Hasta el día de hoy, la pandemia desatada de COVID-19 en nuestro país lleva 745 contagios y dos personas fallecidas. Una ola expansiva que suma 100 contagios cada 24 horas, con una curva similar a la de España en un servicio de salud desmantelado desde la dictadura hasta nuestros días por la ex Nueva Mayoría y la derecha.
En tiempos de un gobierno virulento.
El 18 de marzo, día en que se cumplen 5 meses de la revuelta, se invocó al Estado de Catástrofe por 90 días, medida que faculta la salida de las fuerzas armadas, restringe la libre circulación y prohíbe reuniones masivas. La primera acción fue “limpiar” la Plaza Dignidad, borrando con pintura lo que nos ha costado vidas y mutilaciones escribir, se pusieron rejas que dificultan el acceso y se instaló personal militar para impedir la circulación.
La prioridad del gobierno más cuestionado del continente: Fomentar la represión e invertir en eliminar las expresiones de meses de movilización en desmedro de la inversión en el sistema de salud. El cuadro lo cierra el Ministro de Salud Mañalich al responder el porqué no se llama a cuarentena nacional: “puede mutar (el virus) y convertirse en buena persona”. Así, deja claro que su horizonte es seguir garantizando el funcionamiento de la producción a costa de nuestra salud, además de recordarnos el porqué fue expulsado del Colegio Médico por faltas éticas.
Más represión y control social
En sintonía con las medidas antidemocráticas, Piñera decreta toque de queda el domingo 22 de marzo desde las 22.00 horas a las 05.00 de la mañana ¿qué sentido tiene impedir la circulación nocturna a punta de metralleta si a las 06.00 am el sistema de transporte estaría colapsado de miles de trabajadoras y trabajadores?
Somos enfáticxs: Los militares a sus cuarteles. Ya los sacamos una vez de las calles y tenemos que volver a hacerlo, ningún asesino de nuestro pueblo puede caminar libre por las calles y menos estar a cargo de resolver la crisis sanitaria, derrochando recursos, que hoy se necesitan urgente para salud.
Piñera, el 6% y su continuidad.
La pregunta de fondo es ¿por qué Piñera con un 6% de aprobación puede hacer este descalabro en total impunidad? La respuesta tiene dos elementos centrales. Uno es el pacto de impunidad que firmaron desde el FA hasta la derecha pinochetista garantizando la continuidad del gobierno en medio de la revolución. El PC por su parte se sumó por omisión al abandonar cualquier perspectiva de las calles, hoy nuevamente lo hace. Todxs ellxs son responsables que hoy tengamos a la cabeza de la crisis a un puñado de asesinos seriales.
Como segundo factor, el rol que juegan las centrales sindicales como chaleco contenedor del proceso. Hace unos días el bloque sindical de Unidad Social realizó una conferencia de prensa emplazando al gobierno a decretar cuarentena nacional y anunciando que de lo contrario iniciarán la huelga general, pero omite lo importante: la fecha de inicio de esa huelga. Una vez más, declaraciones vacías que no están garantizando la vida ni la salud de las y los trabajadores, además de amparar nuevamente a militares en las calles.
Por su parte, la CUT dirigida por el PC, ha declarado que las medidas del gobierno van en el sentido correcto pero que “son insuficientes”. Al parecer no les molesta tener nuevamente a las FFAA reprimiendo para manejar la crisis, tampoco les molesta que el paquete económico se sostenga a base de la libertad empresarial para descargar la crisis sobre quienes sí trabajamos.
Más democracia, único camino para el control del COVID-19.
La cuarentena nacional es urgente y este gobierno es sordo ¡lo sabemos hace 5 meses! Por lo tanto, la huelga general es vital para avanzar en medidas sanitarias efectivas, de esta forma garantizar la no propagación del virus.
Esta defensa de las mayorías se debe aplicar inmediatamente con la exigencia de un shock presupuestario que esté controlado por las y los trabajadores de la salud y la comunidad, declarando de utilidad pública toda institución privada con sus insumos e infraestructura. Es decir, con más democracia a nivel público y también en las calles, sin milicos.
Maura Gálvez por el Movimiento Anticapitalista.