Por Francisca Barbosa, Movimiento Anticapitalista y Juntas y la Izquierda
Y si el Estado está al servicio de la alianza criminal entre patriarcado y capitalismo, robustecido por la vigencia del sistema colonial y la dominación del racismo, este gobierno es su sicario favorito.
Dejamos el 2020 con pena y rabia. Los últimos días del año estuvieron marcados por la desaparición de mujeres en todo Chile y por femicidios especialmente crudos, como fue el caso de María Isabel Pavez cuyo asesino, con vínculos comprobados con la extrema derecha, sigue prófugo. El mismo 24 de diciembre Elsa Muñoz fue apuñalada y luego quemada en su propio hogar tras una discusión con su ex pareja a la cual ya había denunciado por violencia. De hecho, ese mismo día llamó a los pacos porque el femicida la seguía acosando. Igor Yaroslav Gonzalez e Iván Eduardo Yañez son los respectivos asesinos de nuestras compañeras.
NO ES SOLO EL 2020, ES TODA UNA VIDA
El año estuvo marcado por más de 57 casos de femicidio. Mientras el Sernameg insiste en 40, aún cuando la tipificación del femicidio fue ampliada tras la promulgación de la Ley Gabriela, nosotras sabemos que son muchos más y que las muchas mujeres desaparecidas probablemente han perdido ya su vida en manos de hombres. ¿Cómo responden las autoridades frente al problema?
En tiempos de crisis y pandemia, ante el aumento de la violencia en tiempos de encierro, el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género habilitó números de contacto para solicitar orientación y promulgó la penosa y fallida política de la “mascarilla 19” que facultaba a las farmacias a recibir señales de auxilio de las mujeres del barrio cuando fueran a comprar. El gobierno atacó el post natal de emergencia con fuerza y no inyectó recurso alguno ni a los Centros de la Mujer, ni a tribunales de Familia, ni menos directamente a las mujeres sostenedoras de hogar. Esto no es más que el continuo de la política sostenida por todos los gobiernos desde los 90. Políticas de precariedad dirigidas exclusivamente a incentivar la denuncia que abre las puertas a que las mujeres víctimas de violencia sean revictimizadas por un Estado negligente y machista.
Las prioridades e intereses de este Estado y, en particular de este gobierno, son contrarias a las de las mujeres trabajadoras. Un reflejo brutal de esto es que la prima de Nicole Saavedra Bahamondes, víctima de lesbofemicidio en el 2016, fue formalizada junto a otras activistas por exigir a la Fiscalía de Quillota que hicieran su trabajo[1]. Arriesgan hasta tres años de cárcel por tomarse el edificio fiscal luego de años en que las autoridades se negaron a investigar el asesinato de una mujer pobre y lesbiana que no les importaba. Y así los ejemplos siguen. A casi dos años del femicidio de Silvana Garrido Urdiles, con un único y claro “sospechoso”, no vemos avance alguno en su caso.
Y es que las políticas de Estado y de gobierno defienden una visión tan acotada de lo que significa la violencia contra las mujeres que su negligencia y omisión es criminal. No les importan las vidas de las mujeres que son potenciales usuarias del Estado ante la emergencia de la violencia. Así, mientras los pacos reciben un monto de 1.221.214.788 millones de pesos y la PDI un total 369.591.607 para funcionar este 2021, el Sernameg cuenta con solo 57.213.723 para gastar en este año[2]. La (no) ministra Zalaquett ha dicho que en total se invertirán 1.210 millones de pesos en la erradicación de la violencia y que de hecho el presupuesto para su ministerio aumentó en un 7%. Pero la misma señala que ese dinero está distribuido en pos de la reactivación económica. Además ese aumento se hizo recortando a programas para las mujeres madres y otras instituciones como PRODEMU. Todo sindicato y asociación de trabajadoras del sector ha rechazado categoricamente el presupuesto 2021[3], aprobado ya en el Congreso, porque simplemente no alcanza ni para pequeñas mejoras. Y si el Estado está al servicio de la alianza criminal entre patriarcado y capitalismo, robustecido por la vigencia del sistema colonial y la dominación del racismo, este gobierno es su sicario favorito.
Y claro que no alcanza y no sólo por temas presupuestarios, sino porque el problema de la violencia contra niñas, mujeres y cuerpos feminizados en primer lugar, no puede ser resuelto por ningún gobierno dentro de los marcos del capitalismo, considerando además que un único ministerio debe hacerse cargo del asunto, como si no fuese transversal a todo aspecto de la vida y la política. Sabemos también que toda ganada de derechos para las mujeres son fácilmente atacados en tiempos de crisis y ajustes. Y que mientras las grandes fortunas del país se engrosaron este 2020[4] y las ganancias del cobre aumentaron, los dueños y administradores del régimen se niegan a un impuesto para enfrentar la crisis que entra y se queda con fuerza en las familias trabajadoras, afectando de sobremanera a las mujeres.
¿Por qué? Porque aún cuando los Estados ya no son lo que eran hace un siglo, las luchas obreras y luego feministas han conquistado la ampliación del Estado y exigido una mirada social de éste, siguen siento un aparato al servicio de la burguesia y que mantiene sus ganancias e intereses., que al mismo tiempo integran y controlan todas las esferas del poder. Y claramente a ellos no les importa que sus trabajadoras domésticas, ni las migrantes, ni pobladoras, tengan vidas dignas. Es más, a través de lo que en Derecho se llama “ius puniendi” el Estado se reserva la facultad de castigar a quienes contravienen las normas, que en la ideología liberal supuestamente todos y todas hemos acordado colectivamente. Toda esta mentira es una forma de disciplinarnos y castigar a las mujeres que se defienden, se organizan o simplemente se conviertan en las indeseadas del sistema, tal como ahora lo está sufiendo Francisca, la prima de Nicole. O como lo han sufrido las compañeras víctimas de violencia político sexual; las mujeres en la cárcel condenadas por tráfico o robo cuando buscan sobrevivir a la miseria; las mujeres que matan a sus agresores.
DE ESTRATEGIAS CONTRA LA VIOLENCIA
Hablar de erradicar la violencia contra los cuerpos feminizados es complejo. Porque los “asuntos de las mujeres” no están en el aire, sino que se encuentran contenidos en estructuras muy concretas que se combinan entre sí. No es posible hablar de combatir el patriarcado sin una estrategia que también atente contra la explotación económica (al interior y exterior del hogar y la familia) y la dominación de la heteronorma, el racismo, del poder religioso.
Sin dudas, necesitamos medidas urgentes que solo se alcanzarán a través de la movilización combativa y constante de un movimiento feminista organizado y de masas que vuelva a ocupar las calles. De forma urgente hay que movilizar una ley de presupuesto de emergencia para dotar de personal preparado, con derechos garantizados como trabajadoras y trabajadores, para los Centros de la Mujer y los programas de atención y reparación a víctimas de violencia patriarcal. Deben triplicarse las Casas de Acogida y desbloquear sus requisitos de ingreso. Las policías, cuya abolición defendemos, no pueden seguir siendo las encargadas de llevar a cabo las investigaciones por femicidio. La educación sexual integral con perspectiva de género también es urgente. La niñez debe ser atendida y cuidada, pero sobretodo educada en el respeto y la consciencia para que los niños dejen de tener como única influencia la pornografía hegemónica. Necesitamos derechos reproductivos y sexuales garantizados. La modernización y democratización de la justicia penal y de familia. Y así un montón de medidas de carácter inmediato que no son más que el cumplimiento por parte del Estado de Chile de las obligaciones internacionales que libremente ha contraído firmando la Convención sobre la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención Belém de Pará, entre otros tratados de derechos humanos.
Pero de fondo, se hace necesario pensar en cómo robustecer y direccionar al movimiento feminista y de qué forma podemos hacer realidad nuestro proyecto de una vida sin violencia, una vida digna, una vida feliz. Porque ni una nueva Constitución, ni las leyes más progresistas entregan respuestas definitivas a nuestras problemáticas. En este sentido, y como dice Nancy Fraser, el feminismo es un campo de batalla ideológico político. Los distintos feminismos tienen muchas veces interpretaciones discordantes de la realidad y ofrecen soluciones diversas. Algunos en directo antagonismo, como es el caso del feminismo liberal contra corrientes marxistas y decoloniales de pensamiento. Proponemos combatir con todas las fuerzas esta falsa ideología que es el feminismo pro-capitalismo, aún cuando se presente como anti-neoliberal. En periodos de crisis y resistencia como los actuales, las feministas a la izquierda tenemos la oportunidad de generar alternativas para las grandes mayorías ante la oferta caducada del progresismo y la propuesta de odio de las derechas. Esto implica la necesidad de generar alianzas para un feminismo de mayorías que encuentre su base en una unidad anticapitalista. Así, el movimiento obrero, ecologista, antirracista, entre otros, debe despatriarcalizar sus demandas. Al mismo tiempo, nuestras demandas como feministas deben ser ampliadas, entendiendo que no podemos solucionar el problema de la opresión de género en base a una mirada estrictamente identitaria y sectorializada.
La tarea es difícil. Los movimientos sociales son diversos y la clase trabajadora misma tiene al interior sus propias especificidades que, en el caso de las mujeres y las “minorías”, encuentran dificultades para ser reconocidas y respetadas al interior. Pero si decidimos aislarnos y no disputamos aquellos sectores que más nos agobian, incluso los masculinizados y más reacios a los cambios que exige el feminismo actualmente, se los cedemos a las ideologías del mal menor o derechamente al fascismo. Y la verdad es que para poner por delante nuestras exigencias debemos hacer puentes que puedan acorralar a quienes ostentan el poder y administran desde arriba el funcionamiento del capitalismo patriarcal. Necesitamos una herramienta que articule las luchas del pueblo para pelear en cada batalla y hacer más grandes las filas contra el patriarcado, pero que también sea capaz de dar un solo golpe en la guerra contra nuestros más grandes enemigos. Aquellos que, a través de los Estados, nos sujetan para no desplazar los límites de lo necesario para cambiar el mundo.
En síntesis, y como dijo la Comandanta Ramona alguna
vez, así como “no lo vamos a
pedir de favor, sino que lo vamos a obligar a los hombres que nos respeten”
vamos a tomar el lugar que nos corresponde en la lucha haciéndonos más grandes
y fuertes, y vamos a ganar nuestras demandas para el conjunto de la clase,
poniendo un feminismo socialista para el 99% por delante como lo hicieron
mujeres que disputaron desde el movimiento de trabajadores, la gran Clara
Zetkin y Aleksandra Kollontai por ejemplo. Porque nos queremos vivas y felices
hoy y siempre, para las futuras generaciones y por aquellas que ya no están, militamos
por una apuesta fuerte y de masas que le achique la cancha a los femicidas y
abusadores, pero también al poder del Estado y el gran capital hasta que no
sean ellos lo que decidan por nosotras. Y hoy más que nunca, seguimos gritando
¡QUE MUERA PIÑERA Y NO MI COMPAÑERA!
[1] https://www.cnnchile.com/pais/prima-nicole-saavedra-arriesga-3-anos-carcel-fiscalia_20201216/
[2] https://www.dipres.gob.cl/597/w3-multipropertyvalues-15199-25190.html
[3] https://lavozdelosquesobran.cl/recortaran-1-000-millones-de-presupuesto-para-el-2021-de-prodemu/
[4] https://resumen.cl/articulos/crisis-o-desigualdad-en-pandemia-multimillonarios-chilenos-aumentaron-su-fortuna