Por Francisca Barbosa y Greta Villoslada, Juntas y a La Izquierda – Movimiento Anticapitalista
El domingo 28 de junio se cumplen 51 años de la rebelión de Stonewall, en Nueva York, donde la comunidad LGBTI se enfrentó y derrotó la violencia policial. Conmemorar esta fecha, que dio inició al Día del Orgullo, implica reinvindicar la lucha de mujeres como Marsha Johnson, trans negra que lideró el movimiento de liberación y fundó organizaciones como Travestis Callejeras de Acción Revolucionaria (STAR en inglés) y conmemorar a compañeras como Nicole Saavedra Bahamonedes y María Pia Castro, asesinadas por ser lesbianas visibles en nuestro país. Esta fecha y los tiempos que corren, de crisis y agudización de la lucha de clases, también nos exige como disidencia militar nuestros reclamos con un horizonte emancipatorio y con perspectiva de clase, para elaborar alternativa política liberadora y propuesta realmente democrática para todes nuestres compañeres.
Las personas LGBTIQ+ y el sistema capitalista
El sistema actual, como lo conocemos, está construido en estructuras históricas que le son completamente funcionales. Si pensamos, la familia monogámica y tradicional es fundamental para la producción y reproducción de la fuerza de trabajo que necesita el capital para funcionar y para preservar los valores hegemónicos defendidos por la clase dominante. La familia, nos dice la legislación chilena, es la “base fundamental de la sociedad”, pero ¿qué familia para cuál sociedad? Pareciera muy conveniente para preservar las cosas como están que existan hombres “muy hombres” (proveedor, heterosexual, jefe de familia) y mujeres “bien mujeres” (siempre cuidadora, fiel acompañante de su marido y madre devota) que se unan en un lazo único e indisuluble para formar familia. Esto es solo uno de los aspectos claves de la sociedad capitalista y patriarcal que las personas LGBTIQ+ amenazamos cada vez que reclamamos nuestros derechos.
No es de extrañarnos que la corporalidades que impugnan el binarismo hombre-mujer, que además siempre esconde una jerarquía y la sexualización de roles predeterminados, sean receptoras de violencia y odio como sucede con los lesbofemicidios y la corta esperanza de vida que tienen las personas trans[1], ya que desafiamos el mandato que nos imponen de ser “normales”. No es de extrañarnos tampoco que nuestras vidas valgan menos en esta sociedad que le pone precio a todo y que la realidad material de la disidencia de la clase trabajadora sea completamente distinta a la felicidad blanca y burguesa nos muestra el movimiento de liberación convencional.
Es por esto que nos oponemos a sectores que hacen del Día del Orgullo una fiesta capitalista, negando la potencialidad de nuestra lucha para erradicar la opresión que sufrimos por ser disidencia. Sectores como el Movilh por ejemplo, cuyas demandas se terminan en el matrimonio homosexual y que callan frente a la violencia que sufrimos las lesbianas en Chile, como lo hicieron con Nicole. Sectores que ignoran la realidad de la clase social y que pretenden asimilarse a personajes gays, blancos y adinerados que nunca han estado por un cambio profundo y revolucionario para las grandes mayorias.
Vamos por más, vamos por todo
La sexualidad, su expresión y orientación, es un espectro mucho más rico y complejo que el que nos obligaron a aceptar. Precisamente por lo que señalamos anteriormente, porque quienes dominan esta sociedad necesitan que seamos puestxs dentro de una categoría y etiquetarnos para la producción y reproducción de este sistema que solo nos garantiza la miseria, el racismo y la violencia. Se benefician de la discriminación y de que muchas veces no seamos aceptadxs por nuestros propios espacios. Por esto mismo, es necesario levantar nuestra lucha desde un feminismo socialista que mire y comprenda todas las opresiones que sufre el colectivo LGBTIQ+ para proponer soluciones colectivas que pongan nuestras vidas y dignidad en el centro.
Es necesario que cuestionemos los cuidados, la enseñanza y la escuela, el sistema de salud, cómo accedemos al trabajo y a qué trabajos, cómo se nos podría garantizar una vida libre de violencia y cómo podríamos finalmente ser nosotres quienes tomemos las decisiones de nuestros propios destinos, erradicando los prejuicios para construirnos como parte de clase trabajadora consciente y diversa. Para esto, el capitalismo no tiene solución alguna, aun cuando intente mostrarse a favor de días como el 28 de junio.
Nosotrxs decimos fuerte y claro que necesitamos YA:
- Educación pública, gratuita, laica y feminista, libre de estereotipos y prejuicios
- Sistema de salud único, publico, gratuito y estatal con perspectiva de género y controlado por les trabajadores
- Sistema único de cuidados, que cuestione la división sexual del trabajo y socialice el trabajo reproductivo que hacen los cuerpos feminizados y que sea controlado por les trabajadors y usuaries
- Reconocimiento de todos los derechos consagrados para personas heterosexuales (como el matrimonio y la posibilidad de ser reconocides como padre y/o madre) para todas las personas sin importar su género y orientación sexual
- Cupo laboral trans
- Reconocimiento de derechos laborales para quienes ejercen trabajo sexual, sean mujeres, travestis o trans e implementación de programas que permitan salir de la prostitución para compañeres que así lo quieran
- Un sistema de justicia radicalmente distinto que vele por terminar con la impunidad frente a los crímenes contra las personas LGBTIQ+ y la desmantelación de las policias homofóbicas y patriarcales
- Aborto libre legal seguro y gratuito para todes les cuerpos gestantes.
Para realizar estas tareas, que son sólo algunas de las necesarias
para vivir una vida digna, urge que fomentemos prácticas despatriarcalizadoras
y que le demos una mirada clasista a nuestras demandas. Es necesario
reinvindicar una lucha combativa, como la de Stonewell, que fue una autentica
rebelión contra agentes del Estado y contra los prejuicios que enfrentamos día
a día. Es necesario también percatarse que los asesinatos contra la disidencia
no son hechos aislados, sino que responden a una violencia estructural que
debemos denunciar. Somos muches, somos
fuertes y nuestra memoria y lucha construye rebeldía. Somos orgullosamente
anti-sistemas! Porque las luchas de las disidencias son luchas contra el
capitalismo!
[1] El Registro de Violencia elaborado por la Comisión interamericana de Derechos Humanos señala que el 80% de las mujeres trans latinoamericanas mueren a los 35 años o menos.