencio de militares y civiles de la dictadura y se repiten en un eco terrorífico con el pacto de silencio de carabineros represores durante la Rebelión del Octubre o en el Wallmapu. Sin ir más lejos, el gobierno de Gabriel Boric ratificó en el puesto de director general de carabineros a Ricardo Yáñez, encargado de comandar la represión en contexto del estallido, quien fuera llamado a declarar por las violaciones de DDHH. Nuestra lucha por la verdad tampoco cesará hasta dar vuelta toda esta realidad, una realidad política que finalmente se pone al servicio de una minoría de explotadores, para mantener sus privilegios.
Porque la dictadura, para imponer el modelo actual, neoliberal capitalista, lo primero que hizo fue atacar a las genuinas militancias socialistas, a las organizaciones de la clase trabajadora al pueblo, estudiantes, sindicatos, partidos de izquierda, a la cultura, a toda estructura que levantara los principios de solidaridad, de lo colectivo sobre el individualismo liberal. Son esas banderas que hay que seguir levantando, las veces que sea necesaria para dar vuelta todo.
Desde el anticapitalismo ecosocialista, feminista del 99%, disidente y revolucionario, nos hacemos cargo del legado de resistencia y de la lucha permanente por los derechos humanos, sea donde sea, gobierne quien gobierne, porque nuestra militancia es internacionalista, como lo demostramos recientemente con la Comisión Internacional por la vida y la libertad de las y los presos políticos en Nicaragua y nuestra solidaridad sin fronteras, que surge de la ferviente rebeldía por construir un mundo solidario, donde de una vez por todas, los pueblos, las y los oprimidos, las mayorías sociales, la clase trabajadora, tome su destino a dos manos y el cielo por asalto. Nos solidarizamos con cada lucha por la dignidad humana, por la memoria y la construcción de una sociedad profundamente democrática de iguales.
La lucha sigue, hasta tener toda la verdad y toda la justicia, no se detiene con los asesinos bajo reja, el sistema le sigue otorgando beneficios carcelarios a los genocidas, los sigue manteniendo en cárceles de lujos, mientras la población penal, en su gran mayoría pobre, se acina en condiciones inhumanas en las cárceles comunes, la impunidad está enquistada en poder, gobierne quien gobierne, frente a eso nosotros les diremos una y otra vez, que el lugar de los criminales de lesa humanidad es la cárcel común, exigimos el fin de los pactos de silencio, perpetua a los genocidas, reparación efectiva a las víctimas, la apertura de todos los archivos secretos de la dictadura y la democracia, para conocer el destino de cada uno de nuestras y nuestros compañeras y compañeros y para conocer el paradero de las niñeces robadas, pero también demandamos una comisión independiente de verdad para los casos de violaciones a los derechos humanos en democracia, con foco especial en la Rebelión y en el actuar genocida contra el pueblo mapuche, juicio y cárcel a Piñera y a los violadores de derechos humanos.
A 49 años del golpe cívico-económico-militar no cesaremos de luchar por un mundo con justicia social, con democracia real desde abajo, por una transición ecosocialista que detenga el ecocidio provocados por modos de producción bien específicos, porque los derechos socioambientales, sexo-genéricos y culturales también son derechos humanos, hoy y siempre nuestra lucha es la de los miles de desaparecidos y desaparecidas, que dieron la vida por una sociedad diferente a la que la larga transición a construido, perfeccionando el modelo pinochetista, seguimos organizándonos de manera independiente por un mundo libre, anticapitalista, antipatriarcal, ecologista, feminista sin opresión ni explotación. Ese mundo es el socialismo.
No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.