Nuevamente, como cada año, se convocó a la marcha por el derecho al aborto, manifestación que hizo suya la lucha antirracista en contra las políticas xenófobas del Estado. La tónica como viene siendo es de gran masividad. Contrario a ese ánimo de lucha, desde el escenario se hizo un llamado a actuar a las fuerzas represivas. Nuestra opinión y propuestas en un debate con las políticas de Convergencia Social tras este 25J.
Marea verde vs instituciones patriarcales.
Diversas organizaciones feministas, comunidades migrantes y organizaciones sociales y políticas dieron fuerza a la consigna Abortemos el racismo, siendo parte de la convocatoria que hizo la Coordinadora Feminista en Lucha este 25J. Una nueva demostración que la ola feminista sigue aglutinando amplio apoyo social en la necesidad de avanzar por recuperar la autonomía sobre nuestros cuerpos y derribar los muros de las políticas antiinmigrantes.
Un proceso vivo que enfrenta presiones retrógradas de instituciones como la iglesia, la justicia, la policía, el gobierno y el parlamento, quienes como contrapunto a la voluntad de miles de mujeres que se expresan democráticamente en las calles, sacan a relucir a través de sus representantes lo peor de su esencia anti-derechos. En primer lugar negando toda posibilidad de autonomía sobre nuestros cuerpos con sus leyes y luego, cuando se ven cuestionados sueltan a las Fuerzas Especiales como nostálgicos de la dictadura para intentar acallar voces.
¿Por qué Convergencia Social – Frente Amplio llamó a las Fuerzas Represivas este 25J?
Existe, sin dudas, un abierto debate con el proyecto del Frente Amplio y del reciente partido Convergencia Social, quienes cuentan con diputadas y diputados. Una polémica sobre el rol de las instituciones y la confianza que depositan en ellas, llevándolas en el acto del 25J a incentivar la represión.
El Frente Amplio ha apostado en trazar acuerdos con quienes nos han gobernados, la ex – Nueva Mayoría, posibilitando el actuar del gobierno de Piñera sin una oposición que de freno a sus políticas. Estas decisiones han logrado retraer los procesos de avance que dinamizan los movimientos sociales, sindicales y feministas en las calles, ya que en vez de fomentar el desarrollo de presión social a través de la manifestación, despistan las demandas vía el parlamento, ejemplo es la propuesta meramente de “despenalizar” la interrupción del embarazo, muy distinto a la consigna de aborto legal, libre, seguro y gratuito.
Estas manifestaciones reciclan la política “a medida de lo posible” que otorga el marco del régimen, legitimando las instituciones como el parlamento y los fósiles del Congreso con los cuales buscan acuerdos, mismos dinosaurios que han gobernado y amparado con impunidad a otra institución machista: Las fuerzas represivas que actúa en cada manifestación social, las mismas que tienen militarizados territorios mapuche, persiguen a migrantes y son responsable de crimines de la dictadura.
La diferencia esta vez es que fueron convocados desde el escenario por parte de Convergencia Social – Frente Amplio, quienes en reiteradas ocasiones llamaron a Fuerzas Especiales a realizar “su trabajo”.
Con todas las necesarias diferencias que puedan existir en la diversidad de feminismos, no es aceptable que se recurra a la represión contra mujeres que se manifestaban, una irresponsabilidad política que expuso a las 15mil personas que se hicieron participe de la marcha y sobre todo, a las compañeras migrantes que reclamaban sus derechos, quienes están doblemente expuestas y perseguidas por las políticas criminalizadoras del Estado, hecho más grave aún en una marcha que eran participes y se declaraba antirracista.
La confianza general en las instituciones de la burguesía por parte de Convergencia Social traspasó un marco que los situó este 25J en la vereda contraria, hasta ahora sin sacar alguna posición que explique la situación. Por nuestra parte, abrimos este debate con la línea política de Convergencia Social – Frente Amplio, sin apuntar a la compañera, ya que no identificamos el problema en un acto individual, sino en las directrices que toma la organización. Planteamos esto porque como Juntas y a La Izquierda – Movimiento Anticapitalista, estamos en desacuerdo con avivar el fortalecimiento de las instituciones patriarcales con actos punitivistas. Criterio distinto de lo demostrado hasta ahora por CS, que ante este debate, una de sus militantes ha incurrido a intentonas de amedrentamiento en espacios feministas hacía a una compañera de nuestra organización, amenazando con recurrir a otra institución anti-derechos: la justicia. De esta forma enlodar una posición publica inventando falsas acusaciones, una política de patas cortas que lejos está del feminismo que necesitamos construir para las mayorías.
Nuestro feminismo es anticapitalista: Sin dios, ni patrón, ni policías.
El debate que abrió el 25J con este llamado al actuar a las fuerzas represivas es profundo dentro del movimiento feminista y el movimiento social, ya que dibuja el trayecto de cómo avanzar en nuestros derechos. La unidad en la diversidad es clave, aunque esa unidad debe ser a base de acuerdos políticos mínimos y sobre todo en el respeto entre compañeras, avanzando en la construcción democrática, sin llamados a la policía ni amedrentamientos. Esa política no nos corresponde y la debemos enfrentar.
Nuestra propuesta es confrontar al sistema capitalista y patriarcal construyendo una organización feminista, internacionalista y socialista que proponga un nuevo sistema, totalmente distinto, revolucionario, sin medias tintas para dar vuelta todo. Es por eso que nuestra confianza radica en los espacios deliberativos que van generándose en las movilizaciones, construidos entre compañeras que dan fuerza a la protesta social, sin ninguna institución capitalista ni patriarcal.
Maura Gálvez-Bernabé y Camila Millaray, militantes de Juntas y a La Izquierda – Movimiento Anticapitalista.