Del 4 al 7 de julio asistimos en Chicago a la conferencia Socialism 2019. Luego nos trasladamos a Nueva York. donde nos reunimos con otros activistas y referentes de la izquierda estadounidense. Socializamos algunos debates, desafíos y oportunidades de los revolucionarios en el nuevo movimiento socialista que no deja de crecer en el corazón del imperialismo.
Socialism es la principal conferencia anual de la izquierda estadounidense. A pesar de la reciente disolución de la Organización Socialista Internacional (ISO), que organizó el evento durante años, la misma reunió a más de mil activistas de todo el país y delegaciones de varios países del mundo. Nuestra participación nos permitió conocer en mayor profundidad el proceso social y político que vive el país y reunirnos con activistas de diversos sectores y organizaciones de Estados Unidos y otros países.
Un nuevo movimiento socialista
La política reaccionaria de Trump ha profundizado la polarización social que se desarrolla desde el estallido de la crisis capitalista en 2008 en Estados Unidos y potenciado la radicalización de un sector, especialmente de la juventud. La disputa de Bernie Sanders por la nominación demócrata en 2016 dio expresión política a esta radicalización, originada en los procesos sociales de Occupy Wall Street, Black Lives Matter, Me Too y las oleadas de huelgas docentes de los últimos años.
Después de la campaña de Sanders vino la elección de Alexandra Ocasio-Cortéz a la Casa de Representantes, la de Julia Salazar al Senado de Nueva York y la de seis concejales socialistas en Chicago, entre otros, sumados a la trotskista Kshama Sawant, que había sido electa concejal en Seattle en 2014. La nueva campaña presidencial de Bernie 2020 ha vuelto a movilizar a decenas de miles en todo el país.
Estos triunfos electorales de candidatos que se reivindican socialistas reflejan el surgimiento de un nuevo movimiento socialista en Estados Unidos. The Economist publicó una nota de tapa el año pasado sobre lo que denominó “socialismo milenial”, en la que advertía que más de la mitad de los jóvenes estadounidenses tienen una mejor imagen del socialismo que del capitalismo. Aunque el nivel de conciencia de este movimiento está aún dominado por nociones confusas sobre el socialismo, es innegable que se ha provocado un cambio político de magnitud histórica en el país.
Organizativamente, este movimiento se ha expresado en el ascenso de los Socialistas Democráticos de América (DSA), una organización que contaba con un puñado de militantes y afiliados cuando se sumó a la campaña de Bernie 2016, y hoy se ha transformado en una potencia de unos 5.000 militantes activos y 60.000 afiliados que colaboran de distinta forma. Al interior del DSA conviven diversas interpretaciones del socialismo, orientaciones y corrientes políticas. Predomina una perspectiva reformista y electoral, pero contiene una franja de jóvenes radicalizados, ligados a los movimientos sociales y una discusión interna fluida y dinámica.
¿El retorno de Kautsky?
En el seno de la izquierda estadounidense se desarrolla un debate que refleja esta disputa entre los sectores reformistas y otros más radicalizados. Los primeros buscan reflotar la tesis del viejo dirigente reformista de la socialdemocracia alemana de fines de siglo XIX y comienzos del XX, de que en las democracias burguesas la estrategia para llegar al socialismo es la conquista del gobierno mediante las elecciones.
Argumentan que la vía insurreccional que triunfó en Rusia en 1917 solo fue posible porque se dio contra un Estado autocrático, y que ha sido un error histórico de la izquierda querer trasladar ese modelo a países con regímenes democrático-burgueses, en los que el Estado goza de una extendida legitimidad entre los trabajadores.
Los nuevos kautskistas, sin embargo, omiten algunas cosas fundamentales. En primer lugar, que la legitimidad del Estado en las democracias burguesas se esfuma rápidamente en las inevitables crisis agudas del capitalismo. Y que cuando sucede esto, si no triunfa una revolución, muchas veces es el fascismo el que destruye la democracia parlamentaria y toma el poder. La experiencia del socialismo electoral a la chilena de Salvador Allende y su final trágico en manos de Pinochet es un ejemplo entre muchos de adonde conducen estas viejas ideas. Hoy, sin llegar a ese desenlace, lo que predomina en el mundo es la crisis de los regímenes democráticos, la polarización y el fortalecimiento de alternativas por izquierda y derecha que expresan el rechazo al establishment político.
En segundo lugar, que mientras la vía electoral al socialismo, tantas veces reciclada, no nos ha brindado un solo ejemplo en toda la historia de un avance anticapitalista, las revoluciones insurreccionales -aunque conducidas por direcciones burocráticas no revolucionarias que impidieron que avanzaran hacia un verdadero socialismo- llegaron a expropiar a la burguesía en un tercio del mundo.
Finalmente, que cuando se producen crisis revolucionarias, una fuerte organización revolucionaria resulta indispensable para que triunfe la revolución. Para los objetivos de la vía electoral kautskista, alcanza con organizaciones socialistas amplias como el DSA. Para una perspectiva revolucionaria, sin embargo, aunque puede ser lícito participar en agrupamientos amplios en determinados momentos, lo que los revolucionarios no pueden abandonar jamás es la estratégica tarea de mantener y construir su propia organización.
La disolución de la ISO y el futuro de la izquierda revolucionaria
Socialism fue organizada durante años por la ISO, una de las principales agrupaciones trotskistas estadounidenses de las últimas décadas. La conferencia del año pasado estuvo cruzada por el debate de esa organización sobre cómo responder al monumental cambio político que sacude el país y cómo relacionarse con el DSA y el movimiento socialista en general desde su histórica posición contra apoyar candidatos que se presentan en las internas demócratas.
Trágicamente, la negativa de la vieja dirección a readecuar la táctica política para mejor intervenir en el nuevo movimiento socialista que surgió por fuera de la ISO y la utilización de métodos burocráticos que impidieron un debate fraternal provocaron una crisis y un brusco recambio de dirección que al combinarse con la denuncia de un caso de abuso sexual mal manejado por la dirección anterior, terminó en la desmoralización de la militancia y la disolución del grupo en abril. La conferencia de este año fue organizada por la editorial Haymarket, la publicación Jacobin y el DSA.
Cientos de ex militantes de la ISO igualmente se reunieron en la conferencia para discutir los próximos pasos a seguir. Gran parte de ellos siguen interviniendo en las luchas y movimientos sociales y políticos en sus ciudades; muchos de ellos se han afiliado al DSA.
El debate central que los atraviesa es cómo organizarse en el próximo período: ¿Hay que asimilarse al DSA? ¿Hay que reorganizar un grupo que se oponga por principio a participar en el DSA y toda campaña en las listas demócratas? ¿Hay que reconstruir una organización revolucionaria con mayor flexibilidad táctica?
Desde la Liga Internacional Socialista opinamos que, más allá del debate táctico sobre cómo relacionarse con el DSA y el movimiento socialista o cómo intervenir en los procesos electorales, es fundamental para los compañeros de la ex-ISO, de otras organizaciones revolucionarias y sin organización, buscar la forma de que los revolucionarios construyan una organización propia en Estados Unidos. De esto va a depender la posibilidad de encarar los desafíos, aprovechar las oportunidades y ofrecer una salida revolucionaria a la debacle del capitalismo en el próximo período. Desde la LIS, nos proponemos ayudar en esta tarea estratégica.
Alejandro Bodart y Federico Moreno, Liga Internacional Socialista (LIS-ISL)