Por Mesa Coordinación Movimiento Anticapitalista
La Lista del Pueblo profundizó su crisis en una dinámica llena de polémica que plantea la necesidad de un debate profundo entre las fuerzas transformadoras. Una experiencia que claramente se posiciona desde la independencia política de los últimos 30 años, evidencia rápidamente sus límites al constituirse meramente como plataforma electoral disociada con la acumulación organizativa y sin una forma democrática de funcionamiento. Aportamos nuestra mirada sobre qué organización necesitamos construir en el actual período.
Con el fin de avanzar en los diálogos y debates que se han abierto en los últimos días expresamos nuestra opinión y propuestas frente a la crisis abierta en la Lista del Pueblo. Lo hacemos fraternalmente entendiendo que el intercambio de ideas es fundamental para nutrir de perspectivas al campo revolucionario, un debate de tácticas y estrategias que toma forma al calor de la acelerada experiencia de las últimas horas.
Un fenómeno electoral que no logra interpretar la fuerza de la rebelión
El ascenso de las masas luego del 18 de octubre es un proceso continuo e inacabado, aunque la ausencia de dirección política revolucionaria hará oscilar y generar contradicciones y el régimen apostará a su reconfiguración apoyándose en las instancias institucionales que surgieron como canal para administrar el descontento a través de las elecciones. La centro izquierda parlamentaria actúa como vértebra de dichos propósitos tras firmar el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, actuando en consecuencia de aquello al esforzarse en mantener la gobernabilidad y fomentar el cronograma electoral alejado de la movilización social.
Por otra parte las cartas se extrapolaron tras la derrota de Jadue en las primarias de Apruebo Dignidad, brindando un espacio por izquierda que hoy parece no poder ser aprovechado por la instancia que mejor acumuló en las elecciones para la Convención Constitucional, la Lista del Pueblo, fenómeno independiente que generó expectativas a nivel social con un claro discurso de ruptura con los viejos representantes del neoliberalismo. Lo que estaba claro era que sí La Lista del Pueblo decidía postularse para ser referencia para las franjas sociales que buscan alternativa frente a las viejas variantes podría haber jugado un rol positivo, lamentablemente vemos lo contrario, hoy la dispersión de dicha fuerza y un proceso acelerado de rupturas, tanto de sectores oportunistas cuya única intención fue la de utilizar la plataforma para sus propios intereses electorales y también, lo que constituye el verdadero problema, de centenares de compañeras y compañeros que vieron con entusiasmo la posibilidad de organizar algo nuevo y chocaron con una estructura burocrática y vertical.
No se puede ignorar que el régimen político y los partidos de los 30 años actuaron y lo seguirán haciendo contra la Lista, todo el andamiaje mediático y político puso el centro en exponer las falencias y limitaciones. Esto, esperable por cierto, encontró eco en sectores al interior de la Lista cuyo proyecto tenía y tiene más que ver con jugar el juego de la política tradicional que con transformar todo.
Pero, en lugar de procesar el debate de manera democrática y utilizarlo como una forma de fortalecer las estructuras de base, para responder a las presiones del régimen, la dirección respondió brutalmente exigiendo obediencia, expulsando y reduciendo los debates a la existencia de traidores y “sapos” por un lado y buenos y buenas por el otro. Los resultados de este método están a la vista.
Párrafo aparte es la actitud de quienes se reivindican de la izquierda revolucionaria como es el caso del MIT y su constituyente electa por La Lista del Pueblo, María Rivera, quienes publicaron su posición acusando “sorpresa” respecto a la ruptura interna de LDP, expresión de una política que buscó una orientación meramente electoral y nutrirse del fenómeno independiente en busca del voto, mientras rechazó la disputa por fomentar espacios de reagrupamientos internos con las y los luchadores que hacían una experiencia política en ruptura con la política de los 30 años y con la izquierda anticapitalista que estaba dispuesta a acompañar el proceso con un programa definido y así levantar instancias de autoorganización que sobrepasara el simple hecho del voto para organizar la vanguardia, lo cual hubiera sido lo positivo de intervenir en un espacio amplio desde una posición revolucionaria. Esperamos que reformulen su orientación y que la tribuna de María Rivera no sólo sea un parlamentarismo de izquierda, sino un motor para impulsar una referencia política unitaria que hace falta.
Nuestra actuación y los debates que siguen planteados
Desde el Movimiento Anticapitalista sostenemos una discusión con la Lista del Pueblo, con quienes se presentaban al menos como su dirección, desde antes de las elecciones a la Convención. La indefinición programática y el permanente cambio de posiciones de un día a otro generaron que no fuera posible una integración. Inmediatamente después de la elección, comenzamos un proceso de intercambios e intento de aportar al fenómeno más dinámico a nivel político electoral de los últimos años, forjando a través de nuestras perspectiva anticapitalista la posibilidad de activar en las primarias que convocó La Lista del Pueblo con el desafío de aportar desde una perspectiva revolucionaria a la construcción de una nueva referencia política que rompía con los partidos de los 30 años y sobre la cual una parte de nuestro pueblo hacia una nueva experiencia. Conscientes de sus límites y debilidades, pero también conscientes de que participando del proceso se planteaba la posibilidad de compartir el camino con valiosas compañeras y compañeros, construyendo confianzas y desarrollando debates. La velocidad de la crisis, detonada por la carta presidencial, fue la punta de Iceberg de una serie de complejidades internas que dificultó este proceso, los mecanismos internos poco claros y poco democráticos también lo hicieron.
En este marco, entendemos que hay dos o tres debates fundamentales a abordar, para politizar la crisis y clarificar las posturas en juego. El primero tiene que ver con el programa de la Lista, que fundó su acumulación sobre la base de referencia a la revuelta, iconos del estallido social y lo popular y definiciones amplias que permiten contener en un mismo espacio sectores de izquierda y posturas liberales, sin un programa que sustente un objetivo difícilmente se pueda avanzar. Claro, desde el punto de vista de un esquema electoral en los marcos del régimen, un programa difuso combinado con “figuras” permite “sumar” votos de distintos espacios, el problema es cuando llegan las definiciones y por contener a todos no se define nada, en ese caso, como se ve hoy, se pierde por todas partes.
Otro debate fundamental es el de la organización, ¿Qué tipo de organización necesitamos para transformar el orden de cosas?, es decir para llevar a cabo el programa. En este punto el problema es doble, porque se ha construido una idea de independentismo con el foco en el enfrentamiento a los partidos, sin distinguir una diferencia evidente, en primer lugar que no todos los partidos son iguales, que hay partidos que son serviles a la burguesía, al mal menorismo, a la conciliación de clases y a que todo siga como está, y otros que son de los pueblos y la clase y que pelean por las transformación radical de la sociedad, no distinguir esto a estas alturas de la historia y poner a todo quien se organiza en el mismo saco de los partidos de la burguesía, es no sólo equivocado, sino profundamente peligroso. Lamentablemente, este no es un debate atribuible sólo a la LDP, previamente ya veníamos viendo en diversidad de espacios sociales una lógica impugnadora y antipartido que sirvió como caldo de cultivo ideológico para este proceso.
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Como segundo elemento, la falta de estructuras orgánicas democráticas que posibiliten el debate y la acción común. Así, un reducido grupo de “guías” gestionó la crisis y lo hizo de la peor manera, sin reconocer falencias, acusando traición en cada vuelta de la esquina y “purgando” sin mayores explicaciones. Podríamos decir que ese método es el resultado de la primera falencia programática, “no hay programa, entonces hay un puñado de personas que lo representan y encarnan y por lo tanto siempre tienen la razón” había pocas posibilidades que terminara bien. Unificar la diversidad de sectores en lucha, reconociendo y respetando las diferencias, bajo un paragua común hubiese permitido el desarrollo de una alternativa para hacerle frente al régimen de los 30 años, pero prefirieron el camino de lo identitario, cerrar en vez de abrir, sin poner por delante el debate político.
En tercer lugar, el problema de la estrategia, de responder a la pregunta ¿Es suficiente sacar muchos votos y obtener mucha representación? ¿Es posible gestionar espacios en los marcos del régimen como camino a transformar la realidad?. Creemos que la respuesta a estas preguntas es fundamental, sobre todo en este contexto de crisis. Programa, método de organización y estrategia son los nudos a desarrollar. Lamentablemente no es lo que se hizo, todo lo contrario, se cerraron los caminos, se paralizó el debate y se colocó un manto de dudas sobre todo y sobre todos y todas.
¿Es posible resolver esta crisis de manera positiva?
Día a día se suman elementos para dar a esta pregunta una respuesta negativa, la respuesta altanera de la dirección de la Lista acusando a cualquiera que plantee una disidencia con la línea oficial de traidor se complementa con una línea anti partido general, como si el problema fueran todos los partidos y no los responsables de los 30 años, dejando de lado el carácter de clase que los separa despolitizando el debate, solo agrega caos, punitivismo y purga a quienes tienen todo el derecho a pensar diferente y decidir otros caminos, más aún cuando son compañeras y compañeros luchadores que buscan transformar radicalmente la vida.
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Con Trabajadoras y Trabajadores al Poder (TP) venimos levantando una propuesta programática que ponga el centro en lo positivo del debate, esa fue una de las motivaciones de inscribirnos en las “primarias” de la Lista del Pueblo, sabiendo sus límites y dificultades, apostamos a que este trabajo conjunto se profundice y podamos aportar a que valiosas luchadoras y luchadores continúen organizados y luchando por transformar todo pese al escenario actual que atraviesa la Lista. Lamentablemente, la coyuntura a dificultado enormemente la tarea fundamental de reunir los patrocinios necesarios (el doble que para la CC) y eso resultará en una debilidad, pero para nada el fin del camino si somos capaces de poner por delante los acuerdos y construir un camino profundamente unido a las peleas que dan los pueblos, las y los trabajadores, a juventud, el movimiento feminista y las comunidades contra el extractivismo, estamos más fuertes para lograrlo, estamos más fuerte para fortalecer una alternativa revolucionaria y anticapitalista que sea capaz de aprender de los errores, sacar conclusiones y salir con fuerza a pelear por transformarlo todo. Pelearemos hasta el último día por lograr que las candidaturas a diputadxs de Maura Fajardo (D12), Camilo Parada (D10), Gloria Pinto (D9), Carlos Astudillo (D8) y Senadora Fabiola Campillai puedan estar en la papeleta, como también la del jóven activista socioambiental anticapitalista Ivo Fierro a CORE en la Provincia de San Felipe, en ese camino fortaleceremos nuestros lazos pensando en lo que se viene.
Sabemos que es difícil, pero también que es profundamente necesario construir más unidad, más anticapitalismo y más organización, te invitamos a recorrer ese camino junto a nosotres.