Hace unos días (25 de enero) se cumplieron 32 años del fallecimiento del argentino Nahuel Moreno, uno de los principales dirigentes del trotskismo Latinoamericano y mundial. Es curioso porque entre las historias de mi militancia por algunas organizaciones de izquierda nunca se mencionó y, al referirse al trotskismo se hacía con tal desdén que sólo se fue cultivando en mí la curiosidad a medida que se me agudizaron las contradicciones con el posibilismo, el escepticismo y la burocracia.
Hay un pasaje en la historia de la izquierda chilena que se tapó con barro para no sacarla más que para las parodias, otros han contribuido a ser mufa de una tradición que se basó en la democracia obrera, muy alejada de la autoproclamación sectaria como otra cara del escepticismo devenido a constructores de un relato para sí mismo.
Sin embargo habemos unas y unos cuantos que nos rehusamos al olvido de la memoria oficial, queriendo contribuir para el aquí y el ahora, utilizando lo mejor de aquel hilo rojo de quienes construyeron organización para tomar el cielo por asalto. Un hilo que no le queremos permitir personalismos doctrinarios, al contrario, criticar todos los errores y apuntar con esa «rabia» sabiendo que si luchamos todo se puede cambiar.
Porque sabemos que «ha habido errores catastróficos dentro del Marxismo. Marx, Engels, Lenin y Trotsky, cometieron grandes errores. La virtud de ellos era que se daban cuenta rápido y cambiaban. No les dolía decir que estaban equivocados. Y para saber si alguien está equivocado, que se opine y discuta libremente es fundamental», como lo expresa Nahuel.
Hoy con el feminismo socialista por delante, retomando la senda del internacionalismo que será la constructora de un nuevo mundo frente a la barbarie de los Trumps y Bolsonaros, ellos saben y temen de nosotres porque tendremos certeza que «Lo indispensable es luchar, luchar con rabia para triunfar» N. Moreno.
Hasta el Socialismo Siempre.