La rebelión en tiempos de pandemia.

Por Joaquín Araneda, artículo publicado en Alternativa Anticapitalista nº 2

Acumulación y preparación: Ahora sí otro modelo.

Los tiempos políticos se contraen y la experiencia acumulada por el conjunto del pueblo chileno desde octubre a la fecha experimenta un nuevo cambio; entró la pandemia y avanzamos a nuevas crisis, continuidades y nuevos rumbos ¿para qué nos debemos preparar?

Lo que no termina de morir

Fue el marxista italiano, Antonio Gramsci, quien siguiendo a Maquiavelo en la metáfora del Centauro, ilustraba la dualidad del Estado y la hegemonía. Un lado animal y otro humano. Una analogía que podemos retomar para ejemplificar los últimos seis meses en nuestro país. Chile se consideraba excepcional en el continente, riquezas y estabilidad, un modelo definido por Piñera como “el oasis latinoamericano.”. Aquel sentido común de propaganda mediática y de éxito neoliberal se desmoronó como castillo de naipes cuando la revancha histórica de todo un pueblo se hizo sentir.

La relativa calma de gobernabilidad burguesa sucumbió a la instancia más democrática del pueblo: el asalto a las calles, auto-organización y enfrentamientos sin miedo contra los pacos. Falló la ideología del “no se puede” y “en medida de lo posible”. Entonces se expresó la otra dualidad del Estado, el animal coercitivo, represivo en esencia y autoritarismo de la minoría concentrada económicamente y políticamente en el poder.

Los meses transcurridos desde el 18 de octubre fue un aprendizaje colectivo. Chile cambió y de esa forma entramos a la crisis multidimensional que el capitalismo atraviesa en la actualidad a nivel global. Nada será igual en el país después de octubre, nada será igual en el mundo después de la pandemia.

Las revoluciones aceleran los tiempos, es así que tras desmoronarse la ideología del oasis, también pudimos corroborar que –la contraparte – que instaba la posibilidad de un capitalismo humanizado también cayó. La ideología de “en medida de lo posible”, que gobernó durante 30 años sobre la herencia pinochetista sucumbió, también fue enfrentada desde el “no son 30 pesos, son 30 años”.

La renovación “de izquierda”, el Frente Amplio, expiró frente a la revancha histórica del pueblo chileno. El programa de la revolución nacido de las calles es imposible de desarrollar en los límites establecidos por el capitalismo. Es decir, se confrontan intereses y se evidencian los antagonismos de clases, transparentándose quien representa a cada cual. Por espíritu deportivo no se mueve la defensa de la acumulación privada, el capitalismo no se reforma a favor de las mayorías y esta vez con la crisis económica en marcha se intensifican sus rasgos anárquicos.

Es más, el Pacto por la Paz y la Nueva Constitución, firmado desde la derecha pinochetista hasta el Frente Amplio, apostó a reconstituir ese lado “humano”, de diálogo y paz de los de siempre, sostenido por la impunidad frente a las violaciones de derechos humanos por parte de Piñera. Es por eso que la careta democrática se diluye nuevamente, se expresa lo evidente: se dejó en el poder a un gobierno criminal y que hoy está a cargo de la pandemia.

El salvataje al régimen político sólo amparó lo irracional de un gobierno que se mantuvo en pie a punta de fusil desde octubre. En otras palabras, y acudiendo nuevamente a Gramsci con su famosa frase, se demuestra que “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. Y en ese claroscuro surgen lo monstruos”. En defensa del capitalismo, a través de sus instituciones (la policía, la justicia, el parlamento, etc.) asoman aquellos monstruos y actúan unificados. Es Boric firmando el Pacto, es el PC votando –ahora mismo- la suspensión del sueldo en tiempos de cuarentena, es Mañalich contabilizando muertos como recuperados del COVID-19. Son lo viejo que tienen que terminar de morir y que hoy están a cargo de la crisis sanitaria y de enfrentar la crisis económica más profunda en casi 100 años. Hay otro camino para afrontar la tormenta.

Las calles y el programa de la revolución frente al COVID-19

El proceso de la rebelión a partir de la movilización permanente parió auto-organización y propuestas. Demandas que exigían sacar a Piñera y poner en pie otro Chile totalmente distinto, partiendo con otra Constitución para recuperar derechos básicos.

El desmantelamiento de la propiedad privada, democratizarlo todo, derechos básicos y fundamentales al servicio de lo público y no de la ganancia privada, es decir un modelo socialista, bajo control social y de quienes trabajamos para que esté en función del beneficio de las mayorías, en algún momento era planteado sólo por les anticapitalistas como alternativa. Hoy es el sentido común: hay que recuperar la salud y defender el trabajo digno para todes.

Hay preocupación y es obvia. La crisis sanitaria expresa la decadencia de un sistema amparado en el beneficio del 1%, mientras que las mayorías sociales estamos absolutamente en la incertidumbre. Sálvense quienes puedan y es cierto, el virus no diferencia clases, el sistema de salud sí: darwinismo social, pagar o morir.

Y no es todo, la entrada del COVID-19 aceleró la crisis económica y los gobiernos de cada país del mundo actúan en función de amortiguar los efectos negativos para los grandes capitalistas, descargando la crisis sobre las mayorías que trabajan. Esquema que refuerza el giro autoritario, aunque tal como ya lo expresó el FMI, la preocupación no es solo del 99%, sino de quienes planifican la vida sobre el mundo. Hay temor que al pasar la pandemia, surjan fenómenos como Chile por toda la orbe.

De la resistencia a la propuesta: programa y partido

La pandemia y la crisis económica pone a la orden del día el programa que nació de las calles el 18 de octubre en nuestro país. Un derecho tan básico y fundamental como la salud, si no está al servicio de todes, no tiene posibilidad alguna de dar respuesta para frenar el contagio del COVID-19. Como ya se expresa, no hay camas en hospitales, no existen test masivos ni respiradores mecánicos. La primera línea contra la pandemia, las y los trabajadores de la salud, están completamente expuestos por la falta de insumos y una cuarentena que distingue clases sociales gracias al plan del gobierno y el apoyo de la “oposición”.

En resumen, la pandemia no desbaratará la acumulación de la rebelión, tampoco los planes del gobierno podrán durar mucho. Sus aliados en esta pasada, el Partido Comunista, que dirige la CUT, ha apoyado y votado leyes anti-obreras, mientras que se conforma por aparecer en un Live cada tanto. Vergonzoso.

Y es justamente frente a aquello que nos tenemos que preparar, también sacar lecciones. Lo fundamental es que sin la clase obrera como protagonista los cambios de fondo serán difíciles. Se desprende otro aprendizaje: sin proposiciones alternativas, de militancia y combate los cambios también son difíciles. Esta es trategia central que será de primera línea en los próximos meses, la crisis economía entra con fuerzas y quienes dicen representarnos han caducado pero no han terminado de morir.

Disipar aquellas dudas, retomar las calles y prepararse nuevamente para instaurar la democracia más real, la de las calles, y conducir toda esa fuerza a exigir la huelga general será prioritario para lo que se viene. Estas ideas necesitan concentración de militancia, claves y propuestas, confrontación fraterna y síntesis colectiva, una nueva alternativa radical. Nuestra joven organización apuesta a eso, retomar el Programa de la Revolución y transformarlo en el arma radical para un nuevo sistema, es por eso que la principal tarea y de forma urgente es la construcción de una herramienta revolucionaria. Te invitamos a sumarte junto a nosotres, hagamos grande el Movimiento Anticapitalista y derrotemos el peor virus, el capitalismo patriarcal, en Chile y en el mundo.