“El sentido político del momento, de la oportunidad, de la bifurcación abierta a la esperanza, constituye un sentido estratégico; el de lo posible, irreductible a la necesidad; no el sentido de un posible arbitrario, abstracto, voluntarista, de un posible donde todo sería posible; sino el de un posible determinado por un dominio, donde surge el instante propicio para la decisión ajustada a un proyecto, a un objetivo por alcanzar. Es, a fin de cuentas, sentido de la coyuntura, de la respuesta adecuada a una situación concreta.”
Daniel Bensaïd en Teorema de la resistencia a los tiempos que corren. 2004.
No puede haber unidad nacional cuando esa unidad pisotea a lxs más precarizadxs. Entendemos, de hecho lo venimos repitiendo en relación a otras crisis desde hace lustros, cada vez con mayor convicción, que dentro de parámetros monetaristas, donde se busca el máximo de ganancias en el menor tiempo posible, no solamente es imposible responder con un enfoque comunitario en salud al COVID-19, sino que al conjunto de crisis de nuestros ecosistemas y esto se debe a que las utilidades pesan más que nuestras vidas. Las sucesivas medidas que va tomando a un ritmo pasmoso el gobierno de Piñera, parecen a ojos incautos, suficientes para afrontar la crisis sanitaria, sobre todo después de haber puesto a disposición el 2% Constitucional, sin tener aún un desglose claro y transparente de dónde salen los fondos y cómo se utilizan, es decir, si lo tomamos desde otra arista, se pone primero a disposición un presupuesto considerable que puede parecer adecuado, pero sin saber realmente las necesidades, sin tener un mapeo claro georeferencial del avance de la enfermedad, debido a que no hay un política concreta de testeos masivos a personas sintomáticas, tampoco se decreta Cuarentena Nacional, porque más allá de las medidas mínimas que toma el gobierno, tarde y mal, hay muchas personas que se ven obligadas a salir y exponerse para buscar el sustento, Covid-19 o no Covid-19. Vidas Humanas desechadas por el sistema, el mismo que muchas veces enarbola las insignias Pro Vida. Los ojos del pueblo no son incautos.
La reacción del gobierno neoliberal y autoritario de Sebastián Piñera, ha sido tarde y mal. Tarde: Reconozcamos que hay un ambiente a serie catastrófica de ciencia ficción clase B, un virus llamado SARS-CoV-2 causante de COVID-19 es detectado en la ciudad china de Wuhan, a finales del 2019. Los coronavirus se emplazan dentro de una importante familia de virus causante de enfermedades que van de leves a graves. Una de las enfermedades más severas es el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS). El 31 de diciembre, las autoridades Chinas informan a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que una nueva cepa de coronavirus se estaba disparando con un brote que avanzaba a gran velocidad, este brote es que conocemos como SARS-CoV-2, luego vimos en vivo y en directo, como si de un programa de televisión de entretenimiento se tratara, como el virus pasaba a Europa, la tardanza en tomar mediadas, las muertes, la crisis y colapso de sistemas de salud públicos con una calidad media bastante superior a nuestra paupérrima realidad, entonces es que como si tuviéramos la ventaja de tener una visión del futuro y no nos hacemos cargo, mejor dicho, las autoridades no se hacen cargo, y las consecuencias las pagan nuevamente las clases trabajadoras, productivas y reproductivas, obligadas a continuar buscando la forma de tener un mínimo sustento, exponiéndose a las peores condiciones sanitarias para afrontar una pandemia dentro de la lógica capitalista de la ganancia y de permanente ajuste, porque que además se encuentra dentro de un momento de crisis global económica, con claros signos de agotamiento bastante anteriores a la propia pandemia.
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La pandemia desajusta y hace caer para siempre la máscara para escena con la que el capitalismo y sus representantes cubren el rostro de su modelito neoliberal, es cosa de analizar los presupuestos en salud y compararlos con, por ejemplo, los presupuestos de defensa, sin contar por estos lares, los sucesivos robos millonarios del erario público cometidos por el Ejercito y Carabineros de Chile, los mismos que hoy manda el régimen a mantener el orden, sin siquiera estar en labores de distribución de insumos sanitarios básicos y en alimentos para quienes más lo necesitan, ni hablar de verlos construyendo hospitales de campaña, acá se arriendan espacios se hace circular el capital, se ven las crisis como oportunidades, aunque las brechas salariales sean humillantes, aunque la pobreza sea una realidad cotidiana que por mucho maquillaje propagandístico del “Oasis Chileno” salta al corazón por las calles de las ciudades y pueblos del territorio, con minorías migrantes que el sacrosanto capitalismo usa como mano de obra barata, prácticamente trabajo esclavo sin lograr tan siquiera integrar en tejido comunitario; o labores informales, vendedores ambulantes, feriantes, prostitución, etc. que no tienen ni la más mínima garantía dentro de los planes economicistas del poder, que pone una y otra vez, la carreta antes que los bueyes.
El principio de realidad y la coyuntura nos lleva a una toma masiva de consciencia anticapitalistas, no solamente, aunque integrándolo como un eje substancial, dese el punto de vista de salud pública, comunitaria y con enfoque en sujetos de derecho, es cierto que la pandemia pone de relieve el fracaso rotundo del sistema frente al buen vivir de los pueblos alrededor del mundo, hemos escuchado todo tipo de vociferaciones de los líderes mundiales, represoras como en China, economicistas como en Chile, un Macron que reaccionó tarde y que ahora se da cuenta de la importancia de los servicios públicos cuando se trata de cuidar el bien colectivo, la salud de todes, ejemplos tragicómicos como los de Brasil, con un peligroso presidente que pasó las primeras semanas con un delirante discurso que expresaba más menos que esto era un complot comunista para paralizar su economía.
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De toda evidencia solo un sistema de salud público unificado puede responder a este tipo de crisis, debemos estar atentos que desesperados, empiecen a aprovechar, desde el control social, con militares en las calles, la pandemia para entrar en procesos de privatización, de momento ya vemos cierto negociado público probado, donde se podrían ir grandes sumas que debieran ser invertidas de forma prioritaria en salud pública. No tenemos ingenuidad, sabes, que como Piñera, los capitalistas ven las crisis, incluso sanitarias y humanitarias, como un negocio, una “oportunidad” que se cimenta sobre nuestras vidas.
Frente a esto, de manera coordinada e internacional, debemos poner los esfuerzos en organizar a todxs quienes quieren salir y superar el capitalismo, a las clases trabajadoras, a todes les precarizadxs del mundo, en función de la tarea política de buscar una alternativa real al descalabro sistémico, con un programa internacional de epidemias, organizado en centros sanitarios de proximidad gestionado democráticamente por el personal sanitario y lxs usuarixs, exigir de una vez por todas programas gratuitos de vacunación para todes, infraestructura médica de calidad y acorde a las necesidades sociales y culturales de cada territorio y sobre todo, desde todas las organizaciones anticapitalistas, exigir con una sola voz, transparencia de las cifras de contaminaciones y cartografías claras de la epidemia.
Por otro lado, hay que subrayar que las relaciones económico-sociales dentro del capitalismo son propicias para el surgimiento de nuevos coronavirus y enfermedades, en un mundo neoliberal globalizado, la salud no es solamente un bien de consumo, sino que se trasforma en herramienta para limitar la catástrofe sanitaria, sin buscar y poner los esfuerzos en las causas fundamentales que crean condiciones para que surjan enfermedades y patógenos, en un mundo donde la industria alimentaria ha creado todo tipo de modificaciones genéticas para acrecentar las ganancias y donde la relación del mercado con la ecología nos está llevando además del colapso sanitario al colapso climatológico.
Debemos desarrollar un programa que tome en cuenta estas nuevas realidades que crea el capitalismo en constante crisis, pensar en desarrollar nuevas relaciones con los recursos, una nueva agricultura respetuosa con la soberanía alimentaria y los pueblos que del territorio donde se desarrollo, para defendernos de futuras pandemias, necesitamos cambiar nuestra relación con los ecosistemas, tener un enfoque agro-ecológico para defendernos de agentes patógenos nuevos, promover el consumo local, cambiar completamente la industria cárnica, regular hasta el mínimo químico que se utilice en agricultura, pensar los recursos forestales como limitados, acabar con el monocultivo, buscar soluciones para tener comportamientos alimenticios saludables y que luchen contra el calentamiento global, todos estos cambios y muchos otros, son inviables dentro de los parámetros en los cuales nos encontramos, por eso la primera tarea es siempre revolucionaria, y es crear y proponer alternativa desde la organización colectiva, feminista, ecosocialista, internacionalista y democrática. Frente a la falta de respuesta racional del neoliberalismo debemos organizarnos y defendernos, debemos contar con nosotrxs, de forma abierta y coordinada para ejercer toda la presión del pueblo y que las medidas vitales, sociales y comunitarias sean la respuesta, porque nuestra salud vale más que sus ganancias, y nuestras vidas son más hermosas que su capitalismo.
Camilo Parada.