Hoy miércoles durante la mañana a través de una conferencia de prensa, el desligitimado presidente Piñera, anunció que no se desarrollarían los dos eventos internacionales que se celebrarían en pocos meses en nuestro país, los días 16 y 17 de noviembre la reunión anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC por sus siglas en ingles), mientras que durante el mes de diciembre, del 2 al 13, hubiera sido la Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU, la COP25.
La «normalización del país”, el papelón de Piñera y la fuerza de la movilización.
Durante estos días de protesta la política del gobierno ha sido recrudecer las variantes represivas, “el enemigo interno”, que derivó a la aplicación de decretos dictatoriales como lo son la Ley de Seguridad del Estado y el Estado de Emergencia, este último auspiciando la militarización de gran parte del país, toque de queda y violaciones de derechos humanos. Un gobierno nostálgico de la dictadura con leyes intactas de Pinochet para disponer frente a la movilización masiva y radical que cuestiona todo.
Las oscilaciones discursivas responden a que Piñera no logra encauzar el descontento que lo mantiene en vilo por la consigna del Fuera Piñera, es así que de la guerra pasó a agendas sociales y enroques ministeriales para enmascarar un régimen que se desmorona, siempre manteniendo la brutal represión. Todo esto en respuesta a la fuerza de la movilización que no decayó frente a los militares, ignorando también sus medidas y constituyendo una nueva semana de masivas movilizaciones a lo largo del país que no se detiene.
Aquello una vez más pone en jaque el discurso que empleó el gobierno junto a los medios de comunicación de “normalización del país” tras la marcha histórica. Política que empapa a sectores como el PC y el FA que apuntan declaraciones contra la violencia callejera en vez de la Estatal, e incluso pidiendo reuniones con el nuevo Ministro del Interior, Gonzalo Blumel, al proponerle un plebiscito en unidad. Carta firmada por todas los partidos del FA que tienen representación parlamentaria.
Intentos insuficientes de los representantes del régimen ante una rebelión que tiene como características su masividad, radicalidad y un profundo cuestionamiento al modelo del capitalismo neoliberal, contando con una condicionante más, no existe una dirección en este proceso que comenzó de forma espontánea. Por lo tanto nadie ha podido arrogar representatividad de forma exitosa, aquellos intentos son hacía el camino de la institucionalidad como lo es “un nuevo pacto social” que pondera Unidad Social en sintonía con la carta que emanó el FA el día de ayer y la acusación constitucional en los limites de la Constitución de Pinochet.
Un proceso que pone en contradicción tanto al modelo como a quienes lo han administrado, elementos que el gobierno se ha visto sin capacidad de actuar de forma asertiva, debiéndose sostener con militares y con el Congreso que hace de puntal del régimen para que no se desmorone.
Es frente a todo esto que Piñera sufrió el papelón internacional al tener que suspender la APEC y la COP, pasando de ser el “oasis de la región” al país que se resquebraja el neoliberalismo, experimento del imperialismo como promotor para su exportación: “El modelo chileno». Que hoy caigan estas cumbres es un triunfo de la movilización, ya que demuestran al mundo que el mito que se construye sobre el modelo chileno se desmorona por la voluntad popular, el siguiente paso es romper con las políticas de entreguistas y contaminadores, nacionalizando todos nuestros recursos y avanzando en un nuevo modelo post capitalista y post extractivista, en dónde la soberanía democrática decida sobre nuestro territorio en función de las necesidades sociales y de la naturaleza.
Los de arriba no están pudiendo, es hora de desmantelarles todo y construir algo nuevo. Autoorganización social para impulsar la asamblea Constituyente.
La correlación de la crisis social y política que atraviesa el país va en sintonía con un mundo convulsionado. Hace poco el Líbano logró la renuncia del gobierno luego de 13 días de protesta, Ecuador en nuestra región fue la antesala de como se enfrentan los pueblos contra el FMI, así mismo se aceleran las crisis políticas, sociales y económicas en Argentina, Perú, Brasil, Catalunya. Un mundo polarizado en dónde los capitalistas, el 1%, intenta descargar planes precarizadores contra las mayorías que trabajan en un marco de desaleración económica a nivel global.
El Foro de la APEC representan al 40% de la población mundial, al 60% del PIB del globo y el 50% del intercambio comercial, un escenario que involucra a países en disputa como EEUU, China y Rusia, aunque todos con el acuerdo de apertura y saqueo de territorios como el chileno. Trump ya había confirmado su presencia en medio de la rebelión. De ahí la preocupación de Piñera al expresar “esto no es un foro que sólo interesa a los líderes, sino que a todos los chilenos. Más de 40 mil empresas chilenas participan en el comercio exterior y generan más de 2,8 millones de empleos necesarios para las familias chilenas”.
Lo que no dice es que es en función de la extrajerización y especulación de las empresas chilenas a través del modelo económico que se defiende desde la dictadura hasta el presente, estructura económica y social que ha tensado las condiciones sociales del país de forma trágica, permitiendo que el capital extranjero sea el soberano de las políticas que se deciden en el país en desmedro de las mayorías sociales que trabajan. Dicha contradicción es la que hoy mantiene a la gente en las calles ante la precarización social que llevó al limite la vida de las y los chilenos. Eso explica el «profundo dolor» de Piñera en tener que anunciar que no se realizaría ni la APEC ni la COP.
Por otro lado, la privatización entreguista del país condicionó otro factor de tensión de la vida en nuestro territorio, la acumulación por despojo o extractivismo que fundamenta la crisis ecológica y que la COP25 venía a lavar y maquillar a base de medidas “verdes” a nivel empresarial. Es de esta forma que la caída de ambos eventos cuestionan a fondo sus intenciones en posibilitar al modelo chileno tener sobrevida en la especulación sobre los derechos básicos, el trabajo, la tierra y el agua, aspectos que en manos de una minoría hacen incompatible con la democracia más elemental, sintomático del porqué esta semana han soltado a los milicos a matar, desaparecer y torturar.
La demostración de la fuerza de la movilización ha hecho que los de arriba no puedan, abriendo un camino que nutre de perspectivas para construir un país completamente distinto, desmantelando el neoliberalismo y el extractivismo para pensar un horizonte compatible con la vida social de forma racional en la interacción con la naturaleza, es decir de planificación a base de las necesidades sociales y no de una minoría que vive bajo la lógica del beneficio privado.
Una hoja de ruta que la autoorganización social forja para el proceso constituyente como motor de la refundación del país, sin ningún tipo de intervención institucional ni imperialista. Un proceso que ya ha demostrado triunfos como negar el desarrollo de la cumbres como la APEC y la COP. Se hace central robustecer los espacios nacidos en la revuelta popular e impulsar la huelga general efectiva como garante de la imposición de la Asamblea Constituyente para la construcción de un Chile pos capitalista neoliberal y pos extractivista.
Perspectivas que apostamos potenciar como Movimiento Anticapitalista, en un trayecto de autoorganización social bajo proposiciones ecosocialistas, feministas, anticapitalistas e internacionalistas hacía la transformación completa del sistema.
Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista