Por Camilo Parada Ortiz y Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista
En las últimas semanas presenciamos momentos convulsos. El retiro del 10% y la crisis del gobierno reactualizaron debates. La CUT, la oposición parlamentaria y la derecha, un triunvirato desequilibrado para mantener la gobernabilidad de Piñera. Una nueva izquierda y un nuevo modelo sindical se transforman en una necesidad en tiempos de crisis y polarización.
El espanto al fantasma de octubre
Un antecedente que marca la nueva etapa que transita el país es la presencia de la protesta y la presión popular, una nueva “normalidad” que parte de la experiencia reciente de la rebelión de octubre y que, a su vez, es potenciada por el escenario crítico que estamos transitando las mayorías sociales que vivimos de nuestro trabajo.
Aquellos antecedentes marcaron la tónica de la tramitación del tercer retiro del 10% de los fondos de las AFP propuesto por la oposición parlamentaria, una medida de autofinanciamiento con los propios ahorros de las y los trabajadores para sortear la crisis económica y que, ante los nulos aportes sociales por parte de Piñera, determina su aprobación social. Si bien, la propuesta ratifica el fundamento de no tocar los intereses de los grandes capitalistas, aún así es factor de tensión en la derecha y del empresariado para preservar los fondos que sirven para la especulación del rentable negocio de las AFP, el leiv motiv del rechazo de Piñera al proyecto.
La presión popular y la entrada a escena de los portuarios, resortes de la economía, atrincheró al conjunto del régimen político y en tiempos de elecciones, la oposición debió despegarse del gobierno, de la misma forma que sectores de la derecha que se distanciaron de la figura de Piñera, tal como las cartas presidenciales del oficialismo, Lavín y Desbordes. Así se fraguó la última derrota del gobierno, contexto que brindó espacio para que el propio Tribunal Constitucional (TC) no admitiera el recurso impuesto desde el gobierno para frenar el proyecto. A todas luces, el impasse de la última semana revivió el fantasma de octubre e incluso las encuestas arrojaron que el 70% piensa que es la mayor crisis política desde el fin de la dictadura[i].
Los balances se miden en relación al objetivo ¿contener o transformar?
El cruce de posiciones es evidente, si por un lado la baja aprobación revive el Fuera Piñera, consigna octubrista, potenciada por las cacerolas y la avanzada de los portuarios que obligó a posicionarse a otros sectores sindicales en el marco de la huelga convocada por la CUT para el pasado 30 de abril, también tensionó al posibilismo congénito de las propias direcciones burocráticas al mando del PC, presionados por la necesidad de mostrar gobernabilidad hacia el proceso electoral.
El mismo día de la convocatoria a huelga sanitaria, la conducción de CUT se reunió con la presidenta del senado, la DC Yasna Provoste, quien previamente estuvo en La Moneda con Piñera. La dirigente de la Central, Bárbara Figueroa, valoró así el encuentro: “fue una señal favorable hacia los trabajadores. Destacamos que se haya abierto a un espacio de conversación con el Poder Legislativo, claramente, con los trabajadores no existió la misma disposición»[ii]. Es decir, delegando la fuerzas de las y los trabajadores a la institucionalidad que permite avanzar a la derecha en su agenda anti mayorías.
Aunque dicha política tiene coherencia en cuanto los objetivos que se planteó la conducción del PC en la CUT, que lejos de ratificar la movilización que días previos había demostrado su potencial al conseguir un triunfo parcial contra Piñera, la central sindical buscó la mediación para garantizar la gobernabilidad al contener el avance de la movilización que cuestiona a todo el régimen político.
Para ser claros, Bárbara Figueroa la jornada la balanceó positivamente porque, según ella “es necesario dialogar con los otros poderes del Estado”[iii] para lograr acuerdos, queriendo poner su cuota a proteger al régimen mientras Piñera tambaleó. Así el Congreso, el Ejecutivo y la CUT mostraron un triunvirato desequilibrado, ya que bajo el objetivo de negociar con la derecha terminó ganando la derecha. En última instancia correspondió a que, declarativamente la Central exigía salario mínimo de $500.000, días posteriores al positivo dialogo, Piñera y su gobierno proponen un ajuste del 3% del salario mínimo, correspondiendo a un insuficiente $337.000. Entonces ¿más movilización? No, ahora hay que esperar al Congreso, sentencia la dirección de la CUT para colaborar a una nueva cocina a espalda del pueblo.
Una nueva izquierda anticapitalista y un nuevo modelo sindical para transformar el país
Finalmente, la resolución del Tribunal Constitucional facilitó el operativo descompresión y el gobierno terminó aceptando luego de múltiples reuniones palaciegas, hecho que facilitó a la CUT la desmovilización. Este nuevo capítulo de amarillismo sindical y político de la oposición debe ser medido como una muestra de lo que se viene. Evidentemente es posible derrotar al gobierno y sus planes, sin embargo, hacerlo en los marcos del régimen y canalizando el impulso de las y los trabajadores hacia los canales institucionales está al servicio de salvar un régimen político y económico que se ha demostrado largamente nocivo para las mayorías populares. El “juego de la democracia” apelando al Congreso y sus propios limites, condiciona las posibilidades de transformación profunda, necesitamos que las fuerzas obreras y populares se expresen en toda su extensión y para ello hay que trabajar activamente por un nuevo modelo sindical y una nueva referencia política, esta sin dudas es la tarea del momento.
Quienes nos reconocemos de la izquierda anticapitalista y luchamos diariamente por estas transformaciones radicales debemos poner todos nuestros esfuerzos en ella, fortaleciendo nuestras propias estructuras y al mismo tiempo peleando por la unidad de nuestras fuerzas con las del pueblo trabajador. No se trata de un imposible como plantean las y los posibilistas de todo pelaje, todo lo contrario, construyendo un programa que de respuesta a las demandas de las mayorías es posible lograrlo, tal como lo demostró la derrota de Piñera ante la exigencia del retiro del 10% de las AFP, referencia que allana la perspectiva de imponer un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, a través de impuestos a las grandes fortunas y recuperando todos nuestros los bienes comunes. Obvio, son medidas que cuestionan los privilegios del 1%, único camino para lograr una renta universal acorde al costo de la vida, no menor a $550.000 y avanzando en un sistema único de salud para enfrentar la crisis sanitaria y económica.
Con este empeño damos la batalla electoral en las próxima constituyente a través de las candidaturas de Maura Fajardo Gálvez en el distrito 12 y Camilo Parada Ortiz en el distrito 10, apostando a que superado este escenario podamos avanzar en la unidad con todos los sectores en lucha y las fuerzas políticas, sindicales y sociales que estén dispuestas a ello. Este es el empeño de nuestra joven organización, el Movimiento Anticapitalista y nuestro aporte para que en el desarrollo de la situación encontremos el camino de un gobierno de quienes nunca gobernamos, las y los trabajadores y el pueblo. Te invitamos a robustecer esta alternativa.
[i] https://chile.activasite.com/estudios/pulso-ciudadano-29/
[ii] https://www.elmostrador.cl/dia/2021/04/30/cut-por-huelga-general-sanitaria-lo-de-hoy-es-una-senal-clara-de-lo-que-pasara-si-el-gobierno-sigue-sin-escuchar-a-los-trabajadores/
[iii] https://www.cnnchile.com/pais/cut-balance-movilizaciones_20210430/