En una semana: brutalidad policial y asesinatos. Hay que desmantelar las fuerzas represivas.

La última semana de enero quedó marcada por la brutalidad de carabineros, una continuidad de la política de Piñera que dejó sin vida a Jorge Mora asesinado por atropello, mientras que días después Ariel Moreno en la comuna de Padre Hurtado recibía una bala letal. Un escenario de represión en medio de la revuelta popular que no se detiene.

La herencia de la dictadura y un pacto para la impunidad.

El reciente preinforme de la misión canadiense de DDHH recalcó lo evidente: «los datos recabados en las entrevistas, acusan que se trata de una represión sistemática y masiva. El nivel de sistematicidad es difícil de evaluar de manera precisa, pero los datos y testimonios recopilados indican la presencia de prácticas represivas recurrentes y similares de un lugar a otro, que manifiestan un patrón común. Más allá de los casos más visibilizados, la sistematicidad se revela igualmente en la multiplicación de violaciones a derechos humanos de menor connotación, que van instalando gradualmente una lógica anti-democrática. Por otra parte, se constata un fenómeno de retraumatización, al revivirse prácticas heredadas de la dictadura”[1]. Los antecedentes de la misión se suman a otras observaciones internacionales que ratifican la hoja de ruta del Gobierno en la violación de derechos humanos.

Aquel contexto, más allá de cualquier informe, responde a una realidad cotidiana desde el 18 de octubre en el país, por un lado la fuerte presencia social en las calles detonó una verdadera revolución que cuestiona los pilares fundamentales del neoliberalismo-capitalista, abriendo un proceso que apuntala a una minoría concentrada en el poder que usufructúa de las mayorías que trabajan, es por eso que en función de sus intereses han hecho uso de la fuerza represiva para intentar socavar la fuerza democrática que se expresa con la movilización hace más 3 meses.

Es por eso que cabe preguntarse ¿por qué sigue Piñera en el poder?, un Gobierno con el 5% de aprobación que ya tambaleó a partir de 2 huelgas generales, mientras que las violaciones de Derecho Humano no se pueden esconder. El “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” que adscribió el conjunto del arco político parlamentario apunta a desmantelar la revuelta a partir de la represión y sembrar falsas esperanza a través de un proceso que se ordena en relación a otorgar una fuerza decisiva a la Derecha a través de los 2/3 y a su vez, maniatada a los partidos tradicionales. Una medida del régimen político debido por la presión social.

Para que se cumpla las perspectivas del “Acuerdo” necesariamente necesitan sostener a Piñera en el poder, ya que garantiza la posibilidad de resolver en relación a los limites actuales como espejos para el cambio, una resignificación histórica del plebiscito de 1989 que construyó los cimientos de la actual democracia protegida, manteniendo la Constitución de Pinochet y la impunidad del dictador y de todxs sus colaboradores. Dicho esquema es el que pacta el Frente Amplio y el Partido Comunista, la consecuencia directa de esta política de conciliación es que en una semana fue el asesinato por agentes del estado de dos personas, mientras que Piñera avanza con el aval del FA en Leyes antidemocráticas, sostén para la impunidad de lxs violadores de los Derechos Humanos.

Hay que desmantelar las fuerzas represivas de Pinochet.

Sin dudas el incremento de la represión que se vive responde al patrón de impunidad que se naturalizó con los gobiernos de la Concertación, la ex Nueva Mayoría y la Derecha, un proceso que ratificó la perpetuidad del carácter dictatorial de las fuerzas represivas: gratificaciones por golpear, estándar de vida diferenciado del resto al mantener un sistema previsional y de salud privilegiado y además construirlos ideológicamente anti pueblo.

Un hecho no menor es que durante la transición se asimilaron miles de agentes de la CNI a las Fuerzas Armadas, mientras que Pinochet siguió como Jefe del Ejercito en plena “democracia”. Dichos elementos no son ajenos al actuar en las calles de los aparatos represivos, es decir que mientras cumplen su rol histórico que es defender los intereses de la minoría concentrada en el poder, se potencia su actuar con todos sus rasgos pinochetistas intrínseco a la institución.

Son cientos los mutilados, hay desaparecidos y muertos, violaciones sexuales y torturas, aquel es el saldo que sigue sumando Carabineros. Aquella institución en un escenario de agudización de las contradicciones sociales se transformó en una banda delictual que circula por el país apaleando sin restricción. Para que eso se acabe se tiene que avanzar en una desarticulación completa de las Fuerzas Represivas, abrir todos los archivos de la dictadura y conformar una comisión investigadora independiente para acabar con la red de protección interna y que paguen por sus crímenes de ayer y hoy. Esta medida tiene que ser un paso para avanzar en una nueva policía completamente democrática en dónde por voto popular sean elegidos comisarios en cada población, con revocabilidad. A su vez otorgar escalafón único en las fuerzas armadas, sin privilegios ni elites.

Para un nuevo país: Huelga general hasta botar a Piñera, vamos por una asamblea constituyente libre, democrática, plurinacional y soberana.

Reorganizar el país sobre otras bases requiere la movilización social permanente, un ejercicio democrático que potencia el desarrollo de otras instituciones que al calor del proceso ya plebiscitaron el Fuera Piñera, es por eso que ante cada avance de la brutalidad policial se encuentra con una fuerza social que sin miedo responde, lo que hace falta es la voluntad política de las dirigencias sindicales y sociales para dar marcha un plan de huelga general para desbaratar la represión y sacar a Piñera del poder. Única garantía para reconstituir el país desde abajo hacía arriba, sin márgenes impuesto por el actual régimen.

Una propuesta que por necesidad se hace urgente, no se puede seguir esperando cuando el asesinato a manos de las fuerzas represivas se está transformando en cotidiano. Por lo tanto salir de la pasividad de Unidad Social y la CUT es imperativo, preparar el camino organizado en asambleas y comité de huelga, discutiendo la autodefensa ante la represión y la continuidad de la lucha hasta que paguen todxs los violadores de Derechos Humanos de ayer y hoy y así avanzar en un nuevo país a través de una asamblea constituyente libre, democrática, plurinacional y soberana, sin Piñera para que gobernemos lxs que nunca hemos gobernado: las y los trabajadores y el pueblo.

Hay fuerzas de sobra para avanzar, lo que hace falta es una nueva alternativa y en eso nos disponemos a aportar como organización, sumando voluntades para construir una Nueva Izquierda Anticapitalista para dar vuelta todo. Te invitamos a sumarte y dialogar junto a nosotres.

Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista.


[1] El Mostrador, 27 de enero.