Por Camila Millaray, Movimiento Anticapitalista
A pocos días de cumplirse 3 meses desde el primer confirmado de COVID-19 en Chile y de las declaraciones del gobierno anunciando que “estamos preparado para enfrentar esta pandemia”. Sin embargo, la realidad del país da cuenta de todo lo contrario. Alzas incontrolable de contagios que a la fecha ya superan los 90.000, cifra superior a los 84.106 que alcanzó China hace algunas semanas atrás. Ya se suman más de 900 muertes. El sistema de salud en un colapso total, ajuste económico y cifras de desempleo históricos en el Gran Santiago.
Un gobierno Criminal
Este jueves Chile rebasó el promedio mundial de mortalidad, el cual estaba en 46,3. Ahora se sitúa en un 46,6 por las alzas en nuestro país, así avanzamos al puesto 28 de los con más contagios en el mundo, siendo comparado con países como Brasil y Perú, con quienes compartimos las cifras más alarmantes de Sudamérica.
Esta misma realidad se plasmó ante la Mesa Social donde se presentó el primer informe del Monitoreo Nacional de Síntomas y Prácticas Covid-19 en Chile (Movid-19), dando cuenta de que de un “escenario preocupante”. En dicho informe uno de los resultados más importantes que entregó fue que un porcentaje importante de contagiados salen a trabajar al menos una vez a la semana. Es decir, que la incontrolable cifra de contagios a diario está en directa relación con las medidas que el gobierno ha tomado para enfrentar la pandemia, donde las medidas de confinamiento y distanciamiento social están supeditadas a seguir manteniendo activa la actividad económica del país.
Desde el día uno del ingreso de la pandemia, el gobierno de Piñera ha impulsado una política criminal para enfrentar esta crisis, poniendo las ganancias por sobre la vida de las y los trabajadores. En vez de impulsar un plan de cuarentena y distanciamiento social efectivo, llevó adelante un plan de ajustes laborales, Ley de (des)Protección al empleo, inyección económica a las empresas e improvisó medidas de cuarentenas parcializadas sin sentido alguno.
A esto debemos sumar el colapso del sistema hospitalario y de salud que ha develado la consecuencia de una política de privatización en desmedro de la salud pública, que hoy no da abasto ante el descontrolado nivel de contagios. Falta de insumos básicos para el personal médico, de ventiladores mecánicos, camillas, etc. Hace años se venían denunciando por los gremios de la salud, una realidad que se vive día a día en los hospitales del país, llegando incluso a un número importante de personal contagiado producto de la falta de seguridad para la primera línea contra la pandemia.
Hoy las y los trabajadores junto al pueblo no solo se están enfrentando a un virus, sino más bien a las consecuencias de un régimen social que no garantiza la salud, la vida y el pan. Un cuadro perfecto para que las cifras sean catastróficas en la actualidad
La crisis no es solo pandemia
Este escenario preocupante no es solo producto de la curva creciente en la pandemia que lleva el país, sino más bien se han empezado a evidenciar las consecuencias políticas y sociales de las políticas del gobierno. A la fecha van más de 92 mil empresas que se han acogido a esta Ley que permite las suspensión de sueldos, dejando a más de 500 mil trabajadores en condición de a la deriva, sin embargo, las cifras son más críticas cuando la tasa de desempleo alcanza el 15,6% en el Gran Santiago, las mas altas en los últimos 35 años.
Esto sin contar a las y los trabajadores por cuenta propia que han visto impedidos la realización de sus trabajos producto de la cuarentena total en la Región Metropolitana. Este contexto ha tenido su expresión más brutal en los sectores populares de la Capital que se han debido movilizar por un único motivo: El hambre. Fueron sectores de la comuna del Bosque, La Pintana quienes comenzaron a levantarse contra las políticas de miseria del gobierno, continuando en Puente Alto, sectores de Valparaíso e Iquique. Estos reclamos han recorrido el país, dando cuenta de las primeras expresiones de auto organización en ollas populares y solidaridad de clase.
Piñera ante esta situación ha tenido que llevar adelante un plan de asistencia social, a través de cajas de mercadería y plan de subsidio que no es más que de parches para frenar la olla a presión que se está engendrando el país. Cesantía, hambruna y miseria es lo único que garantiza este gobierno.
Vamos por un plan de emergencia para enfrentar la crisis
En las manos de este gobierno no hay salida alguna que garantice la vida y el salario de las y los trabajadores, por lo que es central que impulsemos un plan de emergencia anticapitalista para enfrentar la crisis, un plan que debe reclamar por la cuarentena total con garantía de los salarios, además de un renta universal básica igual a los 500 mil pesos, que sea cubierta por un impuesto a las grandes fortunas del país. Además necesitamos impulsar un sistema único de salud público y garantizado por el Estado y que sean las y los trabajadores y/o funcionarios quienes tomen el control de este sistema. Debemos exigir el término inmediato de la ley de protección del empleo que carga la crisis en los hombros de las y los trabajadores en beneficio de las ganancias patronales.
Solo la organización y movilización de las y los trabajadores junto al pueblo pueden dar una salida a esta crisis. El dúo Piñera – Mañalich han sido la expresión de una política criminal que ha impulsado este gobierno, que nada tiene que ofrecer. Debemos impulsar este plan de emergencia independiente, en defensa de la vida y el trabajo.