Por Camilo Parada Ortiz, artículo publicado en Alternativa Anticapitalista nº 1
Se cumplen 35 años del sangriento 29 marzo de 1985, donde carabineros, bajo el mando de la barbarie pinochetista, acribillaba cobardemente en Villa Francia a los jóvenes combatientes Eduardo y Rafael Vergara Toledo, militantes del MIR; ese mismo día, la Brigada Azul de la CNI asesinaba en una cabaña del Arrayán a la joven estudiante revolucionaria Paulina Aguirre Tobar, también militante del MIR, en un falso enfrentamiento, es decir un montaje; el 30 de marzo por la madrugada, un joven campesino, encuentra los cuerpos degollados con señales claras de tortura, en un descampado a un costado de Vespucio, a la altura del Aeropuerto Pudahuel, de los militantes del PC, Santiago Nattino Reyes, artista gráfico y publicista, quien había sido secuestrado dos días antes en Apoquindo con Badajoz, Manuel Guerrero Ceballos, dirigente nacional de la Asociación Gremial de Educadores de Chile (AGECH) y José Manuel Parada Maluenda, sociólogo y encargado de archivos de la Vicaría de la Solidaridad, ambos secuestrados en las puertas del Colegio Latinoamericano de Integración, en la mañana del 29, donde sería baleado en el mismo operativo, el profesor Leopoldo Muñoz de la Parra, “Tío Leo”, quien intenta impedir el secuestro en manos de la DICOMCAR (Dirección de Inteligencia de Carabineros) de los militantes comunistas.
Estos asesinatos, conmocionaron al conjunto de la clase trabajadora, y fueron patentes actos de Terrorismo de Estado, buscaban amedrentar la lucha social contra la dictadura cívico-militar, que empezaba a reorganizarse a lo largo del territorio, sin embargo, el efecto buscado por los aparatos represivos, fue el contrario, debido a la ola de protestas, tuvo que renunciar el General Director de Carabineros, Cesar Mendoza, miembro de la Junta Militar, y se rearticulaba en la clandestinidad la resistencia, que sembraban el camino a 1986, el “Año Decisivo” y la fallida operación “Siglo XX” llevada a cabo por el FPMR para ajusticiar al tirano.
A 35 años del estos crímenes de lesa humanidad, ratificamos la necesidad de memoria en pos de la no repetición de las terribles violaciones a los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo la dictadura cívico-militar de Pinochet, sin embargo, también es necesario asumir que el “Nunca Más” está roto, que las violaciones a los DDHH jamás cesaron en esta pantomima de democracia burguesa, sin ir más lejos, desde el 18 de octubre, van 445 personas con daño y/o pérdida ocular, 2.000 personas heridas por disparos, casi 300 personas heridas por lacrimógenas disparadas al cuerpo, 197 denuncias de violencia sexual cometida por agentes del Estado, 520 de tortura, más de 1000 por uso excesivo de la fuerza, miles de presas y presos políticos en la revuelta social, entre los cuales hay un gran porcentaje de menores, según los datos entregados por el INDH.
Desde el Movimiento Anticapitalista, denunciamos todas las violaciones a los DDHH, las de ayer como las de hoy, y todas aquellas que se han cometido en la llamada transición, que se han focalizado en el movimiento mapuche y en les, las, los luchadores sociales; exigimos la libertad inmediata de les, las, los, presas y presos políticos por luchar; desmantelamiento inmediato de los aparatos represivos y las Fuerzas Armadas herederas de la dictadura; llamamos a una Comisión Independiente contra la impunidad de ayer y hoy; y a la apertura de todos los archivos relacionados con crímenes de lesa humanidad.
Llamamos al conjunto de las organizaciones democráticas y anticapitalistas a exigir la renuncia inmediata de Piñera y su gobierno, responsables directos de las violaciones sistemáticas a los DDHH, pero también nos solidarizamos con les, las, los presos mapuche que luchan por el derecho a la autodeterminación.
Los hechos nos demuestran que bajo el sistema capitalista la democracia se limita a una mascarada representativa reducida al ejercicio electoral y protegida por políticas de seguridad, represión y control. No hay democracia real bajo este sistema, estamos convencides, que la lucha revolucionaria por democracia y justicia implica la ruptura con el capitalismo, para asegurar derechos para todes, una democracia donde el conjunto de la sociedad decida su propio destino y que los medios de producción estén en manos de todes, una democracia ecosocialista, feminista e internacionalista como alternativa a la pantomima de la democracia liberal, continuadora del modelo impuesto por Pinochet y perfeccionado bajo los sucesivos gobiernos de la ex Concertación y la Derecha.
No se negocia con les, las, los, luchadores asesinados por agentes del Estado con les, los, las compas violadas y torturadas en los cuarteles y los ojos reventados sobre la mesa.