La situación en Palestina es dramática. Cerrar los ojos ante la masacre en curso o intentar encontrar cualquier tipo de argumento que la justifique no solamente es una impostura ética, sino también una clara complicidad con los asesinos sionistas y sus socios imperialistas.
Por Camilo Parada
Hace 75 años, las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial daban inicio al proyecto colonial sionista con la fundación del Estado de Israel sobre los territorios de una Palestina ocupada. Esta idea original se fundaba en una macabra quimera en base a la repartición de los nuevos territorios para la influencia de los países imperialistas. Si bien en un inicio se “justificó” con la posibilidad de un Estado para el pueblo judío, originándose la idea inviable de dos estados en un mismo territorio, Palestina e Israel, en la práctica esto dio origen a una tenaz política de colonización, ocupación, despojo y limpieza étnica llevada a cabo por Israel, desencadenando una serie de atrocidades y crímenes de guerra contra el pueblo palestino para fundar un Estado gendarme para los pueblos de la región.
Este proceso ha resultado en la eliminación sistemática de derechos políticos, sociales y culturales para el pueblo palestino, despojando a los habitantes originarios de sus tierras, del agua, de los olivares, de una historia y cultura enraizada en las tierras del oriente mediterráneo. Además, se estableció un régimen de apartheid que ha avanzado con la situación actual y con el intento de exterminio total por las políticas de Netanyahu que hemos visto en los últimos meses.
Genocidio en marcha, complicidad capitalista
Hoy en día, la urgencia radica en poner freno al genocidio sionista en Gaza y los territorios ocupados, así como a la terrible crisis humanitaria que ello conlleva. Esta crisis, teniendo en cuenta las complicidades imperialistas, especialmente de Estados Unidos y Europa, no es otra que la crisis de la humanidad entera. La llamada comunidad internacional, la ONU y numerosos gobiernos y corrientes políticas han insistido en la necesidad de que puedan existir dos estados independientes que compartan los territorios de Palestina. Sin embargo, ¿es esto verdaderamente posible?
Hace 75 años, desde la creación por parte de las potencias del Estado de Israel, este último no ha hecho más que usurpar tierras palestinas, demostrando en la práctica la inviabilidad del proyecto de dos estados. Este proyecto, a la postre, significa dar vía libre a aquellos que tienen el monopolio de la violencia en la región, es decir, Israel, para aplastar y masacrar al pueblo palestino, con el apoyo militar de las grandes potencias imperialistas.
Las recientes atrocidades cometidas en Gaza, como lo que ocurrió durante la madrugada del 7 de octubre, demandan una investigación independiente para juzgar a los responsables y romper relaciones políticas y comerciales con el Estado genocida de Israel. Sin embargo, es crucial comprender que estos actos son síntomas de una problemática mucho más profunda que se remonta a la creación misma del Estado de Israel.
Colonialismo y exterminio
La raíz de la violencia radica en décadas de colonización, ocupación y asedio. «Cuando se fundó en 1948, el Estado de Israel arrasó cientos de aldeas palestinas, asesinó a miles, expulsó a cientos de miles y robó sus tierras, incluso un 20% más allá de la partición. Además de este genocidio, la Nakba para los árabes, nunca aceptó el retorno de los refugiados palestinos»[i]. El gobierno de ultra derecha de Netanyahu, quien anterior al ataque de Hamas de octubre, estaba siendo cuestionado por graves hechos de corrupción, se opone por todos los medios a la idea de un Estado palestino, usando cualquier justificación para bombardear y seguir ocupando territorios, con una clara táctica militar de limpieza étnica: «Aunque no está definida explícitamente como un crimen independiente según el derecho internacional, la limpieza étnica incluye actos que son graves violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario y que pueden constituir crímenes de lesa humanidad, genocidio o crímenes de guerra«[ii].
La situación es ciertamente de una complejidad inabordable en un solo artículo, debido a una realidad política en el mundo árabe que se interconecta con la crisis global del capitalismo, los neocolonialismos y los conflictos inter-imperialistas. Además, existe una realidad político-social donde las grandes mayorías están sometidas a regímenes dictatoriales, autoritarios e imposiciones confesionales, así como países títeres de intereses económicos. Estos regímenes perpetúan el saqueo de sus propios territorios en beneficio de los intereses de potencias extranjeras y antiguas colonias. En nuestra revista internacional Revolución Permanente desarrollamos un número especial con relación a Palestina en dónde abordamos a fondo debates históricos y actuales.
Es fundamental, desde la izquierda revolucionaria, reconocer que la clase trabajadora árabe tiene el potencial de liderar una lucha antiimperialista y democrática esencial para la liberación de toda la región, buscando la recuperación de los bienes comunes para el beneficio de la población, y no de las grandes corporaciones mundiales. El llamado conflicto Israel-Palestina no es ajeno a este contexto geopolítico. Pretender que se trata de una confrontación religiosa o un choque cultural es imponer un relato unilateral y ciertamente una falacia. Es imposible caracterizar la situación sin tomar todas las aristas y contradicciones en consideración.
Este 23 de marzo en todo el mundo: ¡Del río al mar, Palestina Vencerá!
La solidaridad internacional desempeña un papel crucial en este escenario y en la lucha por la liberación del pueblo palestino. Esta solidaridad debe ir acompañada de una movilización permanente, así como del boicot a productos, inversiones y negocios israelíes, como herramienta efectiva de presión, tal como nos ilustran las y los compañeros del movimiento BDS. Chile tiene una responsabilidad significativa en este aspecto, considerando sus relaciones militares con Israel y la compra de armas. Es por eso que, desde el Movimiento Anticapitalista, hacemos un llamado para exigir en todas las instancias posibles el fin de relaciones diplomáticas, militares y comerciales, como un mínimo ético y para presionar a los criminales de guerra a poner fin a las operaciones genocidas en Gaza.
Según las propias autoridades palestinas y los medios occidentales, las cifras del genocidio hasta el día de hoy se elevan a 31.923 ‘mártires y 74.096 heridos, antes de denunciar que «a ocupación israelí cometió diez masacres» durante el último día, con 104 fallecidos y 162 heridos”[iii]. La demostración del gobierno solo ha sido simbólica en su posicionamiento contra los crimines del Estado de Israel, La movilización social es crucial para exigir la ruptura definitiva.
Nuestra posición, la de la Liga Internacional Socialista, la de nuestras compañeras y compañeros en Oriente Medio, es la lucha inquebrantable por una Palestina única, laica, no racista, democrática y socialista, que recupere todo su territorio previo a 1948. Tenemos plena conciencia de que este objetivo solo puede ser alcanzado superando los marcos del sistema capitalista. Es por esto que la lucha de solidaridad por Palestina no está separada de la lucha por transformar todo un sistema de opresiones. Es imperativo, por tanto, buscar una ruptura con el capitalismo y trabajar hacia una revolución socialista local, regional e internacional.
Sin embargo, la lucha internacionalista por el derecho a la resistencia contra los genocidas y por la libre autodeterminación debe ir acompañada de medidas transicionales, como el derecho al retorno de las y los refugiados palestinos, que merecen regresar a su tierra ancestral y recuperar sus legítimos derechos.
Reiteramos el llamado a la solidaridad y la movilización internacional como herramienta fundamental en la lucha por la emancipación de Palestina. Es necesario mantener una postura combativa, sin sectarismos ni oportunismos, y estar abiertos a todos los movimientos que buscan genuinamente la justicia y la libertad para el pueblo palestino, sin caer en divisiones que solo sirven para debilitar este importante impulso de solidaridad contra el genocidio sionista.
Desde el Movimiento Anticapitalista, que lleva en su ADN el anticapitalismo y el internacionalismo, nos sumamos y nos ponemos a disposición de la convocatoria para marchar el 23 de marzo en Santiago y varias ciudades de Chile. Seguiremos impulsando la solidaridad desde la movilización, las campañas internacionales y los llamados de nuestros camaradas palestinos, libaneses, sirios y demás que forman parte de la LIS, nuestra organización internacional.
[i] Única, laica, no racista, democrática y socialista. Palestina: ¿cuál es la salida de fondo? Pablo Vasco. https://mst.org.ar/2023/10/26/unica-laica-no-racista-democratica-y-socialista-palestina-cual-es-la-salida-de-fondo/
[ii] Estudio conjunto sobre la contribución de la justicia de transición a la prevención de las violaciones manifiestas y los abusos de los derechos humanos y las violaciones graves del derecho internacional humanitario, incluidos el genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad, y su repetición. https://www.ohchr.org/es/special-procedures/sr-truth-justice-reparation-and-non-recurrence/joint-study-contribution-transitional-justice-prevention-gross-violations-and-abuses-human-rights
[iii] https://www.europapress.es/internacional/noticia-autoridades-gaza-elevan-mas-31900-palestinos-muertos-ofensiva-israel-20240320104329.html