Los Prisioneros forman parte indiscutible de la historia de la música chilena y latinoamericana. En estos tiempos extraños, donde el COVID-19 y la crisis económica se han tomado el mundo, vuelve el toque de queda a nuestras calles y muchas familias comienzan a pasar hambre debido a la falta de políticas sociales que permitan a las mayorías sostener una cuarentena con un plato de comida en la mesa. En este contexto, el disco Corazones, de Los Prisioneros, cumple 30 años de existencia, como si desde la efeméride se hiciera eco de la consigna durante el estallido: No son 30 pesos, son 30 años.
Los Prisioneros marcaron a varias generaciones con su rock rebelde que se transformó en himno de muchxs jóvenes en plena dictadura de Pinochet, pero su repertorio sigue vigente. Es cosa de remitirnos a las recientes jornadas de revuelta popular para recordar que en cada esquina se escuchaba “El baile de los que sobran”. Canción que en estos días vuelve a cobrar vigencia mientras sale a flote toda la injusticia social del gobierno de Piñera y el sistema que defiende.
Los Prisioneros tienen una fuerza anti sistema ineludible y cruda, y el disco Corazones, desde lo más íntimo, es una llamado a darlo vuelta todo.
El 20 de mayo de 1990 salía a luz este disco, una obra que ocupa un lugar especial dentro de la discografía de la banda. Esto no solo por la audacia musical, que integra elementos electrónicos, por las letras reales y repletas de fuerza contestaría y amor, sino también porque marca el inicio del fin del grupo musical. Seguramente, fue una odisea compleja el parto de Corazones. Claudio Narea se aleja del grupo en la mitad del proyecto, debido al bullado triángulo que intentaremos omitir para concentrarnos en Corazones, omisión por cierto compleja, porque la ruptura entre González y Narea, ha sido objeto de libros, artículos, programas de farándula, etc. y por ese hecho, determina algunas canciones del disco, producido por el renombrado compositor y productor argentino Gustavo Santaolalla.
Corazones se nutre de nueve canciones que son la sangre del disco, los temas que atraviesan la obra se adelantan a su época:canciones sobre el machismo endémico en las relaciones clásicas de pareja, cuestionamientos al amor romántico, críticas a la moral burguesa. Todo esto en medio de una euforia por momentos contenida, por el fin de la barbarie pinochetista, las negociaciones entre cuatro paredes y la seudo democracia que nacía por esos años.
Algunas personas dicen que Corazones es el disco menos político de Los Prisioneros. Creo que se equivocan. Probablemente, no encontramos la marca de la crítica social, presente a lo largo de la obra de Los Prisioneros, pero podemos sentir en cada canción un cuestionamiento a las relaciones sexo –afectivas, marcadas en nuestras latitudes por un sistema patriarcal de la mano con el capitalismo, que por esos días, se autoproclamaba triunfante en Chile, al percatar que la transición dejaba incólume la estructura económica del país. Hoy las consecuencias de esas negociaciones significan hambre en muchas poblaciones, una salud desmantelada, derechos sociales privatizados.
Corazones entonces deja de lado la crítica social para sumergirse en la naturaleza de las relaciones humanas, los cuerpos como dominio político, incluso el disco tiene un toque más bailable, por el protagonismo de sonidos electrónicos, muy en la onda de esos años. Corazones marca la fuerza creativa y más íntima de Jorge González, un disco manifiesto, donde deja claro que sus canciones no le hacen el juego a ningún amarre moralista. Eso a través de una propuesta electro-pop que marcará a las generaciones de artistas que eran adolescentes o niñes cuando salió el disco.
Esta vertiente electrónica disgustó a muchas seguidoras y seguidores más roquerxs del grupo, y por mucho que especialistas insistan en el carácter apolítico del álbum, podemos escuchar en el primer tema “Tren al Sur” una crónica de la pobreza, una pincelada sobre la realidad de muchxs jóvenes guachos que viven el fracaso del Oasis Chileno, el personaje de Tren al Sur, a pesar de su miseria, viaja en tren y pide: “No me digas pobre por ir viajando así…” La felicidad del paisaje, de un recorrer, más que la de llegar a una estación, a un objetivo. Este tema escuchado hasta hoy, tiene además un prisma terrible, los trenes públicos que fueron desmantelados por la Concertación, por razones de rentabilidad financiera, porque si de rentabilidad ecológica se tratara, la muerte de Ferrocarriles del Estado es una tragedia.
Tenemos temas que hablan de manera magistral del deseo entre amantes y la imposibilidad de prosperar en un mundo repleto de prejuicios y así y todo, gozar de momentos plenos de amor donde ya nada más importa “Moriría mañana, moriría en éxtasis, moriría en el fondo del éxtasis” nos dice en Amiga Mía, el segundo tema de Corazones, o del amor que traspasa medios sociales “… Llego como una ilusión, tan distinto a tus amigos” un protagonista que vive la monotonía de un trabajo que se libera al estar con su ser amado: “Toda la semana igual, el trabajo, los estudios, con tu espíritu dormido, esperando que aquello llegue de tan lejos…” podemos escuchar en el tercer tema Con Suavidad.
Después llega el cuarto tema, quizás la joya del LP, Corazones Rojos, que expone la violencia de una relación romántica cargada de machismo: “Corazones rojos, corazones fuertes, espaldas débiles de mujer/mil insultos como mil latigazos, mil latigazos dame de comer” en unos años donde las mujeres ya habían entrado de pleno al mundo laboral y comenzaban a independizarse, en medio de situaciones de violencia que pueden retraernos a la actualidad, Corazones Rojos es un despliegue de toda la ironía de Jorge González, donde se pone de relieve la resistencia de muchos hombres heterosexuales a la liberación y autonomía de las mujeres: “En la casa te queremos ver, lavando ropa, pensando en él/ con las manos sarmentosas y la entrepierna bien jugosa”. Este tema tiene la particularidad musical de ser uno de las canciones más electrónicas y donde el fraseo de Jorge se escucha influenciado por el rap. Corazones Rojos es una invitación a la lucha y a romper el orden patriarcal milenario: “Ten cuidado de lo que piensas, hay un alguien sobre ti/ Seguirá esta historia, seguirá este orden/ Porque Dios así lo quiso, porque Dios también es hombre”.
La última canción de la cara A se llama Cuéntame una historia original, un tema muy en la ola del New Wave, que nos habla que dentro del sistema capitalista, todo el mundo tiene problemas “Todo el mundo dice que vive sufriendo como nadie más, cuéntame una historia original”
La cara B del disco, es quizás más oscura y abarca las penas de amor, Estrechez de Corazón abre la segunda mitad de Corazones, una canción que habla del derrumbe de una relación, donde ya no se puede volver porque la confianza se ha roto, algunos pensamos que es un tema relacionado con la partida de Claudio Nerea a los Profetas y Frenéticos, pero esto es solo una hipótesis, lo cierto es que habla de un amor que muere y pasa de ser una pasión a un recuerdo “No te pido nada más, que valores este amor, que lo guardes en un libro y lo atesores cerca de tu corazón”. Acto seguido viene Por Amate, una canción que entra en los registro de la música cebolla, acá asistimos a todo el dolor de un desamor. Sigue Noche en la Ciudad, un tema que bien podría sonar en los clubes techno del mundo, Noche en la Ciudad es una crítica al mojigaterio criollo en los años de juerga: “Hombres honrados y sin vicios, mujeres castas y piadosas; fuera de la ciudad los que no son de fiar. ¡Orden! ¡Moral!”,
El disco cierra con uno de los temas, a mi parecer más bellos del disco, Es Demasiado Triste, el título ya lo dice todo, es una ruptura que deja cicatrices y que hay que soltar por complejo que sea en medio del derrumbe: “Este maldito amor le gusta reírse, reírse en tu cara” así acaba el disco en un fade out que deja un gusto amargo en la garganta.
Corazones es un disco desde donde siguen bebiendo artistas del pop actual, podemos escucharlo desde Alex Anwandter, Javi Mena, Pedro Piedra. Corazones es un disco de electro pop cebolla que se contrapone al virilismo de rock and roll patrio, por cierto demasiado machista. Corazones es también de una intimidad sin maquillaje y una balanza equilibrada entre pop electrónico y una crítica social y política que se adentra en lo más íntimo de las personas, las relaciones sexo-afectivas, un disco que se adelantó a su época y un asociación magistral entre González y Santaolalla.
El disco, sin saberlo, es una metáfora de la transición, repleto de promesas por una alegría que nunca llegó, un disco atemporal por muy inserto en una época específica de nuestra historia y que 30 años después sigue vigente.
Por Camilo Parada, Movimiento Anticapitalista.