Por una voz ecosocialista en el proyecto constituyente: Camilo Parada tiene que estar

Por Pedro Espira, Movimiento Anticapitalista

Con todas sus trampas y trabas, el proceso constituyente es una oportunidad para que quienes apostamos por un cambio radical pongamos en discusión, de una vez por todas, las cuestiones fundamentales para el futuro del país y del planeta, siendo una de ellas, sin duda, la socioambiental. Tenemos el desafío, en este sentido, de ofrecer una alternativa que discuta las cuestiones esenciales y que apunte a la raíz del problema que, para nosotres, no es otro que el capitalismo. A continuación, explicamos las razones que nos llevan a creer esto y por qué pensamos que una alternativa como la representada por nuestro compañero Camilo Parada Ortiz y nuestra compañera Maura Fajardo Gálvez  es necesaria para dar los primeros pasos en esta dirección.

El ser humano, como parte de la naturaleza, enfrenta, como cualquier otro animal, el desafío de adaptarse a su entorno. No obstante, a diferencia del resto, cuenta con capacidades productivas –su capacidad de trabajar– que le permiten hacerlo de una manera muy particular. No se trata de que el resto de los animales carezcan de esta capacidad –pensemos en las abejas o en los castores, por poner sólo dos ejemplos–, pero es innegable que hay una diferencia cualitativa entre lo que hacen los humanos y estos animales. Es que les seres humanes pueden crear, justamente a través del trabajo, una realidad artificial –la realidad social– a un nivel que el resto de las especies no puede alcanzar, y además pueden hacerlo de una forma mucho más consciente que el resto de los animales.

Marx pensaba que todas las especies animales –y entendía, como buen materialista que leía con atención el trabajo de Darwin, que esto incluye a los seres humanos– enfrentan el desafío de desarrollar una relación metabólica con la naturaleza que se adaptara a las reglas del funcionamiento de ésta, o sea, al metabolismo universal de la naturaleza. Ahora bien, como les seres humanes son capaces, gracias al trabajo, de modificar la naturaleza de formas mucho más fuertes que el resto de los animales y de hacerlo de una forma más consciente, tienen el inmenso desafío de establecer esta relación en términos que no establezcan una ruptura metabólica entre la acción humana y las leyes del metabolismo universal de la naturaleza.

A diferencia de lo que ocurrió en gran parte de la historia de la humanidad, en donde les seres humanos producían valores de uso para la satisfacción de sus necesidades, el surgimiento del capitalismo significó el establecimiento de una ruptura metabólica como nunca antes se había visto. De todas las formas de organizar el metabolismo social, la capitalista es, sin duda, la más destructiva de todas. Para todes quienes vivimos en una sociedad capitalista las razones de ello no son difíciles de advertir. Es que para el capitalismo, a diferencia de otras formaciones sociales, la producción no es un fin para satisfacer necesidades sociales, sino que un fin en sí mismo o, más precisamente, en un medio para una constante y permanente valorización del capital. 

Es por esto que no es extraño que muchas comunidades atraviesen conflictos socioambientales con una dinámica muy similar: hay empresas capitalistas que quieren intervenir zonas generando un enorme daño ambiental, sin que esto signifique ningún beneficio para estas comunidades, e incluso muchas veces sin que beneficie realmente a nadie más que a quienes viven de la explotación de les seres humanos y del resto de la naturaleza. Es por eso que fenómenos como la megaminería extractivista, las zonas de sacrificio, el genocidio de billones de animales, la agroindustria que acaba con el agua, el cambio climático, no son accidentes para el capitalismo. El capitalismo tiene inserto en su ADN ser un sistema que no busca satisfacer las necesidades humanas, sino que asegurar ganancias constantes para los capitalistas. Esto se va haciendo cada día más claro, pues el capitalismo no sólo se demuestra incapaz de satisfacer las necesidades más básicas de millones de personas, sino que además atenta contra la posibilidad misma de satisfacer cualquier necesidad: la existencia de un planeta en el cual trabajar.

Es por esto que la única salida para esta situación de emergencia es llevar adelante una transición hacia una sociedad alternativa. Nosotres, como Movimiento Anticapitalista, tenemos la certeza de que el capitalismo verde es una utopía. Creemos que la única salida real, mucho menos utópica, aunque parezca lo contrario, es acabar con este sistema que genera una relación problemática con la naturaleza que nos tiene en un estado de ecocidio permanente y avanzar hacia una sociedad ecosocialista, en donde les seres humanos seamos capaces de planificar la producción de modo de satisfacer las necesidades humanas estableciendo una relación metabólica con la naturaleza que no atente permanentemente contra su integridad.

Los cambios por hacer, sin duda, son muchos. El capitalismo, como decía Marx, es una totalidad en donde la producción, el intercambio, el consumo y la distribución están entrelazados formando una unidad orgánica. El ecosocialismo, como proyecto histórico de la clase trabajadora, debe apuntar a ser una alternativa en todos estos frentes. Por ejemplo, no sólo debe ser capaz de ofrecer una forma alternativa de producir, sino que también patrones de consumo radicalmente distintos. Se trata de un desafío importante, tanto práctica como programáticamente, que nosotres como Movimiento Anticapitalista estamos apostando por desarrollar. Esto nos distingue de la izquierda productivista que tiene una visión superficial respecto de los problemas ecológicos. Apoyan a quienes protagonizan conflictos socioambientales particulares, pero no incluyen en sus programas una salida real a los problemas; hablan en contra de los efectos del “neoliberalismo” sobre el medio ambiente, pero apuestan por otras variantes productivistas del capitalismo que mantiene incólumes las causas que nos han conducido al desastre.

Esto por todo esto que estamos convencides de que en un proceso como la Convención Constitucional debe haber una voz que levante esta perspectiva. Además, sumado al hecho de que nadie más lo está haciendo. En este sentido, que Camilo Parada Ortiz, precandidato por el distrito 10, esté en la papeleta es una cuestión muy importante. Ya conseguimos reunir las firmas para que nuestra compañera Maura Fajardo pueda competir en el distrito 12, pero todavía nos falta firmas para Camilo. Es por eso que, si te interesan las cuestiones sociambientales, te invitamos a leer nuestras propuestas y a firmar por Camilo Parada para que levante esta voz en la Convención.

¡CAMILO TIENE QUE ESTAR!

¡ES HORA DE ECOSOCIALISMO!