Por Camilo Parada y Martín Miranda, Movimiento Anticapitalista
En la clave del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución se avanza en las votaciones del reglamento de la Convención Constitucional. El FA se propone como opción de gobierno en los marcos del régimen y las necesidades de las minorías, así lo hace ver. Se consolida el camino de institucionalización a espaldas de los derechos y demandas de las mayorías populares. ¿Cómo intervenir desde la izquierda revolucionaria y las organizaciones sociales? Algunas opiniones y propuestas.
Ahogar la iniciativa de las mayorías en una maraña de normas
El estallido de octubre del 2019 puso patas para arriba la estructura política de nuestro país. Resultado de una serie de experiencias de lucha, la acumulación de demandas sin resolver y alimentado por un contexto internacional inflamable, las mayorías populares irrumpimos en la escena política y la dominamos durante semanas. Las demandas florecieron en banderas y carteles, en graffitis e intervenciones. La primera línea se volvió de masas y los partidos del régimen sintieron el horror de una revolución contra sus privilegios a flor de piel.
El Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución fue el camino que lograron abrir para desviar la movilización de masas al laberinto parlamentario, allí donde más cómodos se sienten, ese cuyo objetivo fundamental es sostener el régimen de los 30 años (con algunas modificaciones que no cambien lo fundamental).
Las votaciones del reglamento en la CC recorren ese camino y esa intención, violentando no solo la voluntad de las calles expresada en el estallido, sino también la manifestada en la propia elección a ese organismo que castigó a la derecha y otorgó un respaldo a transformaciones profundas.
Pensando en noviembre y por supuesto en dirigir los destinos del país hacia adelante, el FA se consolida como la principal referencia para que nada cambie demasiado, maquillando la constitución para venderla como la superación de los 30 años, pero defendiendo los pilares fundamentales. Trabaja para ello con el apoyo incondicional de Chile Vamos (Derecha), Colectivo Socialista (PS) y No Neutrales (declarados como “independientes”).
2/3, secretos bancarios, clausura de la participación popular y negar la transversalización de género y de plurinacionalidad
No es menester de este artículo analizar punto por punto el reglamento, pero hay cuatro aspectos que dan claridad de la deriva de la CC.
- En primer lugar sin duda el paso más claro a la institucionalización más decidida es el bloqueo a los mecanismos de consulta popular (ya de por sí muy limitados, debido a que mantenía el quórum supramayoritario) como los plebiscitos intermedios. Este paso es la confirmación que ya se percibía con el nulo llamado a movilizar y participar de manera abierta a los debates de la propia convención. En este punto nada se podía esperar de los firmantes del pacto, lo lamentable es la asimilación de la fuerza independiente que surgió por izquierda en la elección, con la clara impronta de la participación de base y la “representación” de las demandas populares, cuestiones que parecen haber abandonado a las puertas del recinto, prevaleciendo las vías de una CC atrincherada por las dinámicas de la actual institucional.
- El secreto bancario es otro de los fundamentos que abonan a la posibilidad de ocultar los privilegios parlamentarios, claves en la conformación de la “casta” política, profundizando el divorcio entre representantes y representados, clave en conformación del régimen democrático burgués. El rechazo a ese pedido en la Convención es mucho más que una mala señal.
- La ratificación del esquema de los 2/3 para la conformación del quórum antidemocrático, que tiene el objetivo de fortalecer el poder de veto de las minorías conservadoras, fundamentalmente en relación a los cambios más profundos que pudieran debatirse.
- Por último la negación a la tranversalización de género y de plurinacionalidad en el trabajo constituyente, hecho sustancial para cerrar la puerta a demandas centrales de las calles y los pueblos.
Esta deriva preanuncia al mismo tiempo que justamente no hay en el horizonte la búsqueda de cambios más profundos, salvo que alguien crea que generando todo estos mecanismos se puede esperar una Constitución a la medida de las mayorías, donde se pongan en debate las AFP, la defensa del ambiente y la naturaleza, la ampliación de derechos para las y los trabajadores, la salud y la educación públicas y gratuita, los derechos sexuales y reproductivos por solo mencionar algunos puntos.
La profecía autocumplida de “lo posible”
Es un hecho que el nivel de movilización social ha bajado en el país, lo equivocado sería pensar que esto fue producto de la “naturaleza”. Todo lo contrario, las conducciones han trabajado, consciente o inconscientemente, para adaptar la realidad a sus objetivos.
Como ya se ha dicho, en primer lugar el Frente Amplio, que actuó y actúa decidida y conscientemente contra los cambios sociales necesarios, no solo en la CC sino en pleno estallido votando la ley anti capuchas, consolidando su rol como alternativa dentro del régimen para salvar al capitalismo extractivista. Militaron y militan el “no se puede” como justificación reformista y pretenden cobrar sentando a Boric en La Moneda a final de año.
Por otra parte, el rol del PC como furgón de cola de ese espacio, prestando su rojo ropaje al engaño, repitiendo una y otra vez su larga historia de freno a los procesos revolucionarios, queda más a la vista que nunca. Defraudando nuevamente a importantes sectores que pensaron era posible a partir de esta estructura generar cambios estructurales y hoy ven como, más allá de algún reclamo por los “malos tratos” del FA, el centenario partido se vuelve a postular para ser parte de un gobierno de neto corte burgués tras Boric. Una definición que se expresó en la publicación de su convencional, Barbara Sepúlveda en el inicio de las reglamentación y su forma de votación en la CC: »A pesar de lo que buscaba la derecha, la #Convención hoy se ha vuelto un espacio realmente constituyente y soberano”. Palabras de un callejón institucional que hoy se ve como choca con la realidad y las falsas expectativas.
Lamentablemente, el espectro que resultó con mayor fuerza post estallido y elección constituyente, el bloque independiente encabezado por la Lista del Pueblo y otras expresiones ligadas a los movimientos sociales, han transitado una crisis e implosión que desarticuló en pocas semanas la potencia transformadora que habían sabido encarnar.
Lejos de profundizar el llamado a movilizar, la convocatoria a participar y rodear la Convención, las y los constituyentes se concentran cada día más en el laberinto parlamentario, laberinto que no deja de mostrar sus límites.
Es posible romper esa lógica, pero hay que cambiar el rumbo, las y los convencionales que se reclaman realmente independientes deben convocar a debatir y actuar a las organizaciones sociales, las asambleas, los sindicatos y la izquierda para que no se consolide la catástrofe que se preanuncia.
Construyamos fuerza política y social para hacer posible lo necesario
Quienes hacemos parte del Movimiento Anticapitalista buscamos reflexionar conjuntamente con las y los miles de activistas independientes, que en las calles fueron protagonistas del estallido. Qué la movilización haya bajado no implica que no nos encontremos en una nueva situación política y las tareas que realicemos en este período sin dudas serán claves para el futuro cercano. Se acerca un nuevo aniversario del 18 de octubre, fecha más que representativa para realizar esta reflexión.
En primer lugar, creemos que uno de los puntos más destacados de nuestra experiencia reciente es la necesidad de una fuerza política y social con un programa de transformación profunda y un método democrático. Una fuerza que sea representante real de los intereses de las mayorías trabajadoras y tenga formas orgánicas que permitan que sean estas mismas mayorías las que participen y decidan. Debemos terminar con el esquema de “representantes” que no construyen lazos reales con las bases o quienes de manera sectaria se conforman con las tribunas para gritar discursos pero no abonan a la construcción de una fuerza de mayorías.
Con Trabajadorxs al Poder (TP), sin ir más lejos venimos trabajando de manera conjunta, generando confianzas y acciones en común para darle impulso a esto, no nos conformamos con hablar, nos proponemos generar un reagrupamiento para que desde la izquierda estemos más fuertes para actuar en la realidad. No es un proceso sencillo, pero si es necesario. Apostamos a que esto sea el primer paso y llamamos a quienes se sientan interpeladxs por esta necesidad a sumarse a esta nueva construcción, para que las luchas que se vienen, los desafíos que tenemos por delante nos encuentren más fuertes para lograr las transformaciones que necesitamos.
Los pueblos, como lo vemos en las peleas ambientales en Putaendo o contra Dominga, las feministas con la ola verde que no se cansan de expresar sus fuerzas, la juventud saltando torniquetes y las y los trabajadores que pelean por sus derechos lo seguirán haciendo, seamos capaces de estar a la altura de sus luchas. No deleguemos nuestras fuerzas, sumate a construir fuerza anticapitalista junto a nosotras y nosotros.