Reproducimos el volante que difundimos en las calles y en cada lugar de organización.
La rebelión en nuestro país expresa el descontento de todos estos años, es por todo y contra todo, así lo expone la consigna “no son 30 pesos, son 30 años”, responsabilizando a quienes han gobernado: La Concertación, la ex – Nueva Mayoría con el PC y la Derecha, partidos que consolidaron la continuidad del modelo de Pinochet a través de un pacto que garantizó la impunidad frente a las violaciones de derechos humanos y al mantener la Constitución de la dictadura. La rabia explotó contra el sistema que beneficia a un pequeño porcentaje social, los empresarios capitalistas que especulan con nuestros derechos fundamentales: pensiones, salud, educación, vivienda, transporte. A su vez, potenciando sus ganancias por la deuda. Un esquema que cierra sustentado por la precarización laboral, los
bajos salarios y la violencia Estatal.
Un país hecho en función de los intereses a los grandes capitalistas con una “democracia” dictada en dictadura. Irracionalidad desde el punto de vista de las mayorías que trabajan. De democracia nada, el pueblo en las calles ya plebiscitó que se tienen que ir Piñera y todos los responsables políticos de los últimos 30 años, en ellos no se puede confiar, hay que desmantelar este modelo Pinochetista y que las mayorías sociales movilizadas decidan qué país construir.
¿Cómo lo conseguimos?
Llevamos semanas movilizados. Piñera soltó a militares a asesinar, torturar, violar y desaparecer; un intento para aplacar la revuelta, no tuvo éxito. Tampoco lográndolo con los enroques y maquillajes que han impulsados estos días. Lo cierto es que sería utópico esperar alguna solución, son parte del problema.
Es por eso que una primera tarea es sacar a los responsables directos, hacerlo huir con la movilización social y una gran huelga general impulsada por los sindicatos independientes en coordinación con las asambleas y cabildos autoorganizados. Y desde ahí, impulsar la Asamblea Constituyente Libre y Soberana sin ninguna injerencia de la actual institucionalidad, una hoja de ruta discutida democráticamente en espacios de bases de las y los trabajadores y asambleas barriales, tomando como ejemplo los Cordones Industriales de los 70’ como hilo rojo para el presente.
Para decidir todo: Asamblea constituyente libre, plurinacional, democrática y soberana.
En sintonía con lo anterior, es necesario potenciar los espacios deliberativos, un plan común que constituya lo necesario para refundar el país sobre nuevas bases, totalmente distintas a lo que conocíamos, nuestro momento es ahora. Impongamos una Asamblea Constituyente para construir todo de nuevo.
• Libre y plurinacional: Sin restricciones de qué se debe discutir y que sea sin reserva entre los pueblos. Una asamblea que delibere frente a todas las demandas sociales que se expresan en las calles. Que modelo económico se debe imponer, salud, educación, pensiones, nacionalización de recursos naturales, hasta la democratización completa del sistema político y judicial, como así también juzgar sin miramientos todos los crímenes de la dictadura (y de esta falsa democracia).
• Democrática: Una asamblea que elija diputados y diputadas sobre la base de la más amplia democracia y representación social: un diputado/a constituyente cada 10.000 habitantes y con libertad para que los sindicatos, las asambleas, los cabildos pueden proponer sus listas de diputados/as constituyentes de forma muy abierta. Es decir: un Proceso Constituyente que exprese al pueblo movilizado ahora.
• Soberana: Que tenga facultades para resolver sobre todo, sin limitaciones de ningún tipo en materia económica, política y de relaciones internacionales.
Que gobiernen los que nunca gobernaron.
En pocas semanas bastó para desmoronar la ideología del “no se puede”, “que no estábamos preparados” y que sólo un puñado de “políticos profesionales de sueldos millonarios” eran los capaces. Todo a la basura. La rebelión cambió a todo el país, es decir la voluntad popular está definiendo el presente.
Botar a Piñera y todos los representantes del viejo Chile es imperativo. Con ellos en el poder, es decir, con el viejo régimen fracasado, es imposible parir lo nuevo. La alternativa debe ser desde las calles avanzando en la coordinación de abajo hacia arriba (y no al revés) entre sindicatos independientes, asambleas y cabildos, motor para plantear la Asamblea Constituyente Libre, Democrática y Soberana, y preparar un gobierno de los que nunca gobernamos, los trabajadores y el pueblo a través de los sindicatos combativos e independientes, asambleas y cabildos, con amplio control por la base y representantes revocables en cualquier momento por las instancias que los eligieron. Para luchar por estas causas, por esta plataforma de propuestas, es fundamental también parir lo nuevo a nivel de organizaciones políticas. El viejo bipartidismo fracasó, y a la vez, la izquierda con representación parlamentaria confía más en esa cueva de bandidos, que en la fuerza de la movilización. Hace falta una Nueva Izquierda, sin compromiso con el pasado, con el régimen. Una nueva alternativa que sea anticapitalista, feminista, democrática y con profunda perspectiva latinoamericanista e internacional.
Desde el Movimiento Anticapitalista, nos construimos para aportar en ese camino y agrupar
a los miles de revolucionarios/as hermanados en las calles. No estamos solos: somos parte de una red de organizaciones anticapitalistas y socialistas en 20 países de 4 continentes, la Liga Internacional Socialista (LIS). Nueva Constitución, para un Nuevo Chile y una Nueva Izquierda Anticapitalista como impulsora.
Movimiento Anticapitalista.