Al cumplirse 2 meses del estallido social el Congreso votó la reforma constitucional que permite su cambio, discutiendo sobre la paridad de género, posición que sectores de la «oposición» como el FA y el PC impulsaban como uno de los elementos para que el cambio constitucional fuera “democrático”. Una propuesta ilusoria en un acuerdo nacido con la derecha pinochetista, que su principal base es la consolidación de los 2/3. Es por eso que vale preguntarse desde el feminismo ¿Es posible un cambio a partir de aquellas reglas?
Nuestra revolución.
Sin dudas estamos viviendo un cambio profundo en la historia de nuestro país, una verdadera revolución que remeció los cimientos del capitalismo-neoliberal. Un proceso que como antesala se venía gestando a partir de las grandes movilizaciones de años anteriores, en las cuales estuvimos como protagonistas: Ni Una Menos durante el 2016, en el 2017 una movilización masiva el 8M, mientras que el 2018 las tomas feministas contra de la violencia machista, la lucha por el aborto que rebalsó fronteras y el impulso de la huelga internacional feminista del 8M este año. Hoy, en medio de la rebelión, no es de extrañar que quienes revitalizamos la movilización fuimos las feministas a partir de “Un violador en tu camino” del Colectivo Las Tesis, una performance que atravesó fronteras para volverse mundial, otra expresión de una ola que no para.
Aquel telón enuncia todo el potencial transformador del feminismo, aunque también todos los diálogos y caminos que se disputan, es por eso que la discusión sobre la paridad abrió un debate importante ¿Es la paridad en el pacto los que soluciona nuestras demandas?
El Congreso opresor…
La votación del miércoles en la Cámara de diputados rechazó la paridad, mientras que al día siguiente el Senado aprobó su legislación de forma ambigua, es otro capítulo más del proceso de institucionalización de la revuelta y sembrar falsas ilusiones. Recapitulemos, el 15 de noviembre la oposición con la “izquierda parlamentaria” acordaron con la Derecha pinochetista el Pacto por la Paz y la nueva Constitución, una firma común que se debió a la presión social y la huelga general que días previos se había concretado. Dicho pacto intentó cerrar a través de las instituciones actuales una de las demandas más replicadas en las calles, una nueva constitución. Contraria a la voluntad callejera, el arco político del parlamento lo reglamentó a los mecanismos reflejados de la democracia heredada del pinochetismo. El día 06 de diciembre la Comisión Técnica mandatada por los partidos que adscriben al pacto acordaron lo que posteriormente se votó en ambas Cámaras. Según la “oposición”, de esa Comisión salieron sin acuerdo, aunque la “cocina” demostró que el arreglo para el cambio constitucional primaba lo central en mantener los 2/3, mientras que la paridad de género, cupo indígena e independientes quedaba a cargo del Congreso. A todas luces un acuerdo, apoyado desde el FA hasta la UDI.
¿Que Feminismo?
El Frente Amplio invisibilizando su rol para sostener a Piñera en el poder a través del Pacto, utiliza la Paridad como un blanqueamiento de imagen, similar fórmula del PC que por omisión se ha hecho parte del proceso. Así la diputada Camila Roja (Comunes – FA), que tras la votación en la Cámara baja respondió a la prensa, «me parece lamentable, me parece terrible lo que ha ocurrido recién en esta cámara del Congreso, que una vez más se rehúsa a escuchar… Lo que ha hecho hoy día la derecha es darle la espalda la paridad, a las mujeres”, similar línea replicaron Gael Yeomans y Catalina Pérez por parte del FA y Karol Cariola del PC. A ellas habría que preguntarles ¿con la paridad bastaba?
No tan sólo se expresó la “espalda de la derecha”, sino la consumación de un intento de quitar la política de las calles por el Frente Amplio y el PC, limitando el proceso a sus reglas. Una responsabilidad de una política sintomática para avalar lo actual y condicionante para dar el paso a la impunidad del Estado que suma violaciones sistemática sobre los DDHH, en dónde las mujeres y disidencias hemos sido las más afectada, después de todo fue un pacto con Piñera, el que nos mandó a violar y asesinar.
El Frente Amplio y el PC demostraron que primero es con la derecha, luego con las mujeres, la juventud y el conjunto de nuestra clase, una culminación de las políticas a medida de lo posible que ha logrado oxigenar a Piñera en el poder. Contrario a dicha voluntad, la movilización social plantea un conjunto de reivindicaciones que pese al pacto no detendrán el proceso que detonó el estallido. La agenda integral del movimiento feminista: aborto libre, legal, seguro y gratuito; Ley en violencia y presupuesto; Educación Sexual Integral con perspectiva feminista; igual trabajo, igual salario. Es decir, erradicar todos los privilegios económicos y políticos del lobby clerical, por lo tanto enfrentar conscientemente al patriarcado, el capitalismo y las instituciones que lo sostienen, el Congreso entre ellas.
Para dar vuelta todo: una izquierda Anticapitalista y Feminista.
La hoja de ruta que ya años anteriores el movimiento feminista nutrió con masividad y radicalidad, esta vez toma un peso superior en el avance del conjunto de la clase trabajadora y pone a prueba las políticas de las organizaciones. Aquel diagrama, contrapuesto a los márgenes de las actuales instituciones, ha ido construyendo instancias democráticas al calor de la movilización, asambleas y cabildos, espacios deliberativos que constituyen una serie de medidas que no alcanza con la limitación que propone el Frente Amplio y el Partido Comunista a base de sembrar ilusiones como la Paridad.
Estamos ante la posibilidad de dar pasos concretos para cortar el eslabón de la herencia pinochetistas, las Tesis demostraron una vez más que las reservas sociales para la lucha siguen presentes y la fuerza del feminismo robustece la revolución. En ese camino sería positivo que sectores críticos en Unidad Social hicieran eco con la movilización e impulsaran la protesta coordinada y la huelga productiva y reproductiva para enfrentar a Piñera y el Pacto. Un paso necesario para derribar lo actual y dar paso a lo nuevo con nosotras como protagonistas, obvio sin Piñera, ni el pacto que lo sostiene.
La etapa que se abrió desde el 18 de octubre deja caduca a los viejos partidos políticos y sus nuevos aliados de la izquierda parlamentaria, proponiéndonos una gran tarea: hay que construir algo nuevo, una Nueva Izquierda Anticapitalista y Feminista, que nazca del calor de la revolución y que nunca más sea sin nosotras. Nuestra organización, Movimiento Anticapitalista, se dispone en dicho camino y sabemos que requiere de la voluntad de muchas, muches y muchos, tenemos la convicción que todo está por definirse y que mientras existan organizaciones antidemocráticas, de personalidades por sobre la base y de miras netamente electoralistas no nos bastará para derribar al patriarcado y el capital, al contrario, lo oxigenan -por eso sigue estando Piñera en el poder-. Los aprendizajes colectivos serán necesario y nosotres tenemos una conclusión de este proceso: necesitamos de una herramienta anticapitalista, feminista, democrática, ecosocialista e internacionalista, nuestra hoja de ruta y estrategia emancipadora para dar vuelta todo.
Maura Gálvez Bernabé, Movimiento Anticapitalista.