Amnistía Internacional y Human Rights Watch, a través de observadores en nuestro país dieron a conocer informes que arrojaron lo obvio, en Chile se violan sistemáticamente los derechos humanos. Paralelamente conocimos la lamentable noticia de la perdida de visión de Gustavo Gatica producto del fuego asesino de los pacos, sumando otro nombre a las mutilaciones causadas por las fuerzas represivas, hechos que son acompañados por muertes, torturas, persecuciones y violaciones desde el 18 octubre.
Esquema represivo que al gobierno no le viene dando resultados, ya que consiguió todo lo contrario: la fuerte respuesta social que enervó una revancha histórica que va por todo. Política de Piñera que lo debilitó a él y sus fuerzas represivas, hoy sostenidas en el poder mediante un pacto con la “oposición funcional.
Nostálgicos de la dictadura: asesinar y pactar.
A más de un mes del estallido, los espacios públicos son dominados por el ambiente insurrecto de nuestro pueblo, la creatividad en las calles y la defensa autoorganizada enfrenta la herencia del pinochetismo, su modelo e instituciones. Un armazón económico, político y social impuesto a sangre y fuego que se selló con el pacto transicional, proceso que no tan solo mantuvo al capitalismo-neoliberal, sino que también constituyó las bases para la impunidad de todos los violadores de derechos humanos de la dictadura. Ejemplificador es que Pinochet continuó como jefe de las fuerzas armadas hasta 1998 y posteriormente ocupó el puesto de Senador Vitalicio. Estándar para entender el actuar de las fuerzas armadas y carabineros en la actualidad.
Treinta años después, aquel negociado de la Concertación (ex-Nueva Mayoría) con la dictadura, es lo que se está tambaleando. En las calles se lee «Tiembla la injusticia cuando luchas contra los que no tienen nada que perder», entre otras consignas, obsequio de la revolución en las paredes de nuestro país, un registro de la feroz revancha popular contra quienes gobiernan en los parámetros de la Constitución de los 80’. Caudal que choca contra los intereses sociales de las minorías concentradas en el poder representados con sus partidos tradicionales, todos ellos dispuestos a negociar una vez más con un gobierno asesino cocinando un nuevo pacto.
El PC y el FA al ritmo de la impunidad.
El cuadro suma otros actores, el pacto no tan solo fue firmado por la ex-Nueva Mayoría, a él también adhirieron las principales referencias de quienes se postulaban como la renovación política: el Frente Amplio. Condicionados por la gobernabilidad actual rápidamente pasaron a ser una variante de lo viejo. Un sector directamente actuando como voceros del pacto, mientras que otros, por omisión, garantizan el escenario para que avance la “cocina”. Sobre esto nos referimos a dirigencias internas que reclamándose de izquierda, como el Partido Igualdad, meramente plantean tibieza como “congelamiento” de su participación en el FA, sin resolver con una política coherente que sirva para el avance del proceso.
El Partido Comunista, si bien no firmó, en un primer momento acordó con la DC y toda la oposición el acuerdo que derivó en el pacto. Posteriormente plantearon que es “positivo”, aislando sus criticas a la brevedad para avalar lo que ya estaba en curso.
La declaración del CC del PC el día 19 de noviembre expone las ideas fuerzas para ocupar un espacio en el proceso constituyente que se quiere construir a imagen y semejanza de la actual Constitución, amparándose en una línea argumental de agitar el miedo, «…En otras palabras, si la disyuntiva a la Paz era una intervención militar o un nuevo estado de excepción establecido por el gobierno, incluyendo el Estado de Sitio. De ser así, se trataría de una grave coacción al derecho a opinión, a la participación y una afrenta a la democracia” [i]. Es decir, se justifica en que los marcos para actuar quedan limitados a la defensa de los márgenes democráticos actuales, por lo tanto no está planteada la correlación de fuerza a favor de las calles.
El PC mira sólo una parte de la realidad, razonamiento que tiene una expresión en la política “crítica» que hace frente al pacto, es así que disponen en el mismo documento emanada del CC que “el quórum de 2/3 para aprobar las normas es muy alto. En consecuencia debe establecerse 3/5, con hoja en blanco”[ii]. Un nuevo maquillaje para no cambiar, potenciando una vez más lo proscriptivo favorable a la derecha.
Si el PC justifica su adaptación “al mal menor” por el miedo a la militarización, debería en vez de abrir espacio para aquella posibilidad, actuar con la herramienta que ha puesto freno al gobierno: la huelga general. Contradictoriamente, su política desmovilizadora ha permitido oxigenar al gobierno que mantiene presos políticos, persecuciones e intenta avanzar en un decreto que aprueba a las fuerzas armadas resguardar puntos estratégicos.
De fondo son parte de lo viejo y se conservan en función de sus propios intereses que están derechamente imbricados con el modelo actual.
Unidad Social ¿Dialogar con la Derecha o continuar con la Huelga general?
Estas posiciones tienen una correlación en la dinámica que actúan las dirigencia de Unidad Social (FA y el PC), sintetizada a una escala sindical y de los movimientos sociales. Una consecuencia es la pasividad para activar en las calles, aunque también en la dinámica antidemocrática de los debates internos de US. Es así que desoyendo la movilización han quitado el “Fuera Piñera” de sus peticiones, una consigna que tomó fuerza en la última semana producto de las violaciones de derechos humanos.
Aunque no tan sólo adaptan su pliego, sino que previo a la jornada de huelga general del 26 de octubre, el bloque sindical de US aceptó la invitación del Ministro del Interior para reunirse con él. Sentarse con Blumel es una política criminal por parte de las burocracias de US y las dirigencias del PC y el FA. Una revalidación de un gobierno criminal que está en la lona y que el pueblo no quiere, incluso las encuestas lo sitúan en un 12% de aprobación (Cadem).
Una de las conclusiones del proceso es que la violencia sistemática que comenzó con el Estado de Emergencia no pudo contra las reservas de lucha que demostró el pueblo, mientras que por cada huelga general se manifestó la fuerza de la clase trabajadora, imponiendo en un primer momento quitar a los militares de las calles, luego obligándolos a pactar con la “oposición”. La insurgencia social potencia cambios de fondos, sin ningún pacto con quienes asesinan, condición para rediscutir que país queremos sin márgenes de lo actual. El PC y el FA junto a las dirigencias de US hasta ahora demuestran ser pilares para que no se desmorone el modelo.
Con asesinos no se dialoga, el camino es otro: anticapitalista y revolucionario.
Muertes, violaciones, mutilaciones, torturas y persecuciones arroja el saldo de las políticas del gobierno. El pacto intenta cerrar todo aquello con la dimensión de la impunidad, una posición que es la garantía de mediar una nueva constitución a los márgenes de lo actual. El pueblo no se lo ha permitido y la grieta con lo viejo sigue profundizándose. Una dicotomía entre la voluntad de la calle y entre quienes están en el poder, incluida la izquierda parlamentaria.
Por eso la crítica a la dirección de US no se puede limitar sólo a discutir el “pliego del pueblo” o “pliego de trabajadores” como lo plantean otras organizaciones de izquierda. Con Piñera en el poder es sembrar falsas ilusiones sobre los cambios constitucionales que requieren las mayorías que trabajan. El marco para garantizar todas las demandas populares debe comenzar con una de las principales consignas callejeras: Fuera Piñera.
Es así que opinamos que es necesario el posicionamiento público de los sectores disidentes al interior de US, definir abiertamente el rechazo a acuerdos y diálogos antidemocráticos que avalan la represión de una dirigencia que busca una salida bajo condiciones de la derecha pinochetista. Una ruta que podría intensificar el camino contra la impunidad y debatir las condiciones para avanzar unificadamente junto con los nuevos fenómenos que surgen en la revolución: la autoorganización en asambleas.
Aquel motivo es porqué el Fuera Piñera es fundamental como medida para frenar la represión y la persecución. Garantía para avanzar en una verdadera Asamblea Constituyente que discuta que país queremos y enjuicie a los violadores de derechos humanos de la dictadura y el presente, a través de una Comisión Investigadora Independiente por el juicio y castigo para los crímenes de la dictadura y estos 30 años, para todo eso es central botar a Piñera y todos sus cómplices con una planificación desde abajo hacía arriba, entre asambleas autoconvocadas y sindicatos, una coordinación para sustentar la efectividad de la huelga general, dinámica para que las demandas sociales sean el motor para el nuevo Chile: No más AFP, educación y salud gratuita, aborto legal, seguro y gratuito, salarios igual al costo de la vida y la renacionalización de todos nuestros recursos naturales.
Estas perspectivas están planteadas, lo que hace falta es la fuerza política, hoy construir una Nueva Izquierda Anticapitalista que sume voluntades de muchas y muchos es una necesidad en el camino para nutrir el proceso revolucionario que abrió el pueblo chileno.
Una nueva alternativa revolucionaria, feminista, ecosocialista e internacionalista para hacer posible lo necesario, sin pactar con asesinos y sus cómplices, abriendo las perspectivas de un gobierno de lxs que nunca gobernamos: las y los trabajadores junto al pueblo, a través de sus organizaciones, las asambleas y comité de huelgas.
Aquella ruta es la que te invitamos a hacer fuerte junto a nosotres en el Movimiento Anticapitalista.
J.A.
[i] Ver en: https://pcchile.cl/2019/11/20/comunicado-del-comite-central-del-partido-comunista-de-chile/
[ii] Ver en: https://pcchile.cl/2019/11/20/comunicado-del-comite-central-del-partido-comunista-de-chile/