Basta del sistema de salud neoliberal, por un sistema de salud único, público y gratuito

Dentro de los acalorados debates que se dieron en el pasado proceso constitucional, uno de los que atravesó cual eje catalizador, fue la problemática de forma de Estado, subsidiario o social de derecho. Estas dos corrientes hegemónicas absorbían el debate de forma binaria, sin embargo, desde nuestra perspectiva, la simplicidad que puede representar a primera vista estas dicotomías binarias, siempre esconden complejidades, contradicciones, que son fundamentales para poder aprehender la dialéctica que aquí entra en juego.

Por Camilo Parada

Esta pequeña introducción, se ve ejemplificada con el escándalo de la semana, a días del papelón del fariseo segundo proceso constitucional, la bancada neoliberal del Senado, una de las instituciones más conservadoras e históricamente adalid de las minorías más ricas el país, presenta un proyecto de reforma constitucional en salvataje de las ISAPRES, desconociendo de manera burda un fallo de la Corte Suprema; esta bancada empresarial, cuyos representantes son los derechistas del nuevo partido Demócratas, Ximena Rincón y Matías Walker, de RN Rodrigo Galielea y Francisco Chahuan y del partido pinochetista-guzmaniano UDI, Javier Macaya, que pierde cierta hegemonía frente a la ultra derecha republicana. Obviamente, tomando en consideración la composición del Senado, la ley fue aprobada en la Comisión de Salud, demostrando, nolens volens, que no solamente bajo el sistema capitalista, sea cual sea el modelo de desarrollo, la justicia se inserta en la lucha de clases y en temas cuyas consecuencias intentan raspar privilegios de poderosos, instituciones privadas y personas naturales, el sistema se las arreglas para no tocar a las élites empresariales, aunque esto signifique torcer un fallo y desconocer la sacrosanta separación de poderes, que siempre pone de ejemplo la burguesía como credencial democrática. Lo que queda al descubierto una y otra vez, es como el Estado, no es únicamente una entidad organizadora superestructural sino también el instrumento mejor rodado de dominación de clase.

El Senado: una institución insalubre

En esto el Senado es ejemplificador, cada vez que puede y sin pudor alguno, se posiciona como cámara particular de la burguesía, en este caso específico, para salvar el negociado de la salud, nada más ni nada menos, que de nuestras vidas, con el cual las ISAPRES, avaladas por la subsidiaridad del Estado, han usurpado más de $1.400 millones de USD a sus usuarios, en razón de cobros abusivos, un eufemismo para decir robo generalizado, que fue implantado a través de la violencia política de la dictadura civil-militar-económica de la Junta Militar y los Chicago Boys, y administrado con profundización, por los distintos gobiernos transicionales, con una nota sobresaliente en esta vil tarea para la ex Concertación y es Nueva Mayoría (Concertación + PC), donde se ha desarrollado una desregulación del mercado de la salud, sobre-determinado por políticas neoliberales, aplicadas en gran parte por coaliciones de centro-izquierda, cayendo en contradicciones tan vitales, como la salud en tanto que dominio del derecho fundamental de las personas, tensionada por una concepción dominante de la salud como bien de consumo, es dentro de estas definiciones y caracterizaciones que debemos analizar la última polémica que nos sirve en bandeja de cobre, el capitalismo neoliberal criollo, partiendo del punto de una salud pública colapsada y deficiente, originalmente, permitió una tendencia hacia la atención privada de sectores privilegiados, representando una patente desigualdad en acceso a salud de calidad según el segmento socioeconómico.

El experimento neoliberal de los discípulos de Milton Friedman llega en Chile al paroxismo, abarca todas las dimensiones de la vida, sin extralimitarse a la economía, y se encuentra amparado constitucionalmente, amparo imposible de romper dentro de las dos cocinas constitucionales que se han dado en este último tiempo, como ya lo hemos explicado en múltiples artículos anteriores, en el caso específico de la salud, el mismo ordenamiento constitucional vigente choca con sus contradicciones, que no son otras que las contradicciones sistémicas, al asegurar, siempre bajo una perspectiva mercantil, el derecho a la salud, todo esto vestido, con el disfraz tan usado por nuestra clase dirigente, aquel que lleva como etiqueta el derecho a la libertad de elección, cómo si ese supuesto derecho no fuera correlativo al poder adquisitivo de cada persona.

Terminar con el modelo de la enfermedad capitalista

La tragicomedia que se representa desde la noche de la patria es siempre la misma, expresada por uno de los delegados de los grandes capitales nacionales: «Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo. Lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio.» Eduardo Matte Pérez, parlamentario de la República, ministro e hijo del fundador del Banco Matte (1892). Es este mismo abuso, esta misma injusticia burlona y despreciable que se repite hoy en día en el tema de las ISAPRES. Sin embargo, aquellos defensores del status quo al igual que las sempiternas promesas reformistas, parecen olvidar, sabemos que a postas, las masivas movilizaciones del denominado estallido, cuyas reivindicaciones abarcaban el tema de la salud como derecho, que esa misma ola acumulativa de la protesta, no logró ser realmente aplacada con copamiento policial y militar y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos, que tuvo que venir un pacto desde arriba, para encausar un proceso, con la promesa de una nueva constitución que viniera a subsanar los desajustes del modelo, pandemia mediante, que deja en evidencia a nivel mundial, que ningún sistema de salud dentro de los márgenes del capitalismo, tiene la capacidad real de responder a la realidad que se abre paso sin pedir permiso. En este sentido, entran en juego dos dicotomías utópicas, por un lado, la evidente falla del sistema neoliberal de mercantilización de la salud, por muy maquillado que se presente bajo el manoseado concepto de libertades individuales y por otro lado, el pretender que dentro de los márgenes sistémicos es posible una salud que sea realmente un derecho universal, como defiende los progresismos reformistas; esto patenta el hecho concreto de un sistema en crisis que no va más, y que sólo responde a los intereses de una clase minoritaria, propietaria del 99% de los medios productivos y de las riquezas, es decir, ya sea el descalabro ultra capitalista de los defensores del neoliberalismo o ya sea edulcorada respuesta reformista de los posibilismos, lo que se busca es mantener privilegios, régimen de propiedad y ganancias, sin molestar mucho al puñado de familias, a las ISAPRES, a las AFP, etc. No vaya a ser que desfinancien. El tema, es que es justamente ese entramado neoliberal capitalista hace todo lo contrario, son las grandes mayorías sociales que financian sus riquezas y especulaciones, a través del Estado subsidiario.

Sistema único de salud al servicio de las mayorías

Nuestra posición va en el sentido contrario y se inscribe en una clara alternativa anticapitalista y revolucionaria, partimos del hecho de nuestras vidas, nuestra salud, nuestro bienestar vale mucho más que sus ganancias, por tanto, a la par de luchar por otro mundo y otras formas de relacionarnos, es necesario que desde todos los sectores de la clase trabajadora, nos organicemos para transformar todo, declarando en este tema particular, a la salud y todos sus subsectores, como de utilidad social, este es el verdadero sector estratégico para la vida y la justicia, y no sus empresas contaminantes; luchar por la nacionalización del sector privado de la salud como eje estratégico, bajo control de los y las trabajadoras de la salud y usuarias y usuarios, con centralización nacional de planificación, bajo un sistema de salud único, público y universal, que asegure una salud como derecho: pública, gratuita, igualitaria y de calidad. El capitalismo queda al desnudo con este capítulo de las ISAPRES.

En último término se trata de democracia, no de la democracia burguesa representativa de gobernanza del capital, sino de una genuina democratización de todos los ámbitos de necesidad social, salud, educación, pensiones, cuidados, etc. El pueblo organizado, la clase trabajadora es la única que puede impedir que el capital siga metiendo sus garras en los bolsillos de las grandes mayorías, más aún en estos momentos de crisis multidimensional.

Desde el Movimiento Anticapitalista y la Liga Internacional Socialista, proponemos un sistema único de salud público con prestaciones universales, de excelencia y gratuitas para todes, financiado con la nacionalización de los bienes comunes y una política real de impuesto a las grandes riqueza y transacciones especulativas. Nos oponemos a una salud de privilegios para fines lucrativos. Luchamos por la nacionalización de las clínicas, centros privados y todo el complejo médico industrial, laboratorios, insumos, farmacéutica que hace negocios con nuestras vidas. Necesitamos sumar a todos los subsectores en un solo sistema estatal, controlado y administrado democráticamente por trabajadoras, trabajadores, usuarias y usuarios.

Defendemos un modelo socialista, revolucionario y realmente democrático que no tienen nada que ver con el modelo neoliberal capitalista que nos impuso con barbarie el pinochetismo y sus Chicago Boys, donde las ganancias de unas minorías valen más que nuestra salud y nuestras vidas. Para eso se precisa una izquierda sin complejos, que no pacte nuestros derechos y no regale en los pasillos de la cocina, la dignidad de las y los trabajadores. Te invitamos a construir alternativa anticapitalista junto a nosotres, a recuperar la rebeldía para el sector de las y los trabajadores.