Por Maura Gálvez – Bernabé en el periódico Alternativa Anticapitalista Nº5
Se cumple un año de ese viernes de furia que cambió el diagrama social de nuestro país. Aquí van nuestros análisis, debates, lo que faltó y las propuestas para una etapa que aún sigue abierta.
El antes y el después, cronología de una revolución en curso
30 pesos en el alza del pasaje del metro de Santiago hicieron a las y los secundaries saltar los torniquetes, pero no era sólo eso, eran años y años de administración capitalista neoliberal instalado en dictadura y profundizados por la Concertación y la Nueva Mayoría lo que se puso en jaque ese día.
La antesala de la revolución fue el ciclo abierto de movilizaciones que desde el 2006 en adelante cuestionaron las bases sobre las que se establecieron el modelo neoliberal, por el derecho a la educación gratuita y de calidad, la salud y por la recuperación de los bienes comunes; contra la impunidad permanente de los asesinatos y violaciones a los DDHH; y por las demandas del movimiento feminista y en contra las AFP. Todo eso estalló ese viernes furia. Luego de 8 horas iniciada la revuelta Piñera declara estado de emergencia y saca los milicos a las calles, pero las calles no retrocedieron y se encendió el fuego en cada esquina del país. Sonaba con fuerza el grito de “Chile despertó” que rápidamente dirigió sus dardos a la cabeza del gobierno, exigiendo “Fuera Piñera”.
El gobierno 24 horas después retrocede en el alza del pasaje, pero al pueblo ya no le servían los 30 pesos, eran 30 años de precarización lo que se cuestionaba. Así Piñera, ante la fuerza social que asaltaba las calles, declaraba en cadena nacional que estábamos en guerra «contra un enemigo muy poderoso». Ahora, junto con pedir la cabeza del gobierno, la consigna de Asamblea Constituyente comenzaba a tomar forma para volverse de masas.
El 25 de octubre se produce la marcha mas grande de la historia, fuimos millones de personas llenando las principales avenidas de todo el país, la vocera de gobierno Carla Rubillar, vociferaba “Hemos escuchado” y por la fuerza de la movilización se veían obligados a sacar a los milicos de las calles. Aunque todavía al pueblo no le bastaba.
Una nueva etapa se abría en nuestro país, donde la correlación de fuerza cambiaba y nos hacía protagonistas de las calles y la política. Ese marco está dado por la apertura de un proceso revolucionario, demostrando que “La historia de las revoluciones es por sobre todo la historia de la irrupción violenta de las masas en el curso de sus propios destinos” (Historia de la Revolución Rusa, Leon Trostky). Un momento que aún sigue abierto, con capítulos por contar, más allá de los relatos de los conformistas.
La burocracia sindical de la CUT comandada por el PC y la Mesa de Unidad Social temblaba ante la posibilidad que el proceso se siguiera desbordando y fue ante la presión de las asambleas, la movilización y los portuarios paralizando los puertos que tuvieron que llamar a regañadientes a la huelga general para el 12 de noviembre. La huelga más importante de los últimos años de nuestro país. Ingresando así, el actor más decisivo de todos los procesos: La clase trabajadora. Ante la inminencia de que fuera la huelga general la que sacara al gobierno del 6% y con ello se profundizara la revolución, los partidos del régimen se ordenan para salvar a Piñera y garantizar la impunidad en materia de DDHH, así que firman el 15 de noviembre el Pacto por la paz y la nueva constitución, para contener la movilización y desviarla por la vía institucional.
Lo que hizo falta, lo que hay que construir
Un primer análisis del proceso es que no fue fuerza social lo que faltó para para derribar al régimen de Piñera, sino una fuerza política revolucionaria con peso real que permitiera por vía de la movilización llevar el proceso a fondo. No podemos en este artículo detallar las razones de la debilidad de las izquierdas en el Chile actual, pero si podemos plantear una propuesta política para lo que vienen.
Nos encontramos frente a un momento crucial, donde la experiencia abierta de lucha que vivimos desde el 18 de octubre se combina con una brutal crisis capitalista que estrecha los márgenes de posibles reformas que puedan ofrecer derechos duraderos para las mayorías, muy por el contrario, hemos visto durante estos meses como el FA y el PC junto a la derecha, han votado leyes para que seamos nosotres quienes paguemos la crisis. Una agenda global de ajuste y autoritarismo argumentado en la crisis sanitaria.
Es por eso que no podemos dejar que sigan decidiendo por nosotres quienes se han encargado de precarizarnos la vida, debemos poner en pie una alternativa política revolucionaria, feminista, ecosocialista, profundamente internacionalista, que se disponga a tomar el cielo por asalto. Eso te invitamos a impular junto a nosotres, a construir el Movimiento Anticapitalista y hagamos juntes posibles lo necesario para que en los momentos decisivos no se pacte con la derecha, sino que vayamos por todo y por todos.