El acuerdo burgués de la farsa constitucional. Análisis y desafíos

Han pasado ya más de tres años de la rebelión que impugnó al régimen de los 30 años, aquel golpe a la institucionalidad capitalista neoliberal motorizó la agenda represiva y, sobre todo, en acuerdo í­ntegro, se desarrollaron los pactos y consensos burgueses que reeditan la política transicional de los 90’. Desde el Acuerdo por la Paz en pleno estallido social al actual Acuerdo por Chile se empuja una reacción democrática llena de límites, tensiones y contradicciones. Un aporte para el debate y los desafíos de la izquierda anticapitalista.

Por Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista

Boric y Apruebo Dignidad en el espejo de la transición

Las elecciones que dieron el triunfo al conglomerado de Apruebo Dignidad, conformado entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, se produjeron en un marco novedoso en el país: veníamos de la irrupción del movimiento de masas del 2019, se desplegaba la Convención Constitucional y la polarización social se expresó en el terreno electoral en un reñido escrutinio entre la extrema derecha con Kast y el moderado Boric. Aquel telón manifestó que el actual gobierno en parte se constituyera con votos defensivos “en contra del nazi” y a su vez, esta situación aportó al recambio discursivo que posteriormente se potenció con el triunfo del Rechazo a la Nueva Constitución para localizar narrativa y políticamente al gobierno de Apruebo Dignidad en el promotor central de la agenda de normalización neoliberal, así dejaba la crítica al duopolio y al modelo que manifestó en tiempos electorales para dar paso a concretarse como espejo de la Concertación noventera bajo el lema del “a medida de lo posible” para lograr los amplios consenso con la derecha y el empresariado, tal como gobierna en la actualidad.

La dinámica que ha emprendido la dirigencia del capitalismo chileno es un intento de recomposición de la estabilidad del régimen y un ensayo de reimpulso de acumulación neoliberal en un contexto de crisis global del capital, dichos factores necesitan un nuevo marco de legitimidad en medio de la crisis de representatividad, es por eso que la burguesía y sus representantes no abandonan la perspectiva de una Nueva Constitución tomando como antecedentes los últimos acontecimientos políticos y sociales. En ese sentido Gabriel Boric junto al Frente Amplio y al Partido Comunista se han transformado en claves y ejes de la orientación global de la clase dirigente, siendo los garantes de los pactos y consensos.

Un breve recorrido para aproximarnos al rol de Apruebo Dignidad en la actual farsa constitucional fue el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución que firmó Boric con el conjunto del arco político parlamentario en el 2019, los objetivos principales en aquel momento fueron desviar la fuerza del estallido a los conductos institucionales y poder tutelar un cambio de carta magna con una serie de límites, mientras garantizaban la impunidad de los violadores de derechos humanos. Un primer capítulo del intento de retomar el control de gobernabilidad que por el impulso social se llenó de contradicciones en su interior pese al intento de desvío electoral, escenario que podría haber significado un golpe a los sectores más conservadores, aunque la ausencia de una perspectiva anticapitalista en su interior llevó a las y los convencionales al parlamentarismo, asumiendo los conductos de la institucionalidad actual y así se aislaron de una dinámica social en deterioro dinamizada por la crisis económica. Una vez en el gobierno Boric retiró planes sociales dispuestos en pandemia y activo un plan de ajuste acorde a los intereses empresariales generando mayor retroceso a nivel popular. El rechazo a la nueva constitución se explica en parte por esta dinámica que abrió el gobierno y que la derecha aprovechó en su reposición mediática, haciéndose cargo reaccionariamente de demandas económicas ligadas a la constitución como línea para la campaña del Rechazo.

Dicho hito, el plebiscito por una Nueva Constitución del 04 de septiembre del 2021, fue otro combustible del giro de Gabriel Boric, en primer lugar abriendo mayor espacio a la ex Concertación a nivel ministerial para definitivamente consolidar un gobierno de unidad con los mismos de siempre, mientras que a nivel discursivo asumió la necesidad del “mejoramiento” del modelo y por lo tanto, moderar aún más sus tibias propuestas, colaborando en nuevos y más estrechos parámetros para acordar en el nuevo pacto que busca la implementación de una futura carta magna que actualmente se está redactando. La derecha por su parte aprovechó de fomentar la falsa idea que ganó la defensa de la actual constitución, aunque los límites del discurso son claros y por eso en conjunto una vez más dieron paso al Acuerdo por Chile como legitimador del proceso en medio de fisuras, crisis de legitimidad, inestabilidad económica y un fuerte polarización política y social.

Ya en artículos previos hemos desarrollado los límites reaccionarios de la farsa constituyente que tiene como rostros principales a lo más nefasto de la derecha pinochetista para proteger las barreras de la herencia de los 30 años, una expresión de los bordes acordados de un proceso antidemocrático que cuenta con “expertos” designados y  una puesta en escena electoral para el 07 de mayo en dónde se elegirán 50 consejeros constitucionales que deberán aprobar la propuesta de los supuestos expertos designados por el Congreso, estos podrán sugerir cambios pero sin salirse de los márgenes pactados, una verdadera pantomima. Tal como ocurrió en los noventa, en dónde se desvió la movilización contra Pinochet a las elecciones a partir del pacto transicional tutelada por el imperialismo, evitando así el derrumbe del régimen y poder administrar la continuidad de la institucionalidad de las fuerzas armada y la legalidad neoliberal, el “régimen de los 30 años” impresa en la Constitución del 80’, hoy Boric junto al Frente Amplio y al Partido Comunista intentan reeditar la transición tal como lo realizó la Concertación que gobierna junto a ellos.

La farsa constitucional en un recorrido turbulento

Como ya hemos dicho, el actual antidemocrático y antipopular proceso constitucional es un intento de relegitimar un modelo en crisis y pretender fomentar un nuevo ciclo de acumulación neoliberal en un marco de deterioro económico a nivel global, es decir, armar un cuerpo legal para descargar la crisis sobre las y los trabajadores. En dicho esquema se generó el Acuerdo por Chile y a su vez se inscriben sus limites y tensiones de poder llevar adelante sus objetivos:

  • 1) La rebelión del 2019 marcó un punto de inflexión en la historia reciente del país en dónde se impugnó al conjunto de la institucionalidad neoliberal y en contraste se propuso una serie de medidas desde las calles para recuperar derechos básicos y fundamentales, en ello radica la fórmula de una Nueva Constitución. El actual proceso niega de cuajo cualquier margen posible de cambio, es decir, persisten las necesidades materiales y el malestar general se profundiza fomentando la polarización, surgen cada vez más expresiones tanto a derecha como a izquierda.
  • 2) La crisis económica a nivel global golpea a directamente las perspectivas de crecimiento en toda la orbe y Chile no es la excepción, una expresión es el alza inflacionaria histórica que bordeó los 13% el año pasado, tasa de crecimiento inferior al 2,2% durante el mismo 2022, un alza en la cesantía, entre otros índices que se retroalimentan con la situación de emergencia climática y la migración que son parte de las tensiones sociales en el país.

Por lo tanto, el régimen no tiene un marco de bonanza ni viento en popa y es un factor que es materia de discusión, comparativamente en los 90’, en los primeros años del retorno a la democracia, el crecimiento promedió el 8% permitiendo ciertas concesiones sociales en el marco de la apertura económica con la implementación neoliberal y el alza en los precios de los commodities que fue la base de la estabilidad de los gobiernos de la Concertación, hecho que terminó abruptamente y no hay retorno posible. Al contrario, las alertas de los mercados globales apuntan a más preocupación y el fantasma de la recesión es latente en el mundo y en el país. En dicha sintonía, el quiebre con el régimen de los 30 años mantiene una fuerte desafección con la institucionalidad y sus representantes, prima la desconfianza y el rechazo, síntoma que recae sobre el nuevo proceso constitucional. Según la encuesta Pulso Ciudadano de enero de este año el 54,8% de quienes fueron consultados tiene nada o poca confianza en el nuevo proceso constitucional.


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Estos ingredientes hacen complejo una salida por arriba y las apuestas de la reacción democrática se combinan con la profundización de una política represiva que la vemos desde la rebelión y que hoy Boric apuesta por su continuidad al mantener los altos mandos encargados de reprimir al pueblo durante el estallido, inyectando recursos al aparato represivo, en la militarización del WallMapu y en el norte del país, asumiendo un relato sobre seguridad contra la migración y el control del supuesto terrorismo en territorio mapuche, incrementando discursos reaccionarios que ayudan a potenciar la polarización de sectores conservadores. Así se antepone a nuevas olas de protestas, proponiendo en los estados de excepción el ensayo a la represión general producto a la creciente crisis económica que inevitablemente conlleva respuesta social.

Es por eso que los proyectos autodenominados progresistas, de centro izquierda o reformista cada día tienen menos espacio para generar algún analgésico que postergue el descontento y asumen la agenda íntegramente del empresariado, en el caso del gobierno de Apruebo Dignidad ratificando tratados neocoloniales como el TPP, profundiza el saqueo a manos de las transnacionales con la nueva explotación del litio, reformas tributarias acordadas con la dirección empresarial del país, la flexibilidad laboral extrema disfrazada en la reforma de las 40 horas, la agenda represiva, entre otros puntos que en algún momento planteó oponerse. La Nueva Constitución es el plato fuerte que encamina el gobierno y, contrario a lo que intentan plantear voceros del Frente Amplio y del Partido Comunista en que las iniciativas están “trabadas” u “obstaculizadas” por la derecha, lo cierto es que prima el acuerdo y consenso para aplicar medidas de profundización extractivista y neoliberal, acompañado de represión y apostando a un nuevo marco jurídico que intente legitimar esta orientación: la nueva constitución bajo el manto del Acuerdo por Chile.

Abajo el fraude: Anular, recuperar las calles y construir alternativa anticapitalista

Ya lo hemos expresado desde nuestra organización, el 07 de mayo anulamos y nos sumamos a las campañas unitarias para repudiar este proceso antidemocrático, este camino solo será posible si se recupera la iniciativa social en las calles. En ese sentido es fundamental sacar conclusiones del anterior proceso constitucional, ya que las y los convencionales provenientes de movimientos sociales e independientes apostaron en respetar los límites del Acuerdo por la Paz y a su vez, delegaron las fuerzas de la rebelión a las vías institucionales, esa confianza del proceso dinamitó la autoorganización democrática que surgió con ímpetu por todos los territorios. La correlación de fuerzas en dicho momento relegó al mínimo a la derecha que hoy se para con fuerza para orientar al posibilismo del FA y el PC en el desarrollo del actual proceso. Ese vacío no sólo lo aprovecharon el conservadurismo habitual, sino también forjó a variantes populistas y de extrema derecha como Kast y el Partido de la Gente que acumulan en la polarización si no se les enfrenta con izquierda anticapitalista que se postule como alternativa.

Es por eso que una primera conclusión de los vertiginosos años que hemos transitados desde el 2019 hasta la actualidad, es que debemos confiar en las fuerzas de la movilización y la autoorganización, retomar las calles con fuertes acciones masivas será la garantía de una verdadera asamblea constituyente libre, soberana, plurinacional y democrática para que podamos debatir absolutamente todo con peso resolutivo para los cambios que se necesitan en todas las materias. Desde ya pensamos que es posible en condición que los sindicatos y movimientos sociales que se posicionan correctamente en la denuncia del proceso como la Coordinadora feminista 8M, No Mas AFP y otros espacios, motoricen convocatorias más allá de las declaraciones, partamos por anular e impulsemos una salida para que la crisis la paguen los capitalistas, sumando organización entre todas y todos quienes compartimos esta perspectiva.

Desde nuestra organización apostamos en dicha dirección y nos ponemos a disposición de la unidad que se necesita para poner en pie una fuerte alternativa de izquierda y anticapitalista, con esta perspectiva te invitamos a organizarte con nosotras y nosotros, sumando voluntades para construir una fuerte herramienta revolucionaria que en los momentos decisivos vaya por todo, en Chile junto al Movimiento Anticapitalista y en el mundo con nuestra internacional, la Liga Internacional Socialista.