Más allá de la Constitución, no hay Planeta B

El borrador constitucional es redactado en una época donde se hace imposible mirar para otro lado frente a la crisis climática, en espacio geográfico especialmente sensible a esta crisis, donde la llamada escasez hídrica es una realidad, múltiples territorios con problemas de contaminación ambiental, espacios geosociales que directamente son zonas de sacrificio, aumento cuantitativo de residuos de todo tipo, empobrecimiento de suelos y desertificación (pero también de grandes sectores sociales), altos niveles de emisión de carbono, contaminación de lechos marinos y lacustres, con las variadas causas y consecuencias, por ejemplo, la creciente demanda energética centrada en producción extractiva; la constante presión sobre la diversidad biológica

Por Camilo Parada, Movimiento Anticapitalista

Perspectiva ecosocialista y Nueva Constitución

Desde un punto de vista jurídico formal, 98 artículos de un total de 388, se relacionan de alguna u otra manera al tema ecológico, es más, desde su inicio, la propuesta dice: «Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional, y ecológico». Esto ciertamente es inédito, en gran parte porque es la primera constitución hecha en un momento donde la crisis climática es una realidad insoslayable, lo es ciertamente desde hace décadas, como lo hemos venido denunciando quienes luchamos por transformar todo. Entonces, tenemos una declaración de principios: Estado Ecológico, suena bien, se ve bien, sería un absurdo, a primera vista, oponerse a esto. En otros lados se habla de interdependencia con la Naturaleza, de Buen Vivir, de Derechos Ambientales, del derecho a un medio ambiente sano, el derecho al agua y saneamiento, el derecho al aire limpio, el derecho a la participación informada a asuntos ambientales, el derecho de acceso a la información ambiental y el acceso a la justicia ambiental. Hay que reconocer que en la Constitución Guzmán/Lagos, que está aún vigente, de cuyo origen ilegítimo y manchado de sangre ya hemos hablado en otros artículos, consagra el derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación, es importante detenernos un poco en esto, ya que si bien, de forma mucho más deficiente, existe está declaración de intenciones en esa constitución, ese derecho parece una burla en la cara de todas las personas que viven justamente en este país llamado Chile, nunca se ha aplicado, nunca se ha respetado, nunca se ha hecho ni el más mínimo caso, a no ser para maquillar una realidad bien diferente; entonces nos plantea una problemática que debemos tener presente: ¿es suficiente que una constitución recoja derechos ambientales y asuma la crisis climática para empezar al menos a revertirla?.

Es evidente como ya lo hemos expresado, que es un avance, al menos formal, las formulas declarativas de derechos de la naturaleza, principios ambientales, reconocimiento de la crisis climática y ecológica, considerar a los animales y biodiversidad en general, sujetos de protección, reconocer la sintiencia, proteger a los seres vivos de todo maltrato, etc. Es evidente, que hablar de Bienes Comunes Naturales es un hecho declarativo progresivo, al igual que el derecho humano al agua.


Te puede interesar: 10 y 11 de septiembre: Foro Global Socioambiental


Ahora bien, el borrador se cuida de ir un poco más allá, los limites están marcados de antemano por el mercado y los patrones del fundo, ir más allá nos demanda independencia política, de los dueños de Chile y de los partidos de los 30 años, ir más allá es buscar la explicación lógica, sistémica, racional, al conjunto de problemáticas que definen la crisis climática y ecológica; desde el punto de vista declarativo, es innegable el avance, sin embargo, es menester dar un par de pasos más, es decir, intentar desarrollar la expresión del razonamiento, aplicar dialéctica para demostrar la validez de la proposición mediante la vinculación con causas y conclusiones. Para esto hay que partir por reconocer, que estamos viviendo una época, donde lo verde parece una moda, todo el mundo habla de ecología, todos quieren vestir los ropajes de la ecología, suena y se ve lindo, pero cuando empezamos a comprender, analizar, racionalizar las causas, nos topamos con el modelo productivo, en ese punto, ya parece que la moda hace menos gracias. Hace algunas décadas, quienes nos paramos desde el campo del ecosocialismo, aún nos topábamos con negacionistas climáticos, en parte financiados por grandes multinacionales, como hoy nos seguimos topando con todo un aparataje de capitalismo verde, que intenta individualizar las causas de la crisis ecosocial con falsas soluciones o, peor aun, apropiándose de conceptos desarrollados desde abajo, para disfrazarse de defensores de los ecosistemas. Hoy en día, no hay empresa, corporación, partido político o Estado que no quiera vestirse con el brillante traje de gala verde, las grandes declaraciones llenan cumbres, acuerdos, planes, siempre desde arriba, con tal de no asumir las causas de tal crisis.

La crisis climática es la crisis del capital

La crisis climática, ecosocial, de la vida, no es otra que la crisis del sistema, el borrador se cuida de decirlo, no vaya a ser que nos tomemos en serio la problemática y tengamos que declarar Chile un país que decide romper con el capitalismo, ¡sacrilegio!. Por tanto, al cuidarse de dar una explicación más completa, es decir, al ser un conjunto de declaraciones y soluciones institucionales, la propuesta corre el riesgo de quedar como una declaración de intenciones puramente formal, siguiendo la falsa conciencia del capitalismo verde. Pero por mucho que pongamos el grito el en el cielo, es necesario tomar el cielo por asalto, si queremos realmente revertir la crisis ecológica, es decir la crisis del sistema capitalista que agota, con explotación y alienación las fuerzas de las grandes mayorías de trabajadorxs, a la par de las fuerzas de la tierra, de los ecosistemas, destruyendo y extinguiendo los bienes comunes, con múltiples actividades productivas/extractivas.

Por tanto, más allá del avance progresivo que reconocemos en el borrador, es necesario y urgente romper con el modelo, eso significa, contrariamente a experiencias autoritarias y ultra centralistas, una mayor democratización desde abajo, para reorganizar de manera radical todos los modos de producción, dicho de otra forma, que decidamos entre todes: qué, cómo, dónde y cuánto se produce; pero además, es necesario encaminarse de manera urgente al cambio de noción de valor, pasar de la noción de valor mercantil capitalista, al valor de uso social, son dos parámetros que van directamente interrelacionados, para esto, debemos revolucionar todo, es decir, no basta con declarar en una constitución un Chile ecologista, hay que dar vuelta todo si queremos ponerle el freno al tren ecocida, para eso hay que discutir y cambiar los modos de producción y consumo, el cambio es político, cultural, social, económico, abarca todo el ecosistema mundo, es decir internacional, necesariamente anticapitalista, tenemos que pensar desde cada territorio nuevos criterios, que puedan dar cara a la lógica del lucro, del mercado capitalista, solo así podremos realmente defender los equilibrios ecológicos y sociales, porque quienes primero sufren las consecuencias del llamado cambio climático son las mayorías sociales, oprimidas, explotadas del sistema capitalista.

No basta con aprobar

No basta con aprobar, el impulso declaratorio es insuficiente sino asumimos el desafío de combatir y organizarnos por otro mundo, con planificación democrática. Se trata de un cambio civilizatorio, para eso necesitamos una revolución ecosocialista, que parta por unificar todas las luchas ambientales con las luchas anticapitalistas y antipatriarcales, porque somos una misma lucha y una misma historia, diversa por cierto, pero cuyo sistema de opresión responde a lógicas que se retroalimentan; el sistema capitalista es una sistema internacional que cuenta con sus instituciones para perpetrarse y reproducirse, nosotros tenemos que tejer una red ecosocialista internacional para confrontar el ecocidio, poniendo en el centro las necesidades reales de las grandes mayorías y el conjunto de ecosistemas: los equilibrios ecológicos. En este sentido, la Nueva Constitución no solo es insuficiente, no se atreve a cuestionar al sistema, es continuista, no toca las leyes del mercado ni la lógica productivista, ni que decir, no recupera los bienes comunes, como el cobre y el litio, para ponerlos en función de las necesidades reales, no declara tan siquiera la eliminación de todo el sector productivo contaminante.

En último término, no hay ecología sin anticapitalismo, es más, el aparato del Estado burgués, por mucha reforma, no puede ser usado al servicio de las grandes mayorías, de las, los, les trabajadores, de los cuidados y del medioambiente, el Estado burgués está al servicio de los capitalistas, de los intereses productivistas y de sus modos de producción. Por eso necesitamos transformar todo, necesitamos otro poder y transformar radicalmente todo el entramado productivo.

Para concluir, cuando decimos que no basta con aprobar desde una perspectiva ecosocialista, decimos que hay que salir del capitalismo, para eso necesitamos unidad, organización e internacionalismo, es decir, precisamos poner todas nuestras energías y fuerzas, en esta poderosa trenza entre socialismo y ecología, aprendiendo además de los errores pasados, de las burocracias totalitarias estalinistas, que ponían el productivismo como centro de todo desarrollo, pero también frente a la inadecuación de las corrientes progresistas etapistas, aquellas voces que nos dicen, que para poder llegar a ciertos niveles de justicias social, hay que pasar por una etapa extractiva, esas corrientes que tan en voga estuvieron en ciclos recientes en nuestro continente, por mucho discurso anti-imperialista, coquetean con el capitalismo verde.

Igualdad, democracia, revolución, solidaridad, desde abajo, justicia social y respeto por los equilibrios naturales. Construyamos juntas y juntos la respuesta anticapitalista hacia una transición ecosocialista. Para esto te invitamos al Primer Encuentro socioambiental internacional de la Liga Internacional Socialista que se realizará el 10 y 11 de septiembre, con expositorxs de los cinco continentes y de diversas corrientes que están, reflexionando y luchando un mundo alternativo a la matriz productiva capitalista.