Transcribimos la intervención de nuestra compañera Maura Gálvez – Bernabé en el #ForoDebate ¿Por qué luchar por una asamblea constituyente? La izquierda más allá del acuerdo por la paz. Espacio que compartimos desde el Movimiento Anticapitalista con otra cuatro organizaciones de la izquierda radical, PTR, MST, El Porteño y UA. Puedes revisar todas las intervenciones en el siguiente vídeo.
Hola a todas, todos, todes, saludar a las personas que están mirando hoy día este debate, saludar a los compañeros y organizaciones que son parte de este importante foro y saludar también la iniciativa de realizar esta actividad.
Es evidente que la actual coyuntura nos pone a las organizaciones revolucionarias en la tarea de impulsar posiciones anticapitalistas en vías de buscar alternativas al acuerdo del régimen político.
El 18 de octubre marca un antes y un después en nuestro país, una verdadera revancha histórica fue la que forjó el pueblo en las calles luego de años de administración capitalista neoliberal llevada adelante por la ex Concertación, la Nueva Mayoría y la derecha se pusieron por fin en jaque. La constitución de Pinochet hecha a punta de genocidio de miles de militantes que peleaban por un proyecto político socialista constituyó una carta magna para ordenar el desarrollo neoliberal y con ello garantizar la privatización de los derechos sociales para el enriquecimiento privado.
El 18 de octubre expresó con profundidad la acumulación de fuerza del pueblo. Si bien el proceso fue encabezado en primera instancia por las y los secundaries, en cuestión de horas se volvió de masas haciéndonos protagonistas de las calles y la política, iniciando un cambio de etapa en nuestro país. La debacle del gobierno precipitó en cuestión de horas la salida de los militares aplicando la política del terror, sin embargo, la movilización no se detuvo, por el contrario, se profundizó y las consignas centrales exigían la salida del gobierno y una asamblea constituyente. Ambas demandas que recorrian las calles de Chile.
El 12 de noviembre se produce la tercera huelga general y entra la clase trabajadora como protagonista al proceso, mientras que la política de la CUT y la dirección de Unidad Social se centraba en producir un vaciamiento de las calles y calmar las aguas por vía institucional. Aquella huelga anunciaba al régimen político la urgencia de ordenarse rápidamente antes que cayera el gobierno, es así que entre gallos y media noche, desde el Frente amplio hasta la derecha pinochetista firman el Pacto por la Paz y la Nueva Constitución. Un acuerdo hecho a la medida del régimen político, que mantiene intactos los 2/3, posibilita que participen del proceso sólo los partidos políticos constituidos, restringe que se toquen los tratados de libre comercio y no permite que participen menores de 18 años. El PC que se jacta de no haber firmado el acuerdo, jugó un rol fundamental con la política de desmovilización para que la cocina se llevara adelante.
Una primera conclusión que podemos sacar es que no fue la falta de fuerza en las calles lo que faltó para avanzar en darle carne a ese programa que la gente conformó en las calles y las asambleas, sino una alternativa política revolucionaria con peso que se dispusiera a llevar el proceso al fondo, poniendo la confianza en las instituciones que el pueblo forjaba las calles, una alternativa política que sigue haciendo falta en los tiempos que corren donde la política malmenorista se toma la palestra e intenta volverse hegemónica.
La coyontura actual está atravesada por este elemento combinado con la crisis sanitaria y económica capitalista mundial, es así como hemos visto durante estos meses, como los mismos de la cocina reciclaron el pacto con la derecha pinochetista, para que quienes paguemos la crisis seamos las y los trabajadores, este elemento es central dentro del análisis de este foro, puesto que las demandas que hicieron salir a la gente a la calle, junto con las medidas parlamentarias para que seamos quienes paguemos la crisis se ordenan en términos para que lo que no podamos discutir dentro del proceso constituyente, sean precisamente las medidas que pongan en el centro el fin de la precarización, las condiciones laborales, el derecho a los recursos naturales libres de extractivismo, el derecho a la vivienda, la salud, la educación, el fin de la violencia machista, el fin de las AFP, la feminización de la pobreza etc.
Por tanto, una primera pregunta que nos parece avanza en vías de seguir peleando por la AC es ¿Cómo en los marcos de la crisis que vivimos es que los mismos partidos que han administrado el modelo y quienes firmaron el pacto mientras asesinaban al pueblo en las calles, van de la noche a la mañana, a impulsar medidas que vayan en favor de la vida de las mayorías?
Votar apruebo es sin duda, votar lo que la gente ya plebiscitó en las calles durante 5 meses ininterrumpidos, que nos costó vidas, mutilaciones, presas y presos, tortura, violencia política sexual, sin embargo, la fuerza expresada durante todo ese tiempo, que buscaba transformar radicalmente la vida no puede desenvolverse sólo en los términos binarios que pretende el régimen político.
Con esto se reavivan dos debates con las izquierdas que nos parecen fundamentales, por una lado la izquierda históricamente abstencionista del proceso que recae permanentemente en la denuncia correcta del pacto, pero que no se presenta como alternativa para disputar el proceso y poder empalmar con diversos sectores que den el salto a la construcción de algo nuevo y por otra parte, la izquierda que ha decidido participar acríticamente del proceso y con acríticos no nos referimos a la fraseología roja de denuncia del pacto, sino a la posición de ir por la Convención Constituyente con una posición que plantea “desbordar el proceso”, cabe entonces preguntarse, ¿Cómo se va a desbordar ese proceso yendo a la cola de quienes son y han sido parte del problema? ¿Cómo se va a desbordar a todo el ordenamiento institucional del régimen que restringe las libertades democráticas, que sitúa a las mujeres y disidencias como personas de segunda categoría, que precariza la vida de las mayorías, apoyando la convención?, aquel debate nos parece vital en este momento, porque no alcanza con la política malmenorista del “ es lo que hay” porque, no, no es lo que hay, es lo que nos impusieron y la tarea de las izquierdas y de quienes nos reivindicamos desde la vereda del feminismo anticapitalista debería estar en poner la confianza en el proceso abierto que motorizó la movilización y las demandas del pueblo.
Entonces la pregunta inicial de este foro ¿por qué luchar por una AC? Nos deriva a una pregunta que para nosotres es fundamental ¿Por qué la instancia más democrática, las calles, su autoorganización, no expresó sus demandas a nivel político? ¿por qué, aún con todas las reservas de lucha, fue logrado el Pacto por la Paz?
De esa forma podemos destramar el porqué luchar por una AC. La crisis del régimen político de los “30 años”, es una contracara a la debilidad de las organizaciones de las y los trabajadores y el pueblo, es parte de la debilidad de la izquierda revolucionaria. Esta situación tiene una explicación de larga data, pero es un hecho de la realidad.
Aunque con el cambio de etapa vivido el 18 de octubre y la polarización social que se expresa, aún con sus límites, nos permite a quienes pensamos más allá de los términos del Pacto, presentarnos a un mayor público que comparte inquietudes que solo la izquierda puede responder. Porque en síntesis nos enfrentamos a un problema de alternativa política.
Es evidente que décadas luego de neoliberalismo, de baja sindicalización, luego de la derrota histórica que significó la dictadura, impactó en la izquierda inyectando una alta dosis de escepticismo. Un fenómeno superior a las fronteras de nuestro país, aunque se expresa más menos así con actores y actrices claros, un sector transformó a las elecciones como un eje, cargos parlamentarios que condicionan sus propias visiones a los intereses de instituciones hechas para mantener el poder, el caso del Frente Amplio y El Partido Comunista
No es un debate secundario, es clave sobre el que hacer dentro de hitos que comienzan en pocas semanas. Responder a la situación y el cronograma electoral, anclados en una comprensión amplia de los fenómenos internacionales; es decir comprendiendo que la profundización de la crisis económica nos llevará a una mayor polarización y la posibilidad de reformular desde el reformismo alternativas viables son utópicas, por lo tanto, vamos a un mundo cada vez más convulsionado, lleno de rebeliones y expresiones de izquierda y de derecha.
Es por eso que más allá de los pactos por arriba, la vitalidad del proceso de lucha y las demandas que lo provocaron siguen ahí, intactos.
En fin, el conjunto de reclamos que levantó la revolución en Chile tiene respuesta, tiene salida. Sin embargo, sí o sí implica confrontación anticapitalista y una transición hacia otra economía y otro modelo político: una democracia real de la clase obrera y el pueblo.
Esta dinámica, entre los reclamos del movimiento de lucha y las medidas para darles respuesta, plantean otra necesaria conclusión: no hay ningún margen posible en esta etapa del capitalismo neoliberal -ni en Chile ni en ningún lado- para reformas positivas que aseguren derechos duraderos.
Es por todo esto que existen tareas y propuestas que hace meses venimos proponiendo y que queremos impulsar con esta esta mesa que hoy debate.
Nosotros y nosotras hemos constituido un Comando por la Asamblea Constituyente libre, soberana, democrática y plurinacional, expresión de varias ciudades del país, también entendemos que hay diferentes iniciativas de las organizaciones presente, sería un paso positivo avanzar en una sola coordinación nacional. Pero a su vez, podemos ponernos un desafío aún más allá que sería un paso adelante fundamental. Porque la AC es lo más que puede otorgar la democracia burguesa y en eso no nos confundimos.
Entonces intervenir en el proceso constituyente, pero con política revolucionaria, no electoralera. Eso significa decir las verdades incómodas al sentido común dominante, que los partidos tradicionales protegen. Partiendo por denunciar los limites del pacto y sus artífices. Demostrando su naturaleza de clase y reforzar la paciente explicación de la estrategia en la construcción de alternativas políticas nuevas, de aquella fuerza que surgió el 18 de octubre como motor de los cambios. Vale decir: la concepción de que se requiere movilización social y la auto-organización como medidas de ruptura con el capital y el Estado que le administra los intereses y monopoliza la fuerza. Retomar lo mejor de la experiencia de la rebelión.
Nosotros vemos que a las opciones reformistas hay que contraponer un frente de la izquierda revolucionaria con todos los sectores sociales y políticos que denuncien el pacto y vayan por una verdadera AC para dar vuelta todo. Un frente para participar en los procesos electorales, pero sobre todo para poner en pie una referencia política que pueda actuar en común en las luchas y en todas partes.
La razón del porqué seguir luchando por la AC y por el fuera Piñera para que se transforme en una política de la izquierda revolucionaria para el ciclo electoral que comenzamos atravesar y estamos en un momento que hay que tomar la ofensiva. Estas son nuestras propuestas concretas.