Por Pedro Espira, Movimiento Anticapitalista
Hoy día finalmente se concretó la alianza electoral entre el PC, lo que queda del Frente Amplio y fuerzas burguesas menores como Acción Humanista y la Federación Regionalista Verde Social. Se trata, según sus promotores, de una coalición antineoliberal que busca “derrotar a la derecha” e impedir que los sectores que han apostado por los consensos con ésta por todos estos años “impongan sus posiciones restauradoras de diversas formas de neoliberalismo” (sic). Se trata de un hito importante, que termina de consolidar una línea política que costó disputas y quiebres internos imponer. En este artículo queremos analizar las presiones objetivas que está enfrentando el reformismo y plantear la necesidad de apostar por una política independiente a este nuevo frente.
El escenario político que se abrió con el aplastante triunfo del “Apruebo” y la “Convención Constitucional” produce presiones contradictorias en las fuerzas reformistas que apuntan a recomponer el sistema político a partir de un proyecto “progresista” y “antineoliberal”. Por un lado, debido a que la división en varias listas puede mermar su desempeño electoral, existe una presión por apuntar a la “unidad de la oposición”, sobre todo en un contexto en el que todo indica que la derecha irá unida. Por otro lado, debido a que el amplio descontento que se expresó en el estallido social con quienes han gobernado los últimos treinta años hace que aliarse con la ex Concertación aparezca como una opción suicida, existe la presión de intentar dar forma a un proyecto político que se distinga claramente de esta última. De este modo, reformismo tiene que elegir entre maximizar sus chances electorales, lo que implica hacer una lista de unidad de la oposición, incluidos los partidos patronales de la ex Concertación, o construir un “frente antineoliberal” que presente un proyecto político diferenciado, pero con el riesgo de que, debido a la dispersión de votos, alcance una posición minoritaria en la convención. Hoy sabemos que finalmente se decantaron por la segunda alternativa.
Se trata de dos presiones objetivas puestas por la realidad y los distintos sectores del reformismo, dependiendo si están más a la izquierda o a la derecha, priorizan si poner más atención a una u otra. Hay sectores del Frente Amplio, entre quienes se encuentra su excandidata presidencial, Beatriz Sánchez, que apostaron, sin éxito, por la línea de la unidad más amplia posible para dejar en minoría a la derecha. Sánchez, en este sentido, ad portas del plebiscito del 25 de octubre, señaló que «[l]o que buscamos es la mayoría más amplia posible y que esto se traduzca en la Convención Constitucional»[1]. Se trata de una posición que perdió peso al interior del FA, sobre todo luego de los resultados de las primarias, en donde, en un contexto de escasísima participación conseguida –no lograron ni siquiera que votaran quienes están legalmente inscritos en sus partidos–, Comunes desplazó a Revolución Democrática como el partido con mayor adhesión en votos. Esto gatilló que los sectores más a la derecha del FA, específicamente los grupos más reaccionarios de RD y el Partido Liberal completo, decidieran abandonar el FA acusando una “izquierdización” debido a la reticencia del sector fortalecido por las elecciones a promover la unidad de toda la oposición.
Hay otros sectores, como el Partido Comunista, Comunes y Convergencia Social, ubicados más a la izquierda –aunque algunos de sus referentes, muy en la línea de reformismos tipo Podemos, planteen que las categorías izquierda y derecha ya no representan las aspiraciones de la “ciudadanía” – que le dan mayor peso a la presión que apunta a diferenciarse de la ex Concertación para atraer a las masas que se manifestaron en contra del régimen de los “treinta años”. Esto los hace apostar por un programa “progresista antineoliberal”, el ropaje actual del reformismo, como la carta a jugar. Desde su perspectiva no se trata de una oportunidad cualquiera, pues significa, nada menos, que la posibilidad de concretizar la línea política por la que han estado apostando desde el fin de la dictadura y que parece que hoy, por fin, tiene perspectivas de ganar adhesión de masas.
Hoy se concretizó la victoria de este último sector, aunque quizás todavía sea posible encontrarse con sorpresas. Es que la situación plantea dificultades objetivas. Puede ser que al Partido Liberal, a Beatriz Sánchez o a Natalia Castillo y Pablo Vidal no les importe ser parte de una coalición de centro izquierda junto con todos los partidos de la ex Concertación –después de todo RD participó del último gobierno de Bachelet y el PL apoyó a Piñera en su momento–, pero quienes apuestan por un frente neoliberal no pueden ser indiferentes respecto a sus perspectivas electorales, sobre todo cuando hace años que vienen apostando por la formación coaliciones de centro izquierda, como la “Nueva Mayoría”, para “derrotar a la derecha”.
En este sentido, un discurso que se ha escuchado mucho entre quienes apoyan la idea de un frente antineoliberal – ha sido enarbolado, por ejemplo, por Giorgio Jackson y Gabriel Boric– es que la opción óptima es ir unidos con toda la “oposición”, pero que, dado que algunos sectores se niegan –sobre todo la DC–, y tienen que elegir entre la vieja concertación y un frente de izquierda, es “más natural” apostar por la segunda opción. Esto explica por qué los dirigentes del reformismo intentan a toda costa mostrar el frente antineoliberal que hoy concretizaron como algo que no apunta a una “izquierdización”, pues parecen negarse a perder la esperanza de un acuerdo para ir unidos como “oposición”, aunque esta opción ya parezca descartada.
¿Qué debe hacer la izquierda anticapitalista en este contexto? Por lo pronto, hay que repudiar y combatir cualquier alternativa que incluya a los partidos de la ex Concertación. De eso no hay duda. Ahora bien, hay quienes piensan que un frente antineoliberal es algo progresivo para el avance de la lucha de clases y que, por tanto, que hay que sumarse a éste como “furgón de cola”. Desde el Movimiento Anticapitalista pensamos que esto es un error. Esto no sólo porque el proyecto que están levantando las fuerzas del PC y del FA representa una política de conciliación de clases y, por tanto, está marcado por la ausencia de una perspectiva de ruptura con el capitalismo, sino, además, porque un proyecto como éste ni siquiera tiene chances de poder ser implementado. Pensemos, en este sentido, que los “gobiernos progresistas” que hubo en la región durante las últimas décadas tuvieron límites muy claros incluso en cuanto a una ruptura con el neoliberalismo en un escenario internacional propicio para cooptar a las masas con políticas clientelares que se pintaban como “radicales”. Hoy en día, en un escenario de crisis económica mundial, estos proyectos no tienen ninguna posibilidad de ser implementados. Basta con ver la deriva neoliberal del gobierno de Fernández en Argentina y las primeras líneas que está lanzando el gobierno de Arce en Bolivia. A esto hay que sumarle el hecho de que el sistema de partidos está en una crisis terminal, por lo que un frente antineoliberal sólo serviría para oxigenarlo y recomponer el orden interpelado por el estallido social.
Ante un escenario como éste, nos parece que la línea de acción por la que hay que apostar es la creación, a través de una política de frente único con todas las fuerzas que apunten a combatir el régimen de los treinta años y a todas las fuerzas que lo sustentan, de listas independientes de ruptura con el régimen con organizaciones sociales, asambleas territoriales y fuerzas políticas de la izquierda independiente en todos los lugares en que esto sea posible. Nosotres, como organización joven, estamos disponibles para contribuir en este esfuerzo.
Tenemos
que ser conscientes de que el escenario es adverso y está estructurado en los
términos de la política burguesa, por lo que no debemos esperar que gracias a
“alianzas mágicas” de la “oposición”, ya sea de “de toda la oposición” o de sus
fuerzas antineoliberales, vamos a estar en mejor pie para enfrentar a la
“derecha”. Hacer esto sólo significaría pactar con las fuerzas que en la
convención van a apostar por un proyecto político totalmente inviable y, a la
larga, por mantener todo como está. En un contexto como éste sólo podemos
contar con nuestras propias fuerzas, esto es, con las fuerzas de la clase
obrera y sus organizaciones que se están recomponiendo en Chile y el mundo, es
por eso que como Movimiento Anticapitalista nos disponemos a disputar desde
estas perspectivas en el proceso actual junto a nuestras candidaturas Camilo
Parada Ortiz en el distrito 10 y con Maura Fajardo Gálvez en el distrito 12.
[1] https://cooperativa.cl/noticias/pais/politica/constitucion/beatriz-sanchez-pide-a-la-oposicion-la-maxima-unidad-para-eventual/2020-10-20/075114.html