Al momento del ingreso del COVID-19 en nuestro país, diversas organizaciones feministas pusimos una alarma sobre la mesa. La violencia machista se incrementa para quienes tienen que convivir en cuarentena con sus agresores.
A diferencia de las declaraciones de la ONU que calificaron como “anticipadas, robustas e inteligentes” las políticas de Piñera para enfrentar el COVID-19, la realidad que vivimos día a día están lejos de bordear la precaución, el cuidado y la salud de las mayorías. Muy por el contrario, son todo un engranaje de calamidades que van desde una profundización en la precarización laboral y el autoritarismo empresarial hasta cuarentenas que distinguen clases sociales. Cuadro social que a les cuerpos feminizados se les suma el tormento de la violencia machista sin ninguna medida preventivas por parte del gobierno.
La realidad mundial en tiempos de cuarentena expresa lo peor de la violencia machista y los números son aterradores. En Argentina cuentan una mujer asesinada cada 22 horas, mientras que en España las consultas online aumentaron un 269,57% y en China los números de violencia aumentaron un 30%. Cifras similares se replican en Italia y Francia. De extremo a extremo del globo un padrón común.
Fono 1455, las llamadas que no registran.
En Chile, el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, informó que las llamadas al número 1455, dispuesto para orientación en materia de violencia, aumentaron en un 70% durante este fin de semana de cuarentena, una de las pocas cifras que han salido estos días para mostrar la envergadura del problema.
Mientras escribimos este artículo llamamos al 1455, contesta una grabadora que dice: “En estos momentos no podemos atenderte”.
Una llamada que no se registra en ese 70% que aumentó en los últimos días. Multipliquemos eso a la realidad de mujeres que se atreven a llamar en una situación de violencia y que no son atendidas. Puede significar el femicidio. Consideremos ahora, que el pedir ayuda o realizar una denuncia es una decisión que muchas compañeras no toman. No por que las mujeres seamos tontas o naturalmente sumisas. Los círculos de violencia son mucho más complejos que eso, están alimentados por la dependencia económica, la precariedad, el sacrificio impuesto por la maternidad y a eso le sumamos la victimización que ofrecen los procesos judiciales y las intervenciones institucionales del Estado.
Por tanto, la cifra entregada por el Sernameg sólo mide a un sector especifico de mujeres que logró llamar y pudieron ser atendidas.
Nada de esto plantea cuestiones de fondo que apunten a resolver cuestiones fundamentales que son las condiciones materiales en las que se encuentran esas mujeres y que les permitiría salvar sus vidas. Resolver la vivienda, el trabajo y la economía hoy es la urgencia.
Propuestas para actuar ahora y de forma urgente.
La situación es crítica y requiere medidas que protejan la vida. Hoy es vital desplegar redes de apoyo y solidaridad para actuar, pero debemos saber que serán insuficientes sin políticas concretas.
Es urgente invertir en refugios para que esas mujeres, niñxs y ancianxs, puedan salir del lugar de convivencia con el agresor a través de una Ley de Emergencia que destine un shock presupuestario. Presupuesto que debe invertirse para refugios dignos, subvención acorde al costo de la vida, redes de apoyo y contención durante todo el proceso y además que esto sea controlado por organizaciones feministas y de mujeres, porque no podemos depositar ninguna confianza en un gobierno empresarial. No exigimos imposibles, exigimos medidas que pongan en el centro la vida.
¡Porque nuestras vidas valen mas que sus ganancias!
Maura Gálvez – Bernabé por Juntas y a La Izquierda y el Movimiento Anticapitalista.