Por Martín Miranda, Movimiento Anticapitalista
Como ya lo analizamos en notas previas, las elecciones del 15 y 16 de mayo provocaron en nuestro país un verdadero terremoto político, golpeando fundamentalmente a la derecha gobernante y también al otro pilar fundamental del régimen de los “30 años”: la ex concertación. En los últimos días asistimos a la onda expansiva de esa bomba.
Las inscripción a las primarias presidenciales a realizarse en julio, pusieron de manifiesto la magnitud de la crisis, con frentes que se construyeron y demolieron en cuestión de horas, renuncias y fundamentalmente el reflejo de la profunda crisis y desorientación que sacude a la clase dominante.
La película del régimen: del terror a la comedia absurda
Chile Vamos (UDI, RN, PRI, Evopolis) y Unidad Constituyente (PS, PPD, PR, PDC, PRO, CIU) son los nombres, o al menos lo eran hasta las últimas horas, de los conglomerados que hegemonizaron la política chilena de los últimos 30 años. La derecha y la centro izquierda, los encargados de la transición dictadura-democracia sosteniendo. Pero la teleserie no finalizó ahí, «retorno» del PS al centro generó revuelo en el conglomerado de “izquierda”, Revolución Democrática, el partido fuerte del FA, puso el grito en el cielo y salió a pedir que se acepte a todos en la interna, actuando como los mejores representantes de la burguesía y el régimen. El PC confiado en sus posibilidades y leyendo quizás de mejor manera la coyuntura se mantuvo firme en vetar a los socios indeseables del “Partido de Allende”, no se trata de principios, todos ellos compartieron gobierno en la Nueva Mayoría, pero los tiempos han cambiado o los pilares fundamentales del modelo capitalista, instalados a sangre y fuego por Pinochet y sus Chicago Boys. Lejos de sus días de “gloria” son hoy los receptores fundamentales del castigo político que una amplia mayoría social, primero en las calles durante las jornadas revolucionarias de octubre del 2019 y ahora en la urnas, con un castigo contundente y que no deja dudas sobre la ruptura de masas que se ha producido en el país con el régimen político, sus instituciones y partidos, pero también con lo que estos han defendido a nivel económico, social y ambiental.
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La bomba electoral del último fin de semana ha demolido esa estructura corriendo el dial político a la izquierda y provocando una profunda desorientación y crisis, fundamentalmente de aquellos sectores que se consideran el “centro”, la ex concertación. El golpe central sacude por supuesto a la derecha “tradicional”, pero con la particularidad de que no tiene muchos caminos más que profundizar su curso y y reagruparse sobre sus sectores más radicales y algunas “caras nuevas” apostando a que la polarización les permita recomponerse, o acaso no ha sido el negocio más rentable, en el marco de su crisis, para la burguesía en Ecuador y Perú por solo mencionar dos ejemplos.
No se trata de minimizar el efecto de este golpe, que es sin duda lo que dinamiza al conjunto de la situación porque se trata ni más ni menos que del aparato gobernante, sino más bien de entender que asistimos a la desaparición del centro político (su corrimiento a izquierda) y al derrumbe de partidos históricos.
Si esto empezó como una película de terror para la burguesía el 16 por la tarde, se convirtió en las últimas horas en una comedia absurda de enredos, donde el país entero se ríe de los sectores a los que ellos apostaban para controlar la inestable y radicalizada situación.
Que si, que si, que no, que no
Dos horas duró la intención anunciada por el Partido Socialista de sumarse a unas primarias generales con el PC y el FA. Desde las primeras horas del miércoles 19, las “comisiones políticas” de la DC, el PS y los demás partidos de la ex concertación debatían frenéticamente la situación y los pasos a seguir. Para actuar sobre el Partido Socialista, el más tensionado del conglomerado, los primeros anuncios de sus aliados apuntaron a bajar sus candidaturas para sostener a Narvaez, la candidata socialista. La acción de la burguesía para evitar que sus principales cartas de recambio puedan quedar en un conglomerado con alto protagonismo del Partido Comunista transformaron el resto del día en un circo que expuso a la política tradicional con todas sus miserias ante el movimiento de masas, o mejor dicho lo siguió exponiendo.
En las horas siguientes, el conglomerado de centro se rompió y el PS anunció un acuerdo con el PC y el FA para realizar las primarias “amplias” de la oposición, el acuerdo duró lo que tardaron en movilizarse a firmarlo entre una sede partidaria y la otra. Insólito, ridículo y sobre todo la muestra de la desorientación y la decadencia de la política tradicional.
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Finalmente y luego de horas de declaraciones cruzadas, el PC-FA presentó su interna donde Jadue y Boric, el firmante del pacto por la paz, competirán por la candidatura del espacio y el centro se quedó sin primarias y atravesando una profunda crisis, con la estratégia de quizás lograr con la candidatura única de Narvaez logren pelear por una salida más digerible para la burguesía y el modelo. La última nota de color de la teleserie la dio el presidente del Partido Radical, que llegó con sus papeles al Servel y esperó en vano que sus compañeros de conglomerado llegaran a inscribir las primarias, cosa que nunca sucedió. Bizarro, pero muy gráfico de los tiempos que se viven en las alturas.
Terminar con el circo y aprovechar el terremoto para construir una alternativa independiente
El decadente espectáculo de la política tradicional, que no excluye al PC-FA que buscan simplemente aprovecharse del giro a izquierda para capitalizarlo, no puede ocultar que ha emergido una fuerza real, difusa y desorganizada, con pocos enlaces orgánicos con su base social, pero potencialmente muy importante.
Se expresó en las votaciones a las listas independientes y de izquierda en las últimas elecciones, se viene expresando en las calles con altibajos pero sin desaparecer. Algunas de las características de esta fuerza son profundamente positivas: rechazo al régimen, sus partidos e instituciones, apoyada en las mayorías populares, con gran protagonismo del movimiento ambiental y feminismo, con expresiones políticas concretas y algunas definiciones de principios interesantes.
Algunos de sus contrarrestantes: un programa poco claro, fundamentalmente en el sentido de provocar cambios profundos en el modelo económico y social del país, como poco peso orgánico en las organizaciones de base obreras y populares y direcciones políticas pequeñas mayormente sectarias u oportunistas.
Valorar esta realidad no implica paralizarse, es sin dudas el momento para que la izquierda anticapitalista tenga una política ofensiva para intentar incidir en la situación que se encuentra abierta y es sumamente positiva.
La Lista del pueblo, principal colectora del apoyo electoral del fin de semana a dado muestras interesantes de no ceder a las presiones de los partidos del régimen incluso imponiendo correctamente el reclamo por la libertad de las y los presos políticos y exigiendo la reforma de las condiciones de participación política electoral del país, es una buena señal. Es el momento de poner en pie una nueva referencia política, apoyada en la movilización popular y con un método democrático puede crecer rápidamente y sosteniendo la independencia de los aparatos del pasado. Con una estructuración profunda en las mayorías trabajadoras y en la juventud podría transformarse en una fuerza decisiva para transformarlo todo.
Existe fuerza social para hacerlo, existen condiciones objetivas más que suficiente y existe la necesidad de lograrlo para que el camino que iniciamos en octubre concluya en un nuevo Chile para las mayorías.