Por Joaquín Araneda, artículo publicado en Alternativa Anticapitalista nº 1
Nuestra revolución es en contra todos los parámetros de Pinochet y de la “medida de los posible” de la ex – Concertación, diagrama de los administradores del extractivismo que inscritos en su lógica neocolonial del saqueo y la depredación tensan los límites naturales y sociales del país. Hay que cambiar el sistema.
El experimento extractivista en tiempos de revoluciones
Cuando hablamos de extractivismo estamos refiriéndonos a una etapa particular del capitalismo en los últimos 30 años sobre nuestro continente, cuadro de un modelo de economías basada en la exportación a gran escala de materias primas, instalando una dinámica de desposesión territorial y estrechando aún más los limites de la democracia. Este esquema es el “oasis” de Piñera, el de un país construido a base del saqueo territorial y la mercantilización de todos nuestros recursos naturales, un enclave del monopolio transnacional que hace y desase en relación de sus interés por sobre quienes habitamos Chile, el experimento del capitalismo neoliberal y extractivista.
Este modelo económico que en América Latina es compartida tanto por gobiernos de Derecha como los autoproclamados progresista y que en Chile está profundamente desarrollado se entrelaza con los efectos de las alteraciones climáticas a nivel global, fenómeno que hace décadas científicos vienen alertando y que pese a negacionistas del cambio climático como Trump o Bolsonaro, no se puede ocultar.
Es por eso que no podemos hablar de “oasis” como les gustaría a los Piñeras del mundo, ya que la desposesión territorial permanente de nuestro país se inscribe en la lógica de intercambio mundial basado en la sobreexplotación de quienes trabajan y de la naturaleza. La emergencia es global, salir del extractivismo es un debate urgente que se debe imponer en el Cambio Constituyente, el Pacto lo niega.
Un “Cambio Constitucional” a manos de contaminadores
Las calles se han transformado en la actividad democrática y de activación social de millones, cuestionando los intereses de quienes gerencian el país, el “Fuera Piñera” y una “Nueva Constitución” se combina con consignas como “No es sequía, es saqueo”.
El Pacto involucra una “Paz” con muertos y detenidos, situación que previamente ya lo vivían las comunidades que enfrentan los enclaves extractivos, tal como pasa en el Wallmapu. A su vez, el “Cambio Constitucional” está en manos de los mismos partidos de siempre, en dónde casos como el de Pérez Yoma (DC), quien fuera Ministro de Bachelet y ladrón “con derechos” del agua de Petorca.
Aquel matrimonio indisoluble de la minoría concentrada en el poder con el gran capital contaminador impuso el veto de debatir cualquier Tratado de Libre Comercio, subordinando la posibilidad de erradicar el saqueo imperialista de nuestro territorio, mientras que ya conocimos el peso de los 2/3 en la votación para declarar el agua como DDHH constitucionalmente, 24 votaron sí, 12 no. Las consecuencias del Pacto ¿Qué podemos esperar?
Antídoto anticapitalista y ecosocialista a la crisis climática
Nuestro país como experimento neoliberal y extractivista a través de la Constitución de Pinochet garantiza que un derecho tan básico como el agua esté en manos de privados. Acción optima para que se volvieran habituales conceptos como sequias, escasez hídrica, desertificación y aridaficación.
Es por eso que ante el déficit hídrico es necesario avanzar en declarar Emergencia Climática para poder resolver libremente y con derecho a la expropiación de los bienes comunes y el agua. Medida para afrontar el cambios constitucional en otros parámetros, a través de una verdadera Asamblea Constituyente sin contaminadores, es decir sin Piñera para reorganizar a partir de otras bases que contemple:
- No al productivismo y la anarquía de la economía de mercado, basada en el afán de lucro, la explotación obrera y el saqueo de los bienes comunes por las transnacionales. Planificación económica democrática al servicio de las necesidades sociales y la preservación de la naturaleza.
- Contra el extractivismo y la contaminación del agua, la tierra y el aire, prohibir la megaminería, las forestales y los agrotóxicos. Por una agricultura ecológica y el desarrollo de industrias no contaminantes.
- Reconversión productiva de las industrias contaminantes y laboral/profesional de sus trabajadores con garantía de continuidad salarial por parte del Estado.
- No al calentamiento global: plan de reducción cualitativa e inmediata de la emisión de gases de efecto invernadero, en el camino de su eliminación.
- Plan de transición, bajo control social, del actual modelo energético hidrocarburífero a otro basado en energías limpias y renovables.
- Basta de cementación urbana indiscriminada, desmonte de los bosques nativos y desprotección de los glaciares y demás recursos hídricos.
- Contra los TLC, no al TPP y al saqueo imperialista. Por la integración latinoamericana a base de intercambio horizontal entre países hermanos.
Es por eso que como Movimiento Anticapitalista nos proponemos esta hoja de ruta para cambiar el sistema, construyendo una fuerza militante que transcienda el actuar individual en forjar una fuerza colectiva que ponga en pie un proyecto integral: transicional y revolucionario ante la debacle capitalista y de crisis ecológica, desplegando medidas para reorganizar todo en dónde las mayorías que trabajan decidan. Un proyecto socialista con perspectivas ecológicas, feministas, anti-burocrático e internacionalista. Sobre esta base te invitamos a dialogar y sumar voluntades, organizarnos para enfrentar en las calles y seguir con la Programa de la Revolución: Sin Piñera y por una AC verdadera.