Resultados de las primarias. Triunfo de Jara (PC), entre el desencanto del oficialismo y el avance de la derecha

Jeannette Jara, militante del Partido Comunista y exministra de Trabajo, se impuso con holgura en las primarias del oficialismo y será la candidata presidencial que enfrentará a la derecha en noviembre. Con el 99% de los votos escrutados, Jara alcanzó un sólido 60%, muy por encima de Carolina Tohá (28%), que enmarcó una dura derrota de la ex Concertación, y de Gonzalo Winter (9%), cuyo resultado confirmó el fracaso del Frente Amplio. La jornada estuvo marcada, además, por una participación sorprendentemente baja, que apenas llegó al 9% del padrón electoral. Primeros análisis y perspectiva del nuevo momento político.

Por J. M, Movimiento Anticapitalista

Lo que dejaron las primarias

Realizadas las primarias del progresismo neoliberal, Jeannette Jara, militante del Partido Comunista, ha sido elegida este domingo como la abanderada que competirá en noviembre. Con el 99% de las mesas escrutadas, la militante del PC, abogada y exministra del Trabajo en el gobierno de Gabriel Boric, obtuvo un contundente 60% de los votos. Muy por detrás quedó la representante de la ex Concertación (Socialismo Democrático), Carolina Tohá, también exministra, quien alcanzó un 28%, mientras que el diputado Gonzalo Winter, representante del Frente Amplio, sumó apenas un 9%. En el último lugar se ubicó Jaime Mulet, de la Federación Regionalista Verde Social, con un 2,7%.

La nominación de Jara constituye un momento histórico para el Partido Comunista: es la primera ocasión, desde el retorno a la democracia en 1990, en que logra impulsar a una candidata propia hacia La Moneda con el respaldo formal de todo el bloque denominado de centroizquierda. Este resultado supone, además, un duro revés para Socialismo Democrático con Carolina Tohá, mientras que el Frente Amplio sostiene una caída electoral constante que en estas elecciones ratificó la desafección con el candidato del partido del presidente Boric.

El escenario estuvo marcado por una participación baja: apenas 1,4 millones de personas acudieron a las urnas. Aunque la votación era voluntaria, excepto para militantes de partidos que no participaron en las primarias, la cifra final quedó incluso por debajo de los escenarios más pesimistas. Solo un 9% de los 15 millones de electores habilitados se presentó a votar. A modo de comparación, en las primarias de 2021, en las que se enfrentaron Gabriel Boric y Daniel Jadue, participaron 1,7 millones de personas, a pesar de que en aquella ocasión solo se midieron dos candidatos.

El umbral de participación era visto como un indicador clave por el oficialismo, que esperaba superar al menos ese antecedente para probar su capacidad de movilización, mostrar cohesión y dar señales de fortaleza frente a la derecha, que este año competirá con tres candidaturas en la primera vuelta del 16 de noviembre: Evelyn Matthei, representante de la derecha tradicional agrupada en Chile Vamos; José Antonio Kast del Partido Republicano, que ha girado a moderar su discurso en la contienda con Matthei; y Johannes Kaiser, abanderado de la ultraderecha del Partido Libertario.

El resultado electoral evidencia el desgaste de una coalición que llega debilitada tras más de tres años de mandato de Gabriel Boric. Lejos de consolidar un nuevo espacio político a nivel nacional, el oficialismo expresó en las primarias y en la campaña que le antecedió un delicado equilibrio por quién encabezaría el bloque. La escasa participación refleja el costo de haber optado el gobierno de Boric por dar continuismo a las políticas neoliberales, alineándose tras un gabinete integrado por la mayoría de la vieja Concertación, decisiones que indudablemente apostaron a la polarización electoral que toma posesión discursiva la derecha y, a la vez, desgastando el relato del Frente Amplio sobre los cambios que promovió en su llegada al poder, sumando decepción sobre el proyecto.

Este proceso abrió un nuevo momento político a nivel nacional que se enmarca en una situación mundial marcada por el avance de la ultraderecha, crisis económica y guerras, donde la polarización social y política se acrecienta. Inscrito en dicha dinámica, los más golpeados fueron quienes son identificados por el continuismo de las políticas de transición, aunque la candidata del Partido Comunista mantuvo relativa ambigüedad y lejanía de su propio partido para canalizar una voz ligada a figuras como Bachelet y oscilar con someras críticas sobre algunas medidas del gobierno.

La designación de Jeannette Jara como candidata presidencial del oficialismo ha sido bien recibida por los mercados. Este lunes, el peso chileno mostró un fortalecimiento frente al dólar estadounidense, y el principal indicador bursátil del país, el S&P IPSA, experimentó un alza del 0,18%, reflejando un ánimo positivo entre los inversionistas tras la definición de la candidatura.

El Partido Comunista, entre consolidar su integración al régimen y sus debates

El discurso del Partido Comunista aún logra atraer a un sector del electorado que mantiene su rechazo al modelo neoliberal. Sin embargo, Jeannette Jara se presenta al mismo tiempo como una figura moderada y responsable para el gran capital, capaz de construir amplios acuerdos nacionales y garantizar la gobernabilidad, incluso frente a un Congreso que podría quedar bajo control de la derecha. Su protagonismo en la aprobación de reformas clave como la ley de 40 horas y la reforma de pensiones (fortaleciendo las AFP) le ha permitido proyectar una imagen confiable para el gran empresariado, planteando un giro discursivo al centro en busca de abanderar aquel sector que encontraba su voto en la vieja Concertación.

En ese recorrido, durante la campaña, atravesó varios debates internos que derivaron en intercambios públicos con Lautaro Carmona, presidente del PC, cuando planteó la posibilidad de impulsar un nuevo proceso constituyente en un eventual gobierno de ella o la integración de Daniel Jadue a su comando. En ambos casos, la candidata salió a desmentir con firmeza esas posiciones, reforzando su estrategia de presentarse como una figura para el centro político. En esa misma línea, insistió: «Si soy elegida candidata a la Presidencia y luego Presidenta, el gobierno lo voy a conducir yo, como Presidenta; el mandato se lo otorgan las personas a quienes eligen». Tras la elección del domingo, una vez más surgieron las voces de posibilidad incluso de renuncia al PC para aunar al conjunto de Socialismo Democrático y el FA en una misma lista en todos los frentes electorales, relato que los voceros del PC han dejado fluir sin descartarlo.

Sin embargo, esta tensión es solo la expresión más visible de una trayectoria que el PC ha seguido durante años en la integración como pilar central del régimen, no solo por su rol en las dirigencias sindicales y sociales como dique de contención en las movilizaciones, sino también por el posicionamiento directo en el diseño de gobiernos desde el retorno a la democracia, un movimiento que define la actual dinámica como quienes encabezarán la carrera presidencial. Este proceso consolidará al PC en dicha integración, acelerando tensiones y, a la vez, asumiendo una posición que los vincule al centro político en un momento de alta polarización con una derecha que crece en intención electoral, mientras que el proceso interno del bloque oficialista no descarta debates y desvinculaciones para no quedar atrás de una “comunista”, tal como ya lo habría expresado el economista del PS Oscar Landerretche o, como se mantuvo en un creciente discurso “anticomunista” en los debates presidenciales de la mano de la derrotada Tohá. Una tensión que empujará en esta orientación estratégica del PC.

Un nuevo momento político y sus desafíos

La derecha ya ha comenzado a desplegar un discurso abiertamente “anticomunista”, haciendo lo mismo que en primera vuelta sectores de la ex Concertación y actores de la política tradicional; se intensificará esa campaña a nivel discursivo y también abre posibilidades en el bloque progresista neoliberal de acomodar piezas en la búsqueda del parlamento utilizando esta estrategia.

Con la victoria de Jara, Evelyn Matthei (Chile Vamos) buscará atraer a aquellos votantes reacios a apoyar a una representante del PC. De cualquier modo, la presencia de Kast con Kaiser presionando y Jara en la papeleta de noviembre anticipa una campaña presidencial altamente polarizada dentro del contexto del régimen. En este escenario, Matthei intentará consolidarse en un centro político capaz de atraer a un electorado obligado a votar desde 2022 y que podría inclinar la balanza en la definición final.
Según la última encuesta Cadem publicada el mismo día de las primarias, Evelyn Matthei sufrió una fuerte caída de nueve puntos, quedando en un 10% de preferencias, mientras que José Antonio Kast ascendió por primera vez al primer lugar, alcanzando un 24% de intención de voto.

Estará por verse cómo se desarrolle el proceso electoral que implicará un constante desafío y análisis desde la izquierda revolucionaria, ya que el discurso anticomunista viene de la mano con medidas represivas, antiderechos y reafirmación del modelo económico en una situación en que el dial político está corrido a la derecha, impregnando al conjunto de los representantes del régimen, mientras que la polarización a nivel político no encuentra lugar en una representación por fuera de las viejas variantes.

Las medias tintas del progresismo han fortalecido a los Trump y Milei del mundo, que nos llevan cada día más a la barbarie y guerras, demostrando que gobernar al ritmo del neoliberalismo abre espacio para estas variantes que se postulan en la polarización y crisis. Si el PC continúa su senda de adaptación al centro, contribuirá a esta dinámica.

Hoy el triunfo de Jara abrió expectativas en un sector social importante con el cual queremos compartir estas reflexiones y debates, planteando que necesitamos impulsar una tarea doble, ya que combatir el avance de la derecha va en sintonía con construir una alternativa que represente una verdadera izquierda revolucionaria, el único freno al desastre que impulsa un modelo que nada tiene que ofrecer; hay que dar vuelta todo sin titubeos. En ese camino nos encontramos como organización.