Por Camilo Parada Ortíz en el periódico Alternativa Anticapitalista Nº5
El proceso constitucional, tal y como está propuesto por los resultados del Pacto por la Paz y la Nueva Constitución, tiene varias limitaciones y engaños patentes, como ya lo hemos discutido en otros documentos y artículos del Movimiento Anticapitalista, a disposición en nuestra página y periódico.
La falsa hoja en blanco debido al artículo 135 que limita que tanto la Convención Constitucional como la Convención Mixta, tengan capacidad soberana sobre tratados internacionales, entre ellos, por supuesto los tratados de libre comercio, que inciden directamente en políticas ambientales. Frente a esto defendemos una carta magna que permita desarrollar respuestas concretas para frenar la crisis ambiental, una Asamblea Constituyente realmente soberana, libre, democrática, plurinacional y feminista, respuestas que tomen como punto de partida el conjunto de la vida, para nosotres, el Movimiento Anticapitalista, esa salida es ecosocialista.
El ecosocialismo surge de una dialéctica que entiende que el modo de producción y acumulación del sistema capitalista es nefasto para el conjunto de la vida y ecosistemas. Este postulado, hoy en día es una realidad que nos ha llevado a la peor crisis climática que haya conocido la humanidad desde que existe registro universal de temperatura; pero además, el ecosocialismo se forja como crítica desde la izquierda a corrientes productivistas del marxismo, que hasta hace no mucho eran mayoritarias dentro de este espectro político, en varios países, demás está decir que la URSS se basaba justamente sobre un modelo industrial productivista, extractivista y altamente contaminante y generador de gases a efecto invernadero.
En este sentido existen nítidos vasos comunicantes entre el ecosocialismo y la crítica al fetichismo de la mercancía de Marx, toda una diatriba contra el productivismo del sistema capitalista y su generación descontrolada de bienes y productos que, además, contaminan; el capitalismo, por su lógica acumulativa y de concentración de riquezas, abusa permanentemente de lxs trabajadorxs y a la par, destruye la vida sobre la naturaleza, llegando al punto de un ecocidio, donde miles de especies desaparecen debido a las consecuencias del modo de producción capitalistas en todas sus vertientes, sea este neoliberal, socialdemócrata, social-liberal, fascista o de Estado. Por cierto que todo esto tiene un perfecto paralelo y potenciador en la alianza del sistema capitalista con el sistema patriarcal y su lógicas propias de conquistas territoriales, dominio de la naturaleza y de las mujeres y cuerpas feminizadas.
Por lo tanto planteamos que se precisa una radicalidad clara al respecto, empujando a cambios revolucionarios que rompan con las lógicas propias de un sistema depredador, es decir, el aparato productivo no solamente debe estar bajo control democrático de sus trabajadores, sino que también de las personas que pertenecen a la comunidad donde se sitúa ese aparato productivo, y aquellos modos de producción que sean nocivos y contaminantes debe ser eliminados, no hay tiempo para medidas a medias tintas si queremos revertir la catástrofe climática, que significa el aniquilamiento de millones de vidas del reino animal y vegetal por día, debido a las industrias forestales, a la ganadería industrial y a la agroindustria, por no nombrar el derretimiento de los grandes bloques de hielo, últimas reservas de agua dulce, y la subida de temperaturas y del nivel del mar, con las respectivas consecuencias.
Es una tarea urgente salir de las lógicas productivistas del capitalismo, salir de las energías fósiles, principal responsable de los gases de efecto invernadero que aumentan la temperatura en las últimas capas atmosféricas.
Luchar por un sistema que ponga en equilibrio el conjunto de la vida en el centro de su programa, es necesariamente un programa anticapitalista , antipatriarcal y revolucionario que ataca los efectos expansivos y totalizantes de un sistema que destruye la vida, para eso necesitamos pasar del valor de cambio, al valor de uso colectivo y social, tomando en cuenta parámetros ecológicos, un cambio profundo de las relaciones sociales, porque abogamos la necesidad urgente de reducir las horas de trabajo para que por un lado compartamos el tiempo laboral y así generar empleos, y por otro disponer de mayor tiempo libre para desarrollar buen vivir y tejido social, para amar, para cultivarse, para crear, para compartir y valorar las labores de cuidado, para hacer política al fin y al cabo y disfrutar de un ambiente equilibrado, desde una perspectiva solidaria que se contrapone al individualismo consumista del sistema capitalista. Estas tareas son en el aquí y ahora, ya no hay tiempo, debemos organizarnos para transformaciones revolucionarias de la sociedad a nivel mundial, para eso necesitamos desarrollar el máximo de redes internacionales ecosocialistas desde nuestras diferentes experiencias de luchas anticapitalistas.