A la militancia comunista: Romper la trampa del posibilismo. Recuperar nuestro derecho a pelear por transformar todo 

El gobierno de Apruebo Dignidad se volvió tan rápidamente una “Concertación 3.0” que la vuelta aún no se procesa del todo en un amplio sector de la juventud y los sectores populares que apostaron a una renovación profunda y real luego de haber puesto en jaque el dominio de la partidocracia (con su pata carabinera) de los “30 años”. Boric y su gabinete, junto a la plana mayor de los partidos que forman el conglomerado de gobierno han demostrado en estos meses que cualquier ropaje rebelde o juvenil fue dejado en las puertas de La Moneda y el camino que pretenden transitar no es otro que el de la reconstrucción de un régimen político y económico neoliberal en el contenido y también en muchas de las formas. La pregunta que le proponemos hacernos a las miles de compañeras, compañeros y compañeres con quienes nos rebelamos en aquel octubre de 2019, con quienes batallamos por una nueva Constitución que le ponga fin a los “30 años” y abra el camino a un nuevo Chile, en particular a esa juventud comunista, es: ¿nos sometemos a las cúpulas que proponen qué el único camino es acordar con la derecha en la medida de lo posible o peleamos por nuestro derecho a transformar todo? 

Por Camilo Parada y Martín Carcione, Movimiento Anticapitalista – LIS

Reconstruyen la dictadura del capital sobre nuevos parámetros 

El primer punto para empezar a responder esas preguntas tiene que ver con desentramar cuál es la estrategia del gobierno, que la dirección del Partido Comunista, con alas más “críticas” o menos, acompaña y propagandiza.

Desde nuestro punto de vista, lejos de avanzar por el programa, ya limitado en sus orígenes, que le dió nacimiento a Apruebo Dignidad, la asunción del gobierno por parte de las cúpulas partidarias a provocado una asimilación completa a la estrategia reformista de la Concertación 3.0. Un avanzar acordando, metidos hasta los entrañas en la institucionalidad y respetando los “poderes establecidos”, con lo peor de la derecha. Este andar, que ya provocó la derrota en el plebiscito de salida, que viene mostrandose estéril para desarrollar el proceso constituyente y que solo ha servido para garantizar un ajuste sobre las mayorías trabajadoras que no había consolidado ni el mismo Piñera. Existe una inflación que no cesa y golpea fuertemente a los salarios, se eliminaron los IFES y redujeron las partidas sociales, se anunciaron alzas en las matrículas universitarias , se sostienen las AFP con su esquema de ganancias descontroladas y pensiones millonarias, se avanzó con el TPP 11 (aún sin las pobres poco efectivas Side Letter) y si nos adentramos en el terreno social y político encontraremos además, la continuidad de la brutalidad de carabineros en cada represión, ya sea ante la protesta urbana o en los territorios del Wallmapu. Es decir, lejos de desmontar los principales resortes económicos, institucionales y de control del capital, los mismos que se consolidaron en la transición y estuvieron al servicio de la construcción de un país entregado por completo al gran capital, se los ha cubierto de un ropaje pseudo progresista con gestos plagados de guiños a los más poderosos. 

Por este camino lejos estamos de avanzar a un “nuevo Chile” más bien se ha colaborado activamente al robustecimiento de una derecha más agresiva. 

Lamentablemente, esta experiencia no se guarda en los límites de nuestro país, la encontramos en los demás países del continente, donde los progresismos extractivistas, con fuertes rasgos represivos y con relaciones estrechas con Estados Unidos y los organismos multilaterales de crédito como el FMI ponen en duda la definición de progresistas. Quizás la única razón por la que pueden usar ese mote tenga que ver con que el propio resultado de estas gestiones despegadas de los intereses de las mayorías le ha dado aire también a “nuevas” derechas más osadas y violentas. 

Amor por los sillones y desprecio por la organización popular 

Otro rasgo característico de la conducción del Partido Comunista en todas sus alas tiene que ver con la fusión completa y total con sus “responsabilidades” en la gestión del Estado capitalista y el paso de sus roles como dirigentes de sectores de masas y muchas veces representantes de esos sectores a representantes de las instituciones que sostienen la “república” burguesa, aquella que encuentra aún en la Constitución pinochetista su marco general. Vale decir que esta adaptación a la gestión del Estado no es nueva, sino que se ha tonificado con la llegada al poder, pero hace muchos años que los cargos y la actividad electoral guían los destinos de las y los principales dirigentes del centenario partido que lleva en su nombre la pelea por otra forma de organización social pero parece haberla dejado por completo allí. ¿Qué pensarán las jóvenes generaciones de comunistas cuando ven a los referentes más “radicales” del PC como Daniel Jadue, explicar que frente a los cuestionamientos de la derecha lo mejor sería tomar la misma postura que frente al Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, no firmar acuerdos y esperar a ver que sucede? Peor aún, que pensaran cuando el pacto de todas maneras se firma por el PC y el mismo Jadue lo defiende como el camino posible.

Nada de enfrentar al enemigo, nada de buscar fortalecer las instancias de autoorganización popular, nada de cuestionar el orden establecido. ¿Qué tiene que ver con la lucha por el comunismo la administración año tras año de alguna municipalidad y unos cuantos escaños en las distintas instancias parlamentarias? ¿Como se tolera desde la combativa juventud que sin dudas fue y es parte de las movilizaciones secundarias y sigue al Partido Comunista, las declaraciones de la vocera Camila Vallejo defendiendo el status quo y que tiene aún centenas de jóvenes en prisión, que otorgó miseria de aumento en las becas y sostiene la educación arancelada? ¿Las y los trabajadores comunistas, que dejaron su sudor y su sangre en la Plaza de la Dignidad para que se vaya el asesino Piñera y hoy lo ven posar sonriente en los homenajes, no se cuestionan que su dirección sindical y política no mueva un dedo por sus derechos? 


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¿Qué piensan las y los compañeros de las ilusiones que siembra la ex Constituyente Barbara Sepulveda, cuándo dice “No es un acuerdo perfecto, pero ninguno iba a serlo. El proceso debe continuar porque Chile aún necesita una Constitución que supere al Estado subsidiario, consagre derechos sociales, avance en igualdad y paridad de género y proteja el medioambiente. Además se hará en paridad”? Cuándo el acuerdo alcanzado con la derecha no garantiza ninguna de esas conquistas, todo lo contrario tiene el objetivo justamente de otorgarle a estos garantías de continuidad de los principales pilares del sistema de explotación y saqueo.

Como anticapitalistas, nos vemos en la obligación de llamarles compañeres a que repasemos esta situación y repasemos juntos y juntas las lecciones de la historia, que nos grita a cada minuto que jamás ha sido posible derrotar a la derecha cediendo a sus reclamos, que nunca las clases populares hemos recibido por caridad lo que nos corresponde por derecho, que los mismos que no dudaron en bombardear La Moneda no han cambiado en sus intenciones y que toda lucha que no vaya en el sentido de terminar con este orden termina indefectiblemente en una cuenta que pagamos las mayorías, muchas veces con nuestras propias vidas. 

Nuestro derecho a ir por todo es además el mejor de los caminos posibles para conseguirlo

Aquellas y aquellos que se han adaptado a lo que viven cotidianamente generalmente lo hacen porque su realidad les garantiza una vida que prefieren no perder, que trabajan por sostener. Los privilegios para un puñado de burócratas y funcionarios de la continuidad son el “gasto” que el sistema destina a su propia supervivencia, pero eso no alcanza para todos y todas, es un pago para quienes se encargan de que el resto creamos que no es posible otra vida. Algunas veces, como aquel 18 de octubre del 2019, la rabia puede más y el estallido pone a la orden del día una imagen del futuro que, lamentablemente no vino acompañada de las herramientas necesarias para transformar la en realidad, entonces retrocedemos, pero es fundamental que aprendamos de este proceso, pues nuevos estallidos vendrán y eso es inevitable, pero si no trabajamos por una herramienta política que sepa darle curso a esa fuerza en un sentido transformador, nuevamente el funcionariado de turno podrá imponerse, con sus calculos, sus maniobras y su política de color rojo y contenido amarillo y contenedor. 

Esa es una importante tarea del momento entonces que nos proponemos hacer en común sin sectarismos con todas y todos aquellos que sienten, que ven y que entienden que algo está mal en las acciones del viejo Partido Comunista y su dirección. Aquellos que se acercaron a la idea de asaltar los cielos y que la tierra sea el paraíso, la patria de la humanidad y no soportan el andar de oficinista del partido que supo inspirar a la humanidad otro futuro posible, recuperando así el hilo rojo que nos deja uno de los fundadores del movimiento obrero chileno, Luis Emlio Recabarren. 

Seguro tendremos visiones distintas sobre muchos temas, seguro muchos prejuicios que habrá que desterrar pacientemente y con debate, pero seguro también que si lo que buscamos es poner nuevamente en marcha toda la fuerza de nuestro derecho a la rebelión, si lo que queremos es transformar todo y hacer verdad aquellos viejos himnos que retumbaban en las grandes alamedas, nuestro camino debe ser de unidad por la base y de rechazo al camino de estas direcciones acomodadas y reformistas. 

Tomemos el camino del debate común, atrevámonos a poner en pie una agenda de las mayorías y sentemos las bases de un nuevo partido verdaderamente anticapitalista y socialista, un partido que se nutra de las tradiciones de lucha de nuestros pueblos y también de sus enseñanzas históricas, un partido cuya estrategia no sea la de pertenecer a la nomenclatura y el funcionariado, sino derribar el modelo neoliberal y extractivista para abrir camino a un nuevo Chile anticapitalista, feminista y profundamente ecosocialista, un Chile de las y los trabajadores, las mujeres, la juventud y los pueblos. 

Hagamos este sueño realidad en común, desde el Movimiento Anticapitalista y la Liga Internacional Socialista en todo el mundo, estamos a disposición de lograrlo.