Por Mesa de Coordinación del Movimiento Anticapitalista
En pocas semanas se llevará adelante la votación para resolver el Apruebo o Rechazo al proyecto de Constitución propuesto por la Convención Constitucional (CC). La polarización que implica el proceso busca intencionadamente ocultar que una elección no puede resolver los profundos problemas y necesidades que tenemos las mayorías populares y que existen tareas y debates que debemos encarar para no desperdiciar la oportunidad que abrió la rebelión para transformar todo. Nuestro aporte a este camino.
Un Pacto al servicio de anular la fuerza de la movilización
El Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución fue la demostración más cabal de que el “enfrentamiento a la derecha” por parte del centro y la izquierda parlamentaria no es más que una frase. Por ello se sentaron junto a lo peor de la derecha mientras ésta reprimía salvajemente las movilizaciones y pactaron una salida en los marcos institucionales, los mismos que comparten desde hace años la distribución de puestos y aún hoy buscan sostener.
Pero la fuerza social fue tal, que incluso en esas condiciones, emergió una representación independiente clara por fuera de estos partidos del régimen, planteando la posibilidad de que la expresión en la CC fuera de ruptura. Nuevamente la actividad del FA, el PC, el PS y los partidos de la derecha actuaron para imponer los 2/3 contra la voluntad popular y actuando sobre las expresiones independientes que en gran medida aceptaron esa lógica, apostando al “dialogo” y para ello dejando a las puertas de la Convención las apelaciones a la movilización, la participación y las exigencias como la libertad de las y los presos políticos que hasta hoy siguen tras las rejas. Así se borró el “ni un día de Convención con prisión política”, “desborda la convención” y el ”rodear la Constituyente” o la declaración de inicio y despedida de “La Vocería de los Pueblos” que agitaron sectores independientes en tiempos electorales y posteriormente quedaron en meros eslogan de campaña.
Esto, junto con el desarrollo del ajuste económico y el deterioro de las condiciones de vida de las mayorías, es lo que ha permitido que la derecha se tonifique y se radicalice, primero con Kast en su elección y ahora alrededor el Rechazo trabaje en recomponerse.
Rechazo y apruebo
La actual situación política incluye varios niveles de complejidad que solo las direcciones interesadas en sostener el actual orden de cosas pretenden simplificar en dos campos, Apruebo o Rechazo. Es evidente que la polarización social y política, que es parte de la situación internacional y local desde hace un largo período, se intensifica en los momentos de definiciones, pero no es menos cierto que hemos atravesado ciclos como estos en los últimos meses sin que la situación se decante claramente hacia un lado. Lo cual en gran medida se debe a una acción política consciente y clara de la gran mayoría de las fuerzas constituidas y sostenidas en los marcos del régimen político de los 30 años en defender sus contornos, mostrando no más que una imagen del Chile del pasado retocada.
El proceso de elaboración de la Nueva Constitución desde su origen en el Acuerdo por la paz, como lo señalamos más arriba, ha funcionado en base a ese pacto central y transversal: anular la movilización y las actrices y actores emergentes como la fuerza motriz central del proceso y han constituido el diálogo “de cocina” y el cabildeo parlamentario el centro de acción. Esto es lo que explica que, independientemente de las declaraciones previas, la Nueva Constitución sería con un acuerdo bastante solido de las fuerzas políticas tradicionales, cuyos núcleos dirigentes se posicionan con más o menos claridad en el terreno del Apruebo.
En consecuencia, por supuesto, que los sectores más reaccionarios, aquellos que apuestan a una bolsonarización de la política, en una revitalización de la acción de las fuerzas represivas (fuertemente cuestionadas) y a la imposición de métodos cada día más violentos de intervención política. Es decir, de quienes buscan la consolidación de un aplastamiento decidido de las experiencias surgidas de la rebelión, hayan encontrado en el Rechazo un pretexto obvio para reorganizar sus fuerzas luego de la elección donde pudieron hacer lo propio alrededor de la figura de Kast. Es claro que el Rechazo persigue esos objetivos y sería la opción más nociva en el marco de la situación, ya que implicaría un fortalecimiento efectivo de estos sectores y al mismo tiempo la desmoralización de un amplio sector social que por la base y que cada día más decepcionado sigue buscando una transformación profunda del país.
Nada de lo que representa el Rechazo es progresivo, sin dudas un punto fundamental pasa por aplicarle a la derecha y a los sectores conservadores una derrota importante y decidida en la actual coyuntura, sobre todo luego de tomar impulso en la polarización producto de la pasividad de las y los convencionales frente a la participación social en el proceso y la experiencia continuista con los 30 años del gobierno de Boric que suma desencantos, además de estar ayudado por las encuestas y prensa con intereses definidos. Hechos objetivos que les permite formular diversas expresiones que van desde sumar confusiones como el “Rechazar para reformar”, decadentes fake news y hasta amenazas directas de nostálgicos de la dictadura.
El debate pasa entonces por cómo lograr una derrota contundente de la derecha y qué sucede después de aquello, ya que en el campo del Apruebo, como producto del calendario del Pacto, también les permite experimentar formulas e intentar homogenizar el proceso para terminar en el voto como cronograma institucional, entonces vuelven figuras de la centro izquierda neoliberal como Bachelet, que ya hacen parte del gobierno de Boric con reciclados de la Nueva mayoría, y se abren a agitar junto a personajes del FA hasta la DC del “Aprobar para reformar”, dejando claro que la ofensiva de limitar el actual borrador de Nueva Constitución no termina, sino que en manos de los representantes de turno (y los previos) les permitirá administrar un periodo de promesas sin resolver, en base de intentar imponer una normalización del país en una situación de profunda crisis, es decir, sumar maquillajes para administrar la aplicación del ajuste en periodo de aguda crisis económica.
Motivadas y motivados por estas tareas creemos que es fundamental realizar un pequeño balance de cómo llegamos a este punto para que, junto con el análisis de la situación concreta, construyamos la mejor política para avanzar.
Boric vs. Kast y el desastre de salvar a la derecha a costa del pueblo
En la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales un verdadero aluvión de voluntades le puso un freno a Kast y sus intenciones de transformarse en el Bolsonaro chileno. Nuestra fuerza, en aquel momento, más allá de comprometer un voto contra Kast, alertaba que simplemente derrotarlo en las urnas no era suficiente, que lo fundamental era profundizar el camino del estallido, particularmente en cuanto a la participación y la movilización de las y los trabajadores, estudiantes, etc., en las decisiones políticas y, claro está, en un gobierno que diera respuesta a las demandas sociales, económicas y políticas que los pueblos habían impuesto en las calles.
Nada de esto sucedió, tanto en el terreno del gobierno, donde Boric al frente de un gobierno de coalición que recrea a la Nueva Mayoría en componentes, figuras y políticas, ha permitido que la crisis económica y social se descargue sobre las mayorías, sin más que tibias medidas. Lo propio ha pasado en el terreno de la Convención, sin participación popular, moderando y eliminando las transformaciones estructurales en el desarrollo del año de escritura de la propuesta de Carta Magna. A esto podemos sumar el hecho de la continuidad de la prisión política, la militarización del WallMapu y la represión constante contra la movilización estudiantil.
Es una ilusión pensar que, en este marco, la Nueva Constitución será un elemento revulsivo, más bien viene a establecer una recreación del régimen a la medida de los intereses de quienes siguen dirigiendo el país, ya que los principales pilares institucionales y económicos se sostienen y los mismos personajes de los 30 años, con algunos retoques, siguen al frente del timón, por consecuencia, será una Constitución burguesa hecha para mantener la estructura social imperante y en beneficio de una minoría privilegiada que concentra el poder económico, político y social.
Un programa y un camino al servicio de las y los trabajadores
Es por eso que, sin campaña electoral mediada, las condiciones de vida de las mayorías que vivimos de nuestro trabajo estamos transitando un deterioro profundo debido a la profundización de la crisis económica sin medidas para contrarrestarla desde el gobierno del FA y el PC, mientras que las principales direcciones sindicales agitan como correa de transmisión del régimen las banderas electorales sin expresión de la realidad de las necesidades de la clase trabajadora.
Una vez más nos encontramos con un problema político y las consecuencias activas del respeto íntegro al Acuerdo por la paz, separando y aislando el debate constitucional de las problemáticas sociales actuales. Situación que, por un lado, las alas progresistas desplazan el momento de “discusión” para luego del voto y prometiendo un nuevo país en base a la promesa del texto, mientras que y debido a esto, las alas más reaccionarias pueden presentarse sin oposición programática clara para plantearse como opción frente a una clase trabajadora golpeada por la crisis en la actual coyuntura, riesgos de la polarización.
Por lo tanto, una respuesta clasista y popular implica tomar iniciativa, impulsando un programa, organización y movilización para que la crisis la paguen los capitalistas:
– Enfrentar la inflación con un congelamiento inmediato de los precios, control de precios a partir de comité de trabajadores y pobladores.
– Aumento del salario acorde al costo de la vida y la inflación, no menor a $800.000.
– IFE universal para enfrentar la destrucción masiva del empleo para todas y todos los desempleados, sin condiciones.
– #NoMasAFP. Avanzar en un sistema que garantice pensiones de acuerdo con el costo de la vida. Por una verdadera seguridad social.
– Contra el desempleo, reducir y repartir las horas de trabajo sin rebaja salarial. Prohibir los despidos y suspensiones y, si una empresa incumple, estatizarla bajo control obrero.
– No más migajas para las y los estudiantes, aumento inmediato de las becas alimentarias y ampliación para todas y todos, no menor a $100.000, reajustable a la inflación real.
– Fin al CAE, derogación de toda la deuda educativa.
– No más impunidad, disolución de los pacos, libertad a todas y todos los presos políticos de la rebelión y el WallMapu. Juzgamiento a Piñera y los violadores de DDHH de ayer y hoy.
– Por salud, transporte, vivienda y educación gratuita y universal.
– Nacionalización bajo control de las y los trabajadores y las comunidades de la minería.
– Contra la violencia machista y los femicidios, presupuesto de emergencia para asistencia integral gratuita, refugios y subsidios a las mujeres, con control de las organizaciones feministas.
– Educación sexual integral, con perspectiva de género y diversidad sexual. Sistema público de salud gratuito.
– Aborto legal, seguro y gratuito en el sistema de salud sin ninguna restricción. Anticoncepción gratuita.
– Frenar la crisis hídrica, agua para la vida, no para la megaminería. Plan de transición para salir del extractivismo, bajo control social, del actual modelo productivo y energético a otro basado en energías limpias y renovables.
– Derogación del código del agua, derechos de la naturaleza, nacionalización del agua y todos los bienes comunes bajo control social.
– Que la crisis la paguen los capitalistas, que los derechos fundamentales y básicos sean financiados con impuesto a los super ricos.
– Basta de capitalismo extractivista, por una perspectiva anticapitalista, ecosocialista e internacionalista.
Coordenadas para salir de la deriva institucional que implica la desarticulación de una respuesta certera al panorama de crisis económica que transitamos, por lo tanto, sumar propuestas y una hoja de ruta para afrontar el presente será central para dialogar desde una voz independiente, clasista y popular ante el plebiscito de salida.
Contra la herencia pinochetista, el voto y la organización
Como ya dijimos, la lógica de la polarización institucional apunta a la recomposición de los partidos del orden, aunque la etapa de impugnación con el régimen heredado del pinochetismo sigue latente, es en ese sentido que el voto no puede ser una delegación para que los mismos de siempre y sus nuevos aliados sean quienes se presenten como alternativa.
Sin tocar los pilares de la lógica de acumulación neoliberal, el borrador de la Nueva Constitución alienta dejar atrás la constitución escrita en dictadura y a su vez, plantea derechos postergados que debieron escribirse por la presión social. La contradicción en este punto es que sin tocar la ganancia de los grandes empresarios que generan su acumulación en base de la expoliación del trabajo y el despojo de los bienes naturales, ningún derecho será declarado por decreto sin avanzar en plantear quien financia y quien decide, es decir, tocando los intereses del 1%, los capitalistas, y se democratice las decisiones económicas y sociales, desmantelando la lógica de acumulación del capitalismo neoliberal y extractivista. En otras palabras, derrotando a la derecha y sus socios e imponiendo la mayor democracia: la movilización social y la auto-organización, sin falsos diálogos ni pactos con la minoría privilegiada que acapara en desmedro de la clase trabajadora.
Por eso no podemos tener ninguna confianza en quienes para renovar los 30 años diluyen la critican y sitúan en el voto como el lugar único para las mayorías, simplificando conscientemente en un Apruebo al tenor de los representantes del régimen. Será contra ellos y los intereses que defienden que desde nuestra organización votaremos Apruebo sin ninguna expectativa en los discursos sobre la Nueva Constitución, como una opción para golpear nuevamente a la derecha, pero sin limitarnos al mero hito electoral, por lo tanto, votamos Apruebo y proponemos una vía que retome la experiencia de la rebelión y los ánimos de cambios sociales que atraviesan el territorio, parámetros que alientan el camino para la clase trabajadora junto a los pueblos.
Ese camino será abierto entre todas y todos quienes compartamos una visión transformadora, sin autoproclamaciones y más allá de nuestras diferencias, unificando en la diversidad y estimulando el impulso por constituir una nueva referencia amplia, de izquierda anticapitalista, democrática, plurinacional, feminista y ecosocialista, de esa forma presentarnos como una alternativa política y social para que la vía institucional no cierre el camino que abrió la rebelión, acumulando esfuerzos y voluntades comunes para levantar las banderas de un horizonte transformador, poniendo en el centro la movilización como motor de cambio para que en los momentos decisivos podamos ir por todo y todos.
Desde el Movimiento Anticapitalista nos disponemos en trabajar en estos objetivos y esperamos que a la brevedad podamos impulsar iniciativas unitarias como reuniones, foros y diversos encuentros entre quienes compartamos estas definiciones, aprobando críticamente, no delegando y construyendo una herramienta de las y los trabajadores junto a los pueblos para transformar todo.