Por: Camilo Parada Ortiz
A un año de que la pandemia de Covid-19 se haya expandido inexorable sobre el globo terráqueo, es menester afirmar de forma meridianamente clara que la gestión capitalista de la crisis sanitaria no solamente ha sido nefasta, sino que asesina. Hoy asistimos a un loop macabro, una pandemia que sigue activa y feroz en el mundo entero, países que viven la tercera ola, gobiernos que aplican confinamientos parciales, siempre con el ojo puesto en el cuidado de las ganancias por sobre las vidas de las y los trabajadores. Lo cierto es que nada de esto debiera sorprendernos, al sistema capitalista, sus instituciones, mercados y los gobiernos que lo sostienen, poco le importa la salud de la grandes mayorías. Han sido incapaces de aplicar medidas de emergencia sanitarias y sociales racionales, que puedan frenar el avance del virus. Por el contrario, aplican políticas parciales, y enfocadas a salvaguardar los intereses de los grandes capitales, aunque eso signifique que quienes menos o nada tienen, se vean expuestos y expuestas a un virus letal.
Piñera y el Pacto: criminales en pandemia
La pandemia ha dejado al descubierto la brutal desigualdad del sistema. En nuestro país, al igual que en otras regiones del planeta, es la clase trabajadora y lxs oprimidxs quienes se ven más expuestxs a la crisis multidimensional: sanitaria, económica, social, política. La mercantilización de la salud provoca la desigualdad en el acceso y un sistema de salud público desfinanciado y por lo tanto deficiente a pesar del enorme esfuerzo de la primera línea vital: lxs trabajadorxs y técnicxs de salud. Al mismo tiempo, los defensores de las minorías millonarias y el modelo neoliberal-capitalista han facilitado los despidos en plena crisis con la Ley de Protección del Empleo, que habilita suspensiones sin pago por parte del empresariado. Una ley anti trabajadorxs, se mire por donde se mire, y que fue votada desde la extrema derecha UDI hasta el PC, pasando desde luego por la ex Concertación y parte del FA.
Entonces, por un lado tenemos políticas propuestas desde el ejecutivo que son nefastas y representan un ataque a la dignidad y salud de las grandes mayorías sociales, y, por el otro, tenemos un arco parlamentario de oposición que apoya por acción u omisión las políticas capitalistas de un gobierno decadente, y lamentablemente también sus políticas represivas (más allá de un discurso buenista y pintado de socialdemocracia).
Condicionada por la épica revuelta social iniciada en octubre del 2019 y que aún está abierta, la estrategia del gobierno de Piñera ante la pandemia ha combinado políticas represivas y de control social con nulas o insuficientes políticas sociales para apoyar a la población en los confinamientos. Si analizamos bien la génesis de las medidas del gobierno, muchas veces apoyadas desde la oposición parlamentaria, vemos de forma clara que atacan particularmente a la clase trabajadora y cuidan los intereses de los capitalistas. Mientras se obliga a la población a trasladarse hacinada en el transporte público para ir a lugares de trabajo igualmente hacinados exponiendola al contagio en pos de sostener la ganancia capitalista, se reprime la vida social y la cultura, y los trabajadores informales se ven obligados a elegir entre arriesgar su salud o su sustento. Es decir, se sacrifica la vida y la libertad de lxs más precarizados pero la máquina capitalista no para.
Es decir, Piñera ha tenido dos líneas de ataque. Por un lado, medidas represivas y coercitivas con despliegue militar, toque de queda, etc. Por otro lado, medidas sociales para que la plata para pagar la crisis salga de los bolsillos de lxs trabajadorxs: recurrir a los fondos de las AFP, al fondo de cesantía, a créditos, etc. Es decir, las y los trabajadores pagan la crisis y se llevan la carga, mientras el mismo gobierno corre para ayudar sus socios capitalistas o sus propios intereses. Solo para citar un caso, los remito a Enjoy. Si sumamos esto a la saturación de los servicios de salud, a la falta de vivienda digna y condiciones laborales seguras, el panorama es catastrófico.
Segunda Ola
El sostenido incremento de casos en las últimas semanas marca la entrada de la segunda ola de Covid19. El plan de vacunación que el gobierno vendía como ejemplo al mundo, y a caballo del cual buscaba recomponer su maltrecha imagen, resultó ser insuficiente para evitar una nueva suba de contagios. El ingreso de la segunda ola no puede reducirse a inevitables causas naturales. Fue la política de apertura indiscriminada al servicio de sostener las ganancias capitalistas la que generó las condiciones materiales para el alza en los contagios. Basta recordar que altas figuras del gobierno hace pocas semanas declaraban que los niños “transmiten muy poco” el virus, presionando por la retorno a las clases presenciales.
La situación sanitaria golpea políticamente al gobierno. Frente a esto, endurece las medidas represivas. Gases lacrimógenos en ferias, detenciones arbitrarias y violentas, todo en nombre de la salud. El confinamiento regresa sin medidas que garanticen los ingresos de las mayorías populares. Se multiplican las condiciones para una profundización de la crisis económica, en especial porque se reducen las posibilidades de contrarrestar la caída apelando al bolsillo de la clase trabajadora. En este marco hay que analizar la aprobación del Royalty Minero, medida a todas luces insuficiente.
Plan de emergencia
Las grandes mayorías sociales, lxs oprimidxs, tenemos que tomar el destino en nuestras manos. No tenemos nada que esperar de un gobierno criminal, que viola los derechos humanos, que está completamente desconectado de la realidad social. Estamos con cifras de contagios como en los peores momento de la pandemia del año 2020 y se sigue priorizando la represión y las ganancias privadas sobre nuestras vidas. Necesitamos desplegar alternativa y medidas de emergencia anticapitalistas:
- Testeos masivos y rastreo de casos. Cuarentenas donde sean necesarias de acuerdo a la evolución de la pandemia, sin represión ni poder de fiscalización para los Carabineros, la PDI y el aparato represivo. Represión no es salud, disolución de Carabineros y desmantelamiento de todas las fuerzas represivas.
- Garantizar los ingresos de las mayorías sociales: prohibición total de despidos, salario universal de emergencia que cubra como mínimo la canasta básica, reconocimiento salarial de las labores de cuidado y domésticas.
- Sistema Único de Salud, para centralizar capacidad instalada y personal. Producción pública de medicamentos. Declaración de utilidad social de laboratorios y grandes monopolios farmacéuticos y de toda capacidad instalada del sector privado hacia su nacionalización e incorporación definitiva al sistema único. Anulación de las patentes de las vacunas y producción y distribución estatal con control social para poder vacunar a toda la población.
Desde el Movimiento Anticapitalista proponemos que estas medidas de urgencia se financien con impuestos a las grandes riquezas y los grandes capitalistas. Frente al insuficiente Royalty Minero exigimos la recuperación del cobre y todos los bienes comunes bajo propiedad estatal y control social. Impulsamos además la lucha desde la clase trabajadora y los pueblos para retomar el camino de Octubre de 2019.