Se ha abierto el debate frente a la jornada laboral a partir de la propuesta de Reforma Laboral que intenta imponer el gobierno, a su vez se activa la idea de legislar la reducción de la jornada laboral de 45 a 40 hora semanales. Todo esto en medio de una polémica en dónde los empresarios, el Congreso y el Gobierno expresan sus posturas, aunque a niveles institucionales gran parte del debate se plantea sobre el crecimiento económico y la productividad, posiciones que hacen desaparecer el bienestar, el derecho al tiempo libre y las condiciones de trabajo reales en nuestro país.
Lo que quiere el Gobierno.
El gobierno durante estos días comenzó una campaña mediática para propagandizar su propuesta de flexibilización laboral, argumentando integración de sectores sociales al mundo laboral y la compensación con la vida familiar, en palabras de Piñera: “la jornada de trabajo se reparte en forma muy rígida por la ley, se puede repartir solamente entre 5 y 6 días y lleno de normas, en circunstancias que la modernidad lo que busca precisamente es hacer más compatible el mundo del trabajo con el mundo de la familia; y de esa forma la flexibilidad laboral, que uno pueda acomodar los horarios (…) debiera estar permitido en la medida que se logran acuerdos libres y voluntarios entre las partes, cosa que la actual legislación lo rigidiza en forma extrema”.
Para esto incluyen la integración al Código Laboral la posibilidad de distribución de las 180 horas mensuales en hasta 12 horas diarias, por lo tanto este “perfeccionamiento” permite la eliminación de feriados y de la relativa estabilidad de las jornadas para poder aplicarse. Una intensificación de los ritmos laborales sin hablar de aumento salarial. Otro tema que incluye es la eliminación de la indemnización por años de servicio, justificado como una medida para incentivar nuevas oportunidades de trabajo, ya que al existir la indemnización los trabajadores no cambian de empresa. Absurdo.
La Reforma Laboral (que propone una serie de medidas más) es un eje central del gobierno, al igual que la previsional y la tributaria, siendo parte de la ruta que se proponen en medio de un ciclo devaluativo de la economía mundial y de estancamiento económico local, por lo tanto sintomático de la tendencia en flexibilizar las reglas de explotación con la intención de recuperar rentabilidad de los grandes capitales.
El dilema de la oposición parlamentaria.
Paralelamente, hace un par de años la diputada del Partido Comunista, Camila Vallejos, planteó la idea de legislar la reducción de la jornada laboral de 45 a 40, argumentando que los países desarrollado la productividad se ha mantenido mientras que se ha reducido la hora laboral. Dicha idea surgió nuevamente apoyada por el Frente Amplio en medio de la discusión de la reforma laboral, una propuesta que pretende ser transversal en el parlamento apoyándose en el ejemplo del Gobierno de Lagos que disminuyó de 48 a 45 sin reducción de sueldos ni tampoco de la productividad de las empresas.
En los hechos significaría trabajar 8 horas diarias por 5 días a la semana, frente a ello el empresariado puso la voz en oponerse y la UDI a través de Patricio Melero intentó censurar a la Presidenta de la Comisión del Trabajo, Gael Yeomans (Convergencia Social – Frente Amplio). Por lo tanto la Derecha y el empresariado plantearán todos los escollos a su favor, siendo el parlamento un lugar en que se sienten cómodos.
Aquel dilema cruza al PC y al FA, ya que por vía institucional el dialogo involucra a sectores del gobierno. El PC, quien fue promotor de la idea dirige la CUT, ausente en cada conflicto laboral y silenciosa ante la reforma laboral, mientras que el FA prioriza acuerdos en el parlamento, símil posición entre ambos sectores que promocionan ideas sin motorizar la movilización, en vísperas de un nuevo escenario electoral.
Reparto de horas de trabajo, reducción de la jornada y tiempo para vivir.
Hasta ahora la ecuación es “vivir para trabajar”, aún disminuyendo en 40 horas semanales seguiríamos estando entre los países con jornadas más extensas, sin contar las horas de traslado y las labores domesticas. Por nuestra parte opinamos que el derecho al trabajo digno es algo básico, al igual que un ingreso que sea igual al costo real de la vida.
Aunque son derechos básicos, cualquier modificación a favor de las y los trabajadores significa tocar los intereses de los capitalistas, conllevando una confrontación y disputa antagónica. Un escenario utópico sería pensar que los empresarios y sus representantes estén de acuerdo en disminuir su plusvalía, si estos fuera posible la pasividad del PC y el FA estaría justificada, aunque esto no ha pasado, al contrario, ha permitido el avance de medidas precarizadoras.
Entonces, nuestra propuesta equivale a transformar el “vivir para trabajar” a “trabajar para vivir”, un salario equivalente a lo que hace falta, mientras que repartir el trabajo entre todas y todos los trabajadores como medida contra la desocupación y por el pleno empleo: reducir a 6 horas diarias, 5 días a la semana. Además que socialmente nos hagamos cargo de los trabajos reproductivos y de cuidado al socializarlos, todo esto para obtener tiempo libre a disposición individual y social. Derechos de mayorías que el capitalismo hace imposible de imponer.
Todo este diagrama de nuestras propuesta de aspiraciones básicas y elementales es posible en la actividad democrática de las y los trabajadores haciendo pública la planificación de la producción, por lo tanto tocando todos los intereses de los capitalistas y confrontándolos sin medias tintas, de fondo con organización revolucionaria que se disponga pensar nuevos horizontes: anticapitalistas, feministas y democráticos, es por eso que construimos una herramienta que se disponga a todo esto y más como perspectivas de una nueva sociedad.
Iván M., Movimiento Anticapitalista.