30 de julio: Seguimos peleando por el derecho al aborto

Por Maura Gálvez – Bernabé y Francisca Barbosa, Juntas y a la Izquierda – Movimiento Anticapitalista

Hace ocho años comenzó la movilización por el derecho al aborto, el rechazo generado por el caso de Belén, una niña de 11 años obligada a ser madre tras los abusos de su padrastro sacó a la calle a cientos de mujeres que instalaron el 25 de Julio como un día de lucha por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Lo cierto es que, la lucha por nuestros derechos sexuales y reproductivos no partió ese día, se viene tejiendo y acumulando hace mucho y actualmente es una de las demandas centrales del movimiento feminista.

Hoy, la fecha de esta movilización está atravesada por una de las peores crisis que haya vivido la humanidad en los últimos 90 años. La pandemia del COVID-19 en contexto de una profunda crisis económica, ha vuelto a develar que en tiempos de un capitalismo decadente son nuestros cuerpos donde se intensifica y agudiza la crisis. Porque cuando hablamos de crisis económica, es necesario señalar también que existe una crisis de lo que históricamente se ha considerado lo “no económico”, lo invisible, lo femenino: una crisis de cuidados, en donde las tareas más esenciales para el sostenimiento de la vida misma, las tareas que de hecho sostienen lo que entendemos por economía y, por tanto, es parte fundamental de ella y que recae en las mujeres, nos tiene cada día más precarizadas y agotadas. Las tareas domésticas y de cuidados, las extensas horas de teletrabajo, la cesantía, la violencia contra nuestros cuerpos y la imposibilidad de garantizar el derecho a decidir, tienen sello en los cuerpos feminizados.

En ese sentido, en un país donde la institucionalidad burguesa nos prohíbe acceder a un derecho tan mínimo como el aborto y nos vemos obligadas a abortar clandestinamente, se develan las enormes dificultades y riesgos que tenemos las mujeres y cuerpos gestantes para poder llevarlo adelante en tiempos donde el confinamiento, la represión, la violencia y el cierre de fronteras acortan aún más los límites. Si tener un embarazo no deseado antes de la pandemia era una pesadilla, en cuarentena puede ser un verdadero infierno para muchas compañeras. Esto no es un mero efecto de la crisis, más bien es el reflejo de la relación indisoluble en la reproducción patriarcado-capital que ataca directamente las vidas y cuerpos de las mujeres.


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El molde de reproducción social que impone el capitalismo prohíbe que las mujeres seamos sujetos con derechos mínimos. La privación de decidir libremente sobre nuestro cuerpo es la negación a decidir el curso de nuestras propias vidas y aquello es un recurso fundamental para mantener las cosas como están y con ello, aleccionar la producción y reproducción de un sistema que se sostiene en base a la precarización de las vidas de la mayoría de la humanidad. Mayorías cuyas vidas valen menos si son cuerpos racializados y empobrecidos, como sucede con el derecho a decidir de mujeres mapuches y compañeras de barrios populares, a quienes el Estado les ha provocado abortos espontáneos por las fuerzas represivas. Es el caso de Andrea Neculpán en Collipulli, quien perdió su embarazo luego del allanamiento de los pacos a su comunidad.  

Dejar de mantener a las mujeres como incubadoras, fabricantes y reproductoras de la clase trabajadora del mañana, es una amenaza al poder de quienes nos quieren pariendo. Pero también, nuestra lucha es por la libertad y la dignidad de poder llevar a cabo nuestros embarazos sin violencia y con el debido acceso a salud. El racismo de este país y del continente, ha esterilizado a las mujeres indígenas sin su consentimiento, a generado abortos forzados, ha violentado a las mujeres negras en los hospitales una y otra vez.

Por tanto, la lucha por el derecho al aborto y de todos nuestros derechos sexuales y reproductivos, es también una cuestión de clase y de justicia social que va de la mano con el derecho democrático a decidir libremente nuestros propios destinos, siendo además un tema de salud pública, que debe garantizar el libre acceso a salud y aborto a TODAS las mujeres y cuerpos gestantes, con perspectiva feminista e interseccional libre de cualquier violencia obstétrica.

Pero conquistar estos derechos es una cuestión que como ya hemos dicho, mínima. Separar esta demanda de las luchas del conjunto de nuestra clase no va a construir la sociedad que necesitamos para garantizar una vida sin precarización, ni explotación y ni miseria. Esto es lo que ha demostrado la crisis instalada que hoy atraviesa al conjunto de la humanidad: el capitalismo no tiene absolutamente nada que ofrecernos.

Por tanto, hay que construir sobre otras bases, una educación gratuita, pública, de calidad con perspectiva feminista que rompa con los estereotipos de géneros instalados para el beneficio de una clase parasitaria de la sociedad; otro sistema de salud, único, público, gratuito, universal y feminista; un sistema único de cuidados, plurinacional, financiado por el Estado y controlado por les trabajadores y usuaries que socialice las tareas reproductivas y de cuidado que hoy recaen obligatoriamente sobre nuestros cuerpos.


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La potencia de una marea verde y feminista que viene recorriendo el mundo hace algunos años, demuestra el caudal de nuestra fuerza, corriendo los límites de lo posible y poniendo en el centro que somos más, que vamos por todo y que sus migajas no dan respuesta a nuestras demandas. Nuestras luchas no toman cuarentena, así lo demostramos hace unos días cuando la justicia quiso dejar libre a Martín Pradenas, ese es el camino a retomar, la calle y la organización para tomar el cielo por asalto.

Quienes se han dedicado a administrar este modelo, aquellos con fraseología roja y forzadamente violeta que hoy quieren posicionarse como defensores de los intereses del pueblo, han demostrado que tampoco tienen nada nuevo que ofrecer. Impulsan leyes absolutamente insuficientes como el aborto en 3 causales, cuando nosotras rompíamos la voz exigiendo aborto libre, legal, seguro y gratuito y así firmaron y pactaron a nuestras espaldas, mientras los aparatos represores nos violaban y asesinaban. Revertir ese camino, construir feminismo anticapitalista para dar vuelta todo, por eso te invitamos a sumarte y ser muchas y muches poniendo en pie lo que hace falta, por el derecho al aborto, por otra sociedad donde nuestras vidas puedan ser vividas.